COMERCIO EXTERIOR

El histórico acuerdo Mercosur-UE, también bajo riesgo de quedar supeditado a la "emergencia económica"

El ministro Kulfas, quien había sido muy crítico con el tratado de libre comercio, recibirá a empresarios Pyme. Los puntos más polémicos
COMEX - 22 de Enero, 2020

La firma del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea se convirtió en uno de los grandes problemas que deberá resolver el Gobierno de Alberto Fernández en el terreno de las relaciones internacionales.

Desde aquel día en Bruselas, cuando el entonces canciller Jorge Faurie le envió un mensaje a Macri, entre lágrimas, felicitándolo por haber alcanzado este pacto histórico, el escenario cambió radicalmente. 

Ahora, el Gobierno está frente a una muy compleja definición política. Por un lado, deberá mostrar su cintura frente a Bolsonaro, que amenazó con hacer estallar el bloque si la Argentina se bajaba del pacto con la UE.

En paralelo, tendrá que escuchar a los sindicatos y deberá además hacer espacio a los empresarios Pymes, con los que este miércoles abrirá las rondas de consultas para conocer a fondo sus inquietudes. Y, para completar el cuadro, también tendrá enfrente al campo, que figuran a priori como el gran beneficiado de este pacto entre bloques.

Son demasiados ingredientes para un acuerdo que, si bien llevó cerca de 20 años de negociaciones, tiene una letra chica que definirá el futuro de la industria nacional y cuyos detalles corrieron por cuenta de un gobierno que ya no está en el poder.

El año pasado, el acuerdo pudo consolidarse porque el macrismo estaba en sintonía con el bolsonarismo en Brasil. Ese buen feedback hizo posible que desde el Mercosur se avanzara con la negociación. Pero ahora, tras el fuerte giro político, el futuro del TLC es una verdadera incógnita. Incluso, hay quienes ya afirman que, así como está, nadie estará dispuesto a ponerle la firma final. 

El mismísimo Alberto Fernández, cuando era candidato a la Presidencia, se expresó en contra apenas se conoció la noticia de la firma del pacto bilateral: "Lo que aparece como acuerdo condena a la Argentina a un proceso de desindustrialización muy grande. Y lo que necesitamos es levantar las persianas de las industrias. Mi obsesión es que no haya un solo argentino sin trabajo", reza el tuit del ahora Presidente, que acumula casi 600 likes y todavía está disponible en su perfil.

En paralelo, está Ariel Schale, ahora secretario de Industria, quien fue una figura importante durante la negociación con los europeos en épocas del kirchnerismo. Cuando las tratativas estuvieron en manos del Gobierno de Macri, Schale, siendo director ejecutivo de Fundación ProTejer, también se mostró muy duro sobre los efectos que el acuerdo podría tener sobre el entramado fabril nacional.

Los industriales que se oponen al pacto que terminó alcanzándose conocen cómo piensan y qué postura tenían muchos de esos referentes que hoy son funcionarios de primera línea.

Y confían en tener de su lado a Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo, quien a comienzos de enero no ahorró críticas contra Macri, al afirmar que su gobierno "apuró ese acuerdo" y que fue "una muy mala negociación". Además, Kulfas criticó la "falta de transparencia", ya que "los sectores involucrados se enteraron por los diarios".

"Hubo falta de estudios de impacto y desconocimiento de algunas cláusulas", agregó el funcionario, para luego completar que se reunirán con diversas cámaras empresarias para, recién ahí, "poder decidir sobre bases ciertas" el futuro del TLC.

Por eso es que este miércoles a las 16 horas, el funcionario recibirá a representantes de la Confederación General Empresaria y a la Cámara de la Industria del Calzado. Todavía no fue oficializado pero luego podría seguir el turno de los empresarios textiles, fabricantes de autopartes y otras ramas de actividad.

Una delgada línea roja

La idea del ministro es escuchar las principales objeciones de boca de los propios industriales. Luego será tiempo de preparar un informe que deberá ser evaluado por el Presidente y el canciller, Felipe Solá.

Como se dijo, Bolsonaro ya avisó en repetidas ocasiones que si la Argentina se bajaba del acuerdo, el Mercosur se rompía. Fernández, que vino poniendo paños fríos en las últimas semanas para no crispar la relación bilateral, dijo que el Mercosur es "sumamente" importante para el país y que su objetivo es fortalecerlo.

La continua tensión con el mayor socio comercial genera que el Gobierno no pueda tirar todo por la borda y rechazar de plano el TLC con el Mercosur. Pero, como contrapartida, darle luz verde así como fue firmado tampoco es un escenario que se imagine fácil, dado que Alberto F. estaría avalando todo lo que se criticó del macrismo.

Por eso es que, más que nunca, hoy lo que busca ganar el Gobierno del Frente de Todos es tiempo. 

