Los 3 mandamientos del FMI que Argentina deberá cumplir para no ser "un paria mundial"
Alberto Fernández heredó deuda en dólares de dos tipos: con bonistas y con el FMI (más otros organismos). A la deuda con bonistas le encontró una "solución fácil": defaultear y reestructurar para pagar lo menos posible durante los años de su gobierno. El resultado es un riesgo país astronómico que es un problemón, pero al que ignora dada la impotencia para bajarlo a niveles razonables. Reacceder a los mercados internacionales no es un objetivo.
La deuda con el FMI es diferente. Defaultear equivaldría a ser un paria mundial, a pelearse con los países poderosos y a condenarse al estancamiento eterno. Como durante los primeros dos años los pagos al FMI eran poco (solo intereses), algo de reservas había porque en 2021 vino el regalo de los DEGs que el helicóptero del FMI repartió por todo el mundo, el Gobierno pedaleó el acuerdo sin defaultear. El mundo "ideal": hago lo que quiero, pago poco y todos amigos. Hasta que llega el primer vencimiento de 2022, que es impagable.
Es posible que el ministro Martín Guzmán haya convencido al Presidente y aliados de que iba a conseguir un acuerdo sin exigencias, dado que la "culpa" de la deuda no era de su gobierno sino de Trump y Lagarde. Apostó a que del FMI iba a conseguir más cosas: más DEGs, menos tasa de interés y hasta una refinanciación a largo plazo con mínimas condicionalidades.
Se ve que Guzmán no conoce la historia. El Fondo no hizo esto nunca: primero, porque cuando presta estos montos enormes de "acceso excepcional", considera que es un acreedor privilegiado que cobra antes que los demás. Si el país no puede pagar, entonces debe pedir nuevos desembolsos que le serán enviados "el viernes" para que el país los use "el lunes" para no defaultear y no ser una paria.
Acuerdo con el FMI: los tres mandamientos a cumplir
Eso es justamente los que se negoció, después de haber perdido el tiempo durante dos años. El FMI prestará u$s44.000 millones para que Argentina pueda pagar u$s44.000 millones, pateando el grueso de los nuevos vencimientos para después de 2027. Pero no es una reestructuración a los premios como con los bonistas porque, para ser merecedor de cada desembolso, el país debe cumplir con ciertas condicionalidades de política económica. Así ha funcionado con todos los países en los últimos 60 años y Argentina no será la excepción.
Problema de "último momento" (que ya lo sabemos desde hace dos años): si el país no quiere implementar las odiosas "reformas estructurales", al menos debe cumplir con tres tipos de metas cuantitativas básicas (una fiscal, otra monetaria y otra externa). Los tres mandamientos de toda la vida: bajarás el déficit fiscal, emitirás menos y acumularás reservas.
"Defaultear equivaldría a ser un paria mundial, a pelearse con los países poderosos y a condenarse al estancamiento eterno"
1. Bajarás el déficit
El FMI (aparentemente) acepta que el país baje el déficit fiscal en dosis homeopáticas, a razón de medio punto del PBI por año, casi nada. Es que el "keynesianismo" argentino lleva en la sangre hace que si baja el déficit más rápido, sobre todo si es bajando el gasto público, el impacto será recesivo.
Quisieron subir la inversión pública y (hablemos claro) seguir bajando las tarifas públicas, porque subir las tarifas 20 por ciento cuando precios y salarios subirán cerca de 50 es bajarlas. Bajar las tarifas es subir los subsidios y el gasto, entonces ¿cómo baja el déficit?, pregunta el FMI. Reduciendo la evasión, responde el Gobierno.
2. No emitirás
Y entonces, ¿cómo se financia el déficit que no baja casi nada? Endeudándose en el mercado interno de capitales. Tres problemas: primero, este Gobierno ya abusó de la deuda en pesos a la que primero tendrá que refinanciar y para eso necesita que haya muchos pesos en la economía que, control de cambios mediante, no tengan donde ser invertidos. Segundo, el mercado es muy chico porque con tasas negativas nadie quiere ahorrar. Tercero, si el Gobierno quisiera financiar parte del déficit colocando más deuda en pesos y encima la política monetaria es resestrictiva, la tasa de interés se iría a las nubes.
3. Subirás las reservas
El año pasado hubo un mega superávit comercial (clave en la visión sector externista que culpa a la restricción externa de todos los problemas) y las reservas del BCRA cayeron. Fue una macana atrasar innecesariamente el tipo de cambio y la brecha con el Contado con Liquidación (CCL) sigue muy alta. Este año hay sequía, la cosecha será menor y aunque subió el precio de la soja (que se exporta) también subió el del gas (que se importa). Así no será posible acumular reservas, o se devalúa el peso o se baja más rápido el déficit fiscal o se emite menos.
"El Fondo exige cumplir con ciertas condicionalidades de política económica. Así ha funcionado con todos los países en los últimos 60 años y Argentina no será la excepción"
Acuerdo con el Fondo: por qué nadie quiere el default
Todo esto es lo que seguramente se estuvo "calibrando" los últimos días. Nadie quiere el default porque las consecuencias serían gravísimas, pero un mínimo de sentido común debe haber. ¿Habrá fumata blanca antes del 22 de marzo?
El Congreso argentino deberán superar los escollos internos. Si esto ocurre, durante 24 horas muchos respiraremos aliviados. Al día siguiente habrá que saber que ahí recién empieza la larga travesía en el desierto, que tendrá el objetivo de llegar a las elecciones presidenciales del 2023 "estabilizando la inestabilidad".
Este acuerdo no resuelve ningún problema de nuestra economía, que seguiríamos teniendo aun si la deuda con el FMI no existiera. Todos los problemas estructurales y macroeconómicos quedarán para la agenda del próximo gobierno, si es que quiere y puede reestablecer la estabilidad en su sentido amplio.
Argentina seguirá con una economía inestable, incierta, volátil y apática por los próximos 18 meses. La única esperanza está en si este acuerdo por resignación logra estabilizar dicha inestabilidad.