Movimientos autonomistas de Uruguay hacen crujir el Mercosur: qué implica para el bloque
Por Marcelo Elizondo, especialista en negocios internacionales
Uruguay ha anunciado que iniciará por su cuenta negociaciones para posibles acuerdos comerciales con países o mercados fuera del Mercosur. Algo que el Mercosur jurídicamente no convalida.
Efectivamente, el Mercosur prevé que la política arancelaria para sus socios debe ser común (así lo dispone el constitutivo Tratado de Asunción) por lo que la celebración de acuerdos con terceros mercados debe ser aprobada por todos y aplicada a todos (consenso) los socios.
Así, institucionalmente está vedado a los miembros del bloque definir condiciones arancelarias con autonomía -por si o en pactos externos con quien fuere-. Consensos o nada.
Pero lo que comienza a discutirse es si no debe cambiarse esa restricción que tiene 30 años de antigüedad. El mundo cambió. El Mercosur, no.
Ocurre que Uruguay, que se ha especializado en agroexportaciones, quiere ahora y como política estratégica, más internacionalidad y como efecto de ello, reducir la carga arancelaria que paga al ingresar a terceros mercados (especialmente asiáticos) porque esa carga (y otras restricciones costosas adicionales no arancelarias que también padece) es más alta que la que enfrentan muchos de sus competidores en el resto del mundo. Y para ello necesita pactos comerciales con esos mercados elegidos.
Uruguay busca mejoras en la condición de acceso a sus mayores clientes potenciales porque la visión regionalista está en crisis: desde hace algunos años Latinoamérica pierde relevancia como actor del comercio internacional y poco puede esperarse de una estrategia hacia la propia región. En cambio, otros mercados dinámicos como Asia invitan a desarrollar acciones de inserción internacional. Así, mientras Latinoamérica genera hoy solo 3,3% de todas las importaciones mundiales, Asia lo hace en 32,2% (10 veces más). Las regiones con mayor participación en las importaciones mundiales son Europa (que genera 36,5% del total y dentro de la cual la UE explica 29,5%), Asia (32,2%) y Norteamérica (18,6%). Luego, Latinoamérica y África generan cada una poco más del 3% del total planetario.
Pero el Mercosur es un bloque con poca internacionalidad y pensado para comerciar dentro de sí mismo. O con la propia región. Y padece cierta escasez de pactos comerciales de apertura recíproca con terceros mercados mas lejanos. Pactos que otros países lograron en el mundo.
Últimamente, a la vez, Brasil también está reclamando más internacionalidad para el bloque. Un riesgo del movimiento de Uruguay, por ende, es que genere adhesiones.
Mientras, es Argentina quien está siendo el socio del bloque que hoy con más firmeza se opone tanto a tratados con terceros como a la flexibilización de condiciones (Argentina es fiel a su tradición proteccionista). Esta posición argentina está generando cierta crisis de identidad en el Mercosur: diferencias esenciales entre los socios (mas aperturistas algunos, más proteccionista otro).
Lo que emerge es una diferencia sustancial de diseño. Basado en un rígido modelo de unión aduanera, que solo alcanza al comercio físico y no a la nueva economía del capital intelectual, el bloque soporta una rigidez impropia de la época.
En el Mercosur (que apenas genera 3% del producto bruto mundial) la relación entre exportaciones totales (a todo el mundo) y el PBI sumado del bloque es la menor entre todos los acuerdos de integración de países existentes del planeta.
Y en el Mercosur, la cantidad de empresas exportadoras es solo la mitad de las existentes en la vecina Alianza del Pacifico de los cercanos países latinoamericanos de occidente. Algo cruje.
Los reclamos obedecen a necesidades y a intereses.
Marcelo Elizondo es especialista en negocios internacionales. Presidente de ICC Argentina. Director de la maestría DET en el instituto tecnológico de Bs. As. Presidente de LIDE Internacional. MBA de la universidad politécnica de Madrid, España.