Industriales reclaman cambios  

El pacto firmado por ambos bloques durante la gestión de Macri actualmente está en la etapa de revisión legal, luego deberá traducirse (en total son cerca de 25 idiomas) y, posteriormente, vendrá la revisión definitiva, antes de que el texto llegue al Congreso. De prosperar, deberá ser ratificado por los jefes de Estado del Mercosur. Pero este escenario hoy suena a película de ficción.

La etapa de revisión que propone ahora la administración de Fernández no estaba contemplada cuando se firmó el TLC.

Hay expertos que advierten que no se puede empezar a emparchar un acuerdo que contó, en su momento, con el visto bueno de los países miembro de ambos bloques.

Pero, desde la postura de los empresarios Pyme, el pacto firmado -que prevé la desgravación de más del 90% de las posiciones arancelarias de bienes industriales-, representa más un riesgo que una oportunidad. Y eso es lo que le plantearán a Kulfas.

"Los sectores más vulnerables de Europa y de Argentina no desean este acuerdo", resume en diálogo con iProfesional Raúl Zylbersztein, secretario general de CGERA.

El empresario y dirigente empresario remarcó varios de los puntos más delicados del acuerdo. Uno de ellos está vinculado con el daño que podría causarle al entramado fabril nacional.

"La UE no necesita proteger su industria por el mecanismo de aranceles. Pero el Mercosur tiene aranceles del 20 al 35%. Bajarlos a cero es una gran asimetría para los sectores mano de obra intensiva", advierte Zylbersztein.

El Observatorio de Empleo, Producción y Comercio Exterior (ODEP) ya había alertado sobre los riesgos de alcanzar el libre comercio con las potencias europeas: un trabajo de este think tank advirtió que habría en zona de riesgo 186.000 puestos de trabajo en el sector industrial por la baja de aranceles. Y 47.000 de esas pérdidas se darían en los sectores sensibles, como muebles, textil, calzado y marroquinería.

Un dato para nada menor: Paula Español fue quien publicó ese informe. Hoy está al frente de la Secretaría de Comercio.

Zylbersztein también advierte que el grupo de productos que quedaron excluidos de la negociación, es decir, a salvo de la desgravación arancelaria, terminó siendo muy reducido, pese a que en su momento desde Cambiemos les habían pedido que entreguen un listado con los bienes que más podían sufrir el impacto del TLC, desatendiendo así las urgencias de los sectores Pyme.

El secretario general de CGERA agrega que tampoco se hizo ningún estudio del impacto que tendrá en las economías y cadenas de valor de la Argentina y que "solo se privilegió el negocio de ciertos productos primarios".

Además, el directivo encendió una luz de alerta por el desfasaje de competitividad que terminó generándose entre la Argentina y Brasil, a raíz de la reforma laboral.

Bolsonaro, según Zylbersztein, "le dio una herramienta a los industriales, para avanzar en el acuerdo: una reforma laboral profunda, mejorándole y en mucho, los costos laborales, con el objetivo de darle competitividad y que sea aceptado este acuerdo, aunque por lo bajo protesten de la misma manera".

Cabe recordar que en la Argentina, se pretendía replicar el mismo camino del mayor socio comercial. De hecho, el entonces ministro de Producción de Macri, Dante Sica, apenas se firmó el pacto pidió "acelerar reformas" que debían haber "empezado ayer". Se refería, entre otras cosas, a la reforma laboral, que luego no pudo prosperar en el Congreso de Argentina como sí sucedió en el parlamento de Brasil.

El directivo de CGERA plantea que este es uno de los puntos más controvertidos: "Esa reforma fue muy fuerte y le quitó derechos a los trabajadores. Acá no hay plafón político para que se trate un cambio de este tipo. ¿Vamos a firmar igual el acuerdo con la Unión Europea en esa inferioridad de condiciones?".

Por eso considera importante que "los sindicatos se pronuncien y evalúen las implicancias del acuerdo con la Unión Europea y si todo esto va a traer más trabajo o no para la Argentina, que es lo más importante".

Zylbersztein agrega otra cuestión no menor: este "mega TLC" se está firmando en un contexto global en el que las negociaciones bilaterales están por encima de la visión multilateralista. "Los bloques de libre comercio se están resquebrajando: Inglatrra sale de la UE y Estados Unidos rompe acuerdos y se hace proteccionista", plantea.

Así, el Gobierno tiene enfrente una verdadera partida de ajedrez. Solá, al frente de Cancillería, reconoció en un comunicado que Brasil "está dispuesto a aprobar el acuerdo con la Unión Europea", mientras que la Argentina "ató este punto al impacto sobre la industria y la opinión de los empresarios y trabajadores".

Los empresarios Pymes ya salieron a rechazar el pacto. En tanto, desde la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur, integrada desde por la CGT y la CTA, advirtieron tiempo atrás que este TLC tendría un "funesto impacto" sobre el sistema productivo.

Ahora, el Gobierno busca ganar tiempo hasta definir estrategia con muchos intereses en juego.

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