El real brasileño se devaluó casi 9% en agosto
El real brasileño llegó a fin de agosto con una devaluación de 8,5%, en lo que representa su mayor derrumbe en los últimos tres años. Además, en lo que va del año, la moneda se depreció más del 20% con respecto al dólar.
Este viernes, el real cerró a 4,07 unidades por dólar. De esta manera en la jornada subió un 1,8% y acumuló un incremento del 0,8% en la semana.
Sigue el crecimiento
La economía de Brasil se mantuvo a flote con un débil crecimiento trimestral de 0,2% en el segundo trimestre de este año, marcado por una huelga de camioneros y por las crecientes incertidumbres electorales, informaron el viernes fuentes oficiales.
La estimación promedio de 23 analistas consultados por el diario Valor era de un incremento trimestral de 0,1% de la mayor economía latinoamericana.
En el periodo enero-marzo, el crecimiento había sido de 0,1% respecto al cuarto trimestre de 2017, según los datos revisados a la baja por el instituto de estadísticas IBGE (la evaluación anterior era de +0,4%).
En comparación con el mismo periodo de 2017, el PIB del periodo abril-junio creció 1%. Y en el acumulado de cuatro trimestres, 1,4%, precisó el IBGE.
Brasil salió en 2017 de dos años de recesión, con una expansión de 1%.
La expectativa inicial del gobierno de Michel Temer y del mercado era que este año el despegue se consolidara, con un aumento del PIB de cerca de 3%; pero el recelo de inversores y consumidores y la huelga de camioneros que a fines de mayo paralizó once días al país redujo esas proyecciones a la mitad (en torno a 1,5%).
"El contexto de debilidad política, de oportunismo, de corporativismo y el escenario político agitado (...) costaron al menos una caída de 50% del PBI proyectado", escribió la consultora Infinity Assets.
El agitado segundo trimestre repercutió principalmente en la industria, que registró una contracción de 0,6% en comparación con el trimestre anterior; la agricultura se estancó (0%), en tanto que el sector servicios, que representa las tres cuartas partes del PIB, mantuvo la economía a flote, con un aumento de 0,3%.
Por el lado de la demanda, el renglón más afectado fue el de las inversiones (formación bruta de capital fijo), que cayeron 1,8%. El consumo de las familias aumentó 0,1% y el de las compras gubernamentales 0,5%.
La desconfianza de los inversores es alimentada por sondeos que muestran que hasta ahora ningún candidato identificado con las políticas de ajuste fiscal figura entre los favoritos para las presidenciales de octubre.
Un programa difícil de vender, en un país que cuenta con casi 12,9 millones de desempleados (12,3% de la población activa) y con casi 5 millones de personas que desistieron de buscar trabajo a causa de la anemia del mercado laboral.