Los argentinos ya gastan el triple en viajes y compras en el exterior que en los shoppings del país
El balance luce muy preocupante para los funcionarios del gabinete macrista. El consumo en general, salvo excepciones, muestra un pobre dinamismo.
En el caso de productos masivos, la consultora Kantar Worldpanel confirmó en su último reporte que diciembre fue muy flojo para la actividad, con un nivel de ventas que experimentó una caída del 1% respecto del mismo período del año pasado.
En paralelo, la facturación de los grandes centros de compras de Ciudad y Gran Buenos Aires tampoco arroja buenas noticias.
Las ventas en shoppings crecieron tibiamente en términos nominales pero, si se considera la inflación, en realidad terminaron cayendo un preocupante 5%, según datos del INDEC.
La contracara de esta tendencia es el boom de gastos que argentinos vienen realizando en el exterior y que acaba de tocar un récord. Esto confirma que, más allá de las fluctuaciones del tipo de cambio, las tarjetas de crédito están al rojo vivo.
"Venimos siguiendo el tema muy de cerca y es un flagelo que preocupa y mucho. El hecho de que se vayan tantos dólares de la economía termina afectando tanto a los comercios como a las fábricas nacionales", advierte a iProfesional Pedro Cascales, secretario de Industria de la CAME.
Según el INDEC, durante los últimos doce meses, los turistas gastaron fuera del casi u$s12.700 millones, incluyendo los tickets aéreos, lo que implicó un salto del 25% respecto el 2016 (ver cuadro).
Un dato sin dudas preocupante es que, en ese mismo lapso, los extranjeros que visitaron la Argentina dejaron, entre compras y pasajes, apenas u$s2.000 millones.
Si bien implicó una mejora respecto de 2016, la cifra marcó una fuerte caída del 46% respecto de los niveles de 2010, cuando los turistas del exterior habían gastado en la economía local casi u$s3.700 millones.
El año 2010 fue, de hecho, el último en el que el país gozó de un balance positivo en su cuenta turística.
A partir de allí, tras las restricciones cambiarias impuestas durante la época kirchnerista y el crónico problema del atraso cambiario –que terminó haciendo cara a la Argentina en términos de billetes verdes-, la canilla nunca más pudo cerrarse.
El déficit en 2017 fue récord, al trepar hasta los u$s10.662 millones, una cifra que incluso supera al rojo de la balanza comercial, que se estima en más de u$s9.000 millones.
Al respecto, un informe de la consultora ACM plantea que el fuerte saldo negativo que arrