¿Cómo acabar con la "estafa" de la inflación?: las medidas clave para poner fin a la escalada de precios
El principal problema de la economía argentina es la crisis de confianza que enfrenta el país. Generalmente, cuando uno plantea esta posición la pregunta que surge inmediatamente es cómo se resuelve.
La respuesta a este interrogante surge del reclamo que le haríamos al Gobierno para estar dispuestos a atesorar los pesos que recibimos, y no salir corriendo a deshacernos de ellos, ya sea comprando bienes o cambiándolos por otra moneda. Creo no equivocarme al concluir que este reclamo hace referencia a la eliminación de la inflación, una estafa que todos padecemos, pero que perjudica más a los que menos tienen.
Si bien hasta mediados de los 90s la inflación era un fenómeno bastante presente a nivel mundial –aunque no en los niveles argentinos-, desde aquel momento el mundo supo vencer este flagelo salvo escasas excepciones. Si analizamos las variaciones de precios al cabo de los últimos 3 años, el top 5 de naciones con mayores tasas de inflación está integrado por Venezuela, Zimbawe, Sudan, Líbano y Argentina.
Sin embargo, si analizamos la inflación al cabo de las últimas décadas, es difícil encontrar un país con una performance tan negativa como la Argentina.
Al cabo de los últimos 70 años, Argentina promedió una tasa de inflación anual del 65%, variación que disminuye al 40% anual si excluimos los períodos hiperinflacionarios de la serie. Ahora bien, en estos 70 años hubo solo 12 en los cuales la inflación fue de un dígito, 8 de los culés corresponden al período durante el cual se implementó el denominado plan de convertibilidad. La "rica" historia que tenemos en materia inflacionaria debe servirnos para entender qué rescatar y qué modificar si, de una vez por todas, decidimos combatir la inflación de manera seria.
"La inflación es una estafa que todos padecemos, pero que perjudica más a los que menos tienen"
¿En qué se basó el éxito del plan de convertibilidad para combatir la inflación? Primero en la prohibición por ley de emitir dinero, salvo contra la compra de divisas por parte del Banco Central; de esta forma, se evitaba en todo momento el desequilibrio en el mercado de base monetaria, ya que cada peso emitido era un peso demandado.
En segundo lugar, al garantizar la existencia de un dólar como respaldo de cada peso en circulación, se reconoció que el dólar es la verdadera unidad de cuenta de los argentinos. Esto es así debido justamente a la historia inflacionaria de la Argentina, y provoca que, ante depreciaciones del peso, todos los precios en pesos de la economía ajusten más temprano que tarde al alza, en pos de recuperar los ingresos en dólares.
De aquí surgen dos pilares básicos de lo que debiera ser la política antiinflacionaria:
- La limitación a la emisión monetaria espuria
- La necesidad de tener un tipo de cambio estable
- La prohibición de indexar contratos por ley, para frenar la inercia de la inflación.
Ahora bien, de esta misma experiencia surgen aprendizajes para tener en cuenta sobre qué cosas se debieran modificar a futuro para que el programa antiinflacionario resulte sustentable en el tiempo. En primer lugar, si bien la imposibilidad de financiar los desequilibrios fiscales con emisión monetaria evita la existencia de pesos excedentes y consecuentemente elimina las presiones inflacionarias, el mantener una situación de desequilibrio fiscal permanente obliga a la colocación de deuda para financiar el mismo, siendo ésta la génesis de los problemas de deuda.
"¿En qué se basó el éxito del plan de convertibilidad para combatir la inflación? Primero en la prohibición por ley de emitir dinero"
En segundo lugar, resulta crucial la flexibilidad de precios a la baja. Cada vez que una economía sufre un shock externo (como ejemplo se podría citar una baja del precio de la soja) parte de la academia recomienda devaluar la moneda nacional para lograr el rebalanceo de las cuentas externas a través de la baja en el ingreso en dólares y la consecuente caída de las importaciones, sin tener en cuenta el impacto que una devaluación tiene sobre la dolarización de portafolios.
Este mecanismo de ajuste, llamado de manera romántica "reducción de costos argentinos", en realidad tiene por finalidad disminuir el poder de compra de los salarios en términos de dólares, de manera de compensar la baja de precios en los mercados internacionales.
Una manera de evitar los efectos de estas bajas es la acumulación de fondos anticíclicos en los momentos de bonanzas (evitando mal gastar esos ingresos), para utilizarlo en los momentos de baja. Esta solución es mucho más lógica que la de alterar los ingresos de los trabajadores en función de la fluctuación de los precios internacionales. Si por algún motivo resulta necesario bajar el ingreso de algunos sectores es mucho mejor hacerlo bajándolos directamente y no de manera indirecta a través de políticas que tienen impactos mucho más amplios.
Con la inflación no se convive, se la debe eliminar de cuajo. Está claro que el combate de la misma demanda esfuerzos que no está claro que desde la política, ni siquiera la sociedad en su conjunto, estén dispuestos a enfrentar. De no hacerlo, el resultado será que el gasto público que no alcanza a cubrirse con impuestos continuará financiándose con inflación, el más cruel de los impuestos.