El temido período post electoral y los tres grandes desafíos en materia económica que enfrenta el Gobierno
Pasadas las elecciones de medio término, comenzamos a transcurrir el ansiado y temido período post electoral. Con un oficialismo sin mayoría en ninguna cámara y habiendo perdido a nivel nacional por más de 8 puntos de diferencia, quedando relegados en distritos claves como la provincia de Buenos Aires, la pregunta del millón es: ¿y ahora cómo seguimos?
Para comenzar una buena noticia, la economía en su conjunto no necesita un ajuste en el nivel de gasto agregado. La cuenta corriente de la balanza de pagos es el resultado de la diferencia entre los ingresos y gastos del país. El superávit externo que registra el país da cuenta de que el nivel de gastos agregado de la economía es inferior a los ingresos, de aquí que no sea necesario un ajuste.
Sin embargo, al analizar la composición de éste se observa un sector público deficitario, mientras que el sector privado presenta un superávit que más que compensa el desequilibrio del sector público. El superávit externo es producto de la incertidumbre respecto sobre como el gobierno encarará la resolución de los desequilibrios que enfrenta la economía nacional.
Los tres desafíos poselectorales en materia económica se pueden resumir en:
- La necesidad de reducir el desequilibrio fiscal
- Recomponer precios relativos
- Lograr un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Luego de un fuerte ajuste fiscal llevado a cabo entre octubre 2020 y el pasado mes de mayo, la economía entró en modo "electoral", el que se profundizó luego de las PASO. El deterioro de la situación fiscal, en una economía sin acceso a los mercados de capitales, fue financiado con emisión monetaria por parte del BCRA, la cual no es demandada por el público debido a la creciente incertidumbre.
"A pesar del bajo nivel de reservas del BCRA y las presiones sobre el mercado de cambios, el Gobierno opta por el mantenimiento de la política cambiaria"
Con una oferta de pesos creciente, y una tenue demanda de estos, el mercado de base monetaria registra un exceso de oferta, el que se vuelca a la demanda de bienes y divisas. La demanda de bienes no transables genera actividad económica, mientras que la de transables deteriora las cuentas externas, a la vez que la demanda de divisas incrementa la brecha cambiaria. Esto desincentiva la liquidación por parte de exportadores a la vez que fomenta el pago de importaciones, deteriorando el nivel de reservas del BCRA.
A pesar del bajo nivel de reservas netas que ostenta el Banco Central y las fuertes presiones sobre el mercado de cambios, el Gobierno opta por el mantenimiento de la política cambiaria, ya que esta es una de las bases de la "política" antiinflacionaria.
Las medidas "antiinflacionarias" se limitan a evitar la aceleración en la depreciación del tipo de cambio oficial, el retraso de las tarifas y los acuerdos de precios, devenidos en congelamiento de estos. A pesar de todo esto, la inflación acumulada en los últimos 12 meses superó el 50 por ciento.
El sostenimiento de estas medidas genera la necesidad a futuro de recomponer precios relativos, dado que el sostenimiento de éstas resulta imposible a menos que se recurra a más controles, que por supuesto vendrían con su costo en términos de actividad económica. Argentina tiene una vasta experiencia en controles de precios y el impacto sobre la prestación de servicios y el abastecimiento de productos que los mismos provocan.
Finalmente, la necesidad de acordar con el FMI. Este acuerdo busca dos objetivos, por un lado, lograr la refinanciación de los casi 20 mil millones de dólares que el Gobierno nacional tiene que afrontar el año próximo con el organismo internacional de crédito. Por el otro lado, en una economía donde su principal problema es la falta de credibilidad, un acuerdo con un organismo internacional podría ayudar a comenzar la reconstrucción de esta.
"En una economía donde su principal problema es la falta de credibilidad, un acuerdo con el FMI podría ayudar a comenzar la reconstrucción"
Enfrentar los desafíos que presenta la economía nacional demandan la compresión de estos, la decisión de encarar su resolución, y el poder político para soportar los costos sociales y políticos que tendrían en el corto plazo.
Ahora bien, no enfrentar estos desafíos podría resultar más tentador dado los menores costos de corto plazo, pero en la medida que se continúen profundizando las distorsiones, más imperiosa se volverá su corrección, y más costosa será la misma.