Disparada de precios: ¿se viene la desaceleración o Argentina entró una nueva normalidad inflacionaria?
En los últimos meses hemos visto un salto de la inflación mayor a lo previsto. La pregunta del millón es si esto es una nueva normalidad Argentina o si se prevé una desaceleración del avance de los precios en los próximos meses.
Lo cierto es que hay argumentos que señalan en ambas direcciones. Si bien pensamos que puede haber alguna desaceleración de la inflación en los próximos meses, creo que los precios han subido un nuevo escalón, pero que no es tan alto como el que estamos viendo ahora.
Una inflación más alta
Venimos de un marzo con inflación que dio 6,7% y es muy probable que abril termine alrededor del 6% también. Esto se da en un contexto de falta de insumos a nivel global y local -entre ellos, energía-, con mayores costos de importación de bienes, escasez de dólares a nivel local y un aumento en la inflación internacional.
Todo lo anterior parecería indicar que la inflación local se va a mantener más alta de lo que solía estar. Además, el Gobierno tiene que tomar algunas medidas que podrían llevar a un aumento de algunos precios, como lo son el aumento de tarifas, la reapertura de paritarias y una corrección del dólar oficial.
Sin embargo, muchas de estas cuestiones que acabamos de mencionar implican un aumento de precios relativos pero no necesariamente inflación per se. En efecto, hay que diferenciar inflación de aumento de precios. Si hay escasez de un bien y este bien sube de precio, eso no se trata de inflación sino del aumento de un precio relativo. Los demás precios podrían subir, o no, siempre y cuando estén vinculados de alguna forma a este producto en sus costos.
Como consecuencia de un aumento de precios relativos pueden pasar dos cosas: que el resto de los precios tiendan a bajar o que haya una menor demanda el producto que sufrió un aumento de costos y de precios (o de los demás productos, dependiendo de la elasticidad).
Por ejemplo, si hay escasez de papas, es probable que suba el precio de la papa y, obviamente, subirán los costos de los productores de papas fritas y de otros bienes que usen a las papas como insumo. Tanto los productores de papa como los de sus derivados podrían intentar trasladarles el aumento de precio a los consumidores.
"Hemos visto un salto de la inflación mayor a lo previsto. La pregunta del millón es si esto es una nueva normalidad o se prevé una desaceleración"
Pero si los consumidores no ganan más dinero, no lo van a poder pagar y van a pasar varias cosas: puede ser que los consumidores dejen de consumir tanta papa y, en ese caso, dependerá de los productores ver qué parte del costo pueden absorber las empresas para tratar de vender más.
También puede pasar que la papa sea un producto muy importante para la dieta los consumidores y por lo tanto, éstos decidirán dejar de consumir otras cosas. Esto, a su vez, podría llevar a qué los oferentes de estos otros bienes tengan que bajar sus precios.
Precios: qué puede pasar en la Argentina
Lo más probable es que sucedan todas las cosas anteriores de alguna manera. Al final de la historia, en un shock como este puede ser que el índice de precios al consumidor suba o no, dependiendo de cuánto se eleve el precio de la papa y sus derivados, y de cuánto baje el precio de otros productos en la economía. También es muy probable que se reduzca el consumo de papa y de otros bienes.
Ese es el efecto de un aumento de precios pero no es inflación. Como describimos el aumento del precio de la papa generó un salto en el en el precio de este producto y puede o no generar un salto a nivel de precios, junto con una caída de la actividad, pero es por una única vez. Este proceso no genera un continuo aumento en el nivel de precios como sí lo hace la inflación.
La inflación, por su parte, es cuando el valor del dinero cae de forma continua. Al ser este la unidad de cuenta de todos los precios, se observa un incremento de precios de forma sostenido y de forma relativamente pareja. Aunque no del todo perfectamente pareja, porque sigue habiendo movimiento de precios relativos entre los bienes, tal como en el ejemplo de la papa. Solo que cuando hay inflación, esos cambios en los precios relativos se traducen en una mayor inflación o menor inflación en aquellos bienes que lo experimentan.
"Hay que diferenciar inflación de aumento de precios"
Por eso, cuando hay una aceleración de la inflación como la observada en estos meses, es difícil ver de antemano si se trata de un fogonazo de precios relativos -sobre todo, cuando hay razones para ello- o de un aumento en la velocidad a la que se deteriora el dinero.
Todo indicaría que en la actualidad estamos viendo las dos cosas a la vez. Es cierto que ha habido algunos precios que han subido por cuestiones en sus propios mercados, como puede ser el gas a nivel global debido a la guerra entre Rusia y Ucrania; lo mismo con el trigo o el maíz. Pero también vemos que todavía la economía no absorbió todo el exceso de dinero que se fue generando en estos años. Por lo tanto, también hay un efecto monetario.
Por eso, creemos que puede haber una desaceleración de la inflación en el segundo semestre desde estos niveles de 6% de inflación mensual. Sin embargo, la emisión monetaria generada durante estos últimos años continúa teniendo impacto sobre el nivel de precios. Tengamos en cuenta que la relación entre inflación y emisión no es instantánea y que los impactos se ven en un plazo de entre 12 y 18 meses de forma acumulativa.