La política económica argentina, en un riesgoso laberinto: entre el FMI y el FdT
La Argentina firmó a fines de marzo un acuerdo de facilidades extendidas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que permite postergar por varios años la devolución del préstamo "stand-by" otorgado a la administración Macri.
El programa acordado incluye metas graduales para atacar durante 2022-2024 los desequilibrios económicos existentes, y no exige compromisos significativos de reformas estructurales. Pese a su flexibilidad, hace varias semanas señalé que el cambio del contexto económico mundial amenaza las metas acordadas.
La combinación de revisión trimestral del acuerdo, con bajas chances de cumplimiento del programa desde su nacimiento -en particular, en la meta fiscal y en la de acumulación de reservas, por la disparada del precio internacional de los insumos energéticos importados- generaron una reducción acotada de la prima de Riesgo País, pues la probabilidad de un default -en el corto, con el Fondo; y en el mediano plazo, con privados- no se ha reducido significativamente. Sí se observó una mayor descompresión de la brecha cambiaria, apuntalada por la suba de tasas del BCRA y la aceleración de la depreciación del tipo de cambio oficial.
FMI: un acuerdo que no conformó a las partes
El problema aquí es la excepcionalidad con la que fue aprobado el acuerdo. A nivel local, el Congreso Nacional aprobó el endeudamiento del Ejecutivo con el FMI pero no el programa económico, sólo gracias a los votos de la oposición, ya que una parte significativa de la coalición gobernante (Frente de Todos - FdT) se abstuvo o votó en contra del acuerdo. Asimismo, el board del Fondo tuvo que postergar la reunión para conseguir la aprobación del nuevo préstamo a la Argentina, lo que hizo que nuestro país caiga "virtualmente" en atraso de pagos a fines de marzo.
"Pese a la flexibilidad del programa, el cambio del contexto económico mundial amenaza las metas acordadas"
Pese a que la necesidad de firmar un acuerdo finalmente se impuso, los extremos de ambas partes de la negociación no han quedado conformes, y en breve habrá que reformular las políticas y/o las metas del programa económico para 2022. Pese a que el FMI sabe que el contexto internacional cambió drásticamente, planteará que no hay que cambiar las metas sino las políticas, pues para varios miembros/países las condiciones acordadas fueron demasiado laxas. En cambio, el Ejecutivo no buscará modificar las políticas sino cambiar las metas, pues para el ala kirchnerista del FdT las condiciones acordadas fueron demasiado estrictas.
Política económica: parálisis del Gobierno
El problema de este dilema de hierro es que la toma de decisiones de política económica se paraliza, pues es casi imposible congeniar las posiciones de los extremos del FdT y del FMI. Lamentablemente, la inacción tiende a agravar los desafíos económicos existentes en un contexto internacional mucho más complejo -léase "estanflaciónario"- desde la invasión rusa a Ucrania.
La cuestión energética es particularmente preocupante: la temporada otoño-invierno arranca con faltantes de gasoil para la recolección de la cosecha gruesa -clave para el ingreso de divisas y recursos del fisco-; hay un acuerdo con Bolivia para garantizar el mismo suministro de gas importado con mayor volumen que durante el invierno pasado (a un precio mayor al originalmente pactado), pero sólo podría aumentarse si Brasil no lo demanda; y, la disponibilidad de GNL y combustibles alternativos para la generación térmica de electricidad –fuel oil y diesel- es una incógnita, más allá de la volatilidad del precio final a pagar.
"La toma de decisiones de política económica se paraliza, pues es casi imposible congeniar las posiciones de los extremos del FdT y del FMI"
En el programa económico pactado con el FMI, las subas de tarifas de luz y gas anunciadas en un escenario de precios internacionales estable, más distintas medidas para recortar y/o eficientizar las subvenciones, iban a permitir en conjunto ahorrar 0,6 puntos porcentuales del PBI, clave para reducir 0,5 p.p. del PBI el rojo primario respecto a 2021. Sin embargo, si se logran importar los volúmenes de gas/gasoil/fuel oil y energía eléctrica necesarios para no frenar el aparato industrial durante el invierno, los subsidios podrían trepar hasta 0,5 p.p. del PBI, lo que implicaría el incumplimiento de la meta fiscal primaria (-2,5% del PBI). Asimismo, la carta del secretario de Energía al ministro de Economía que tomó publico conocimiento a fines de marzo, reclamándole ampliar el presupuesto para evitar una crisis energética, es una muestra de la otra encrucijada que enfrenta el Ejecutivo.
Paradójicamente, a medida que el panorama económico local se complejiza y se vuelve más relevante tomar decisiones que permitan mitigar impactos, el margen para hacer política económica entre el FdT y el FMI se reduce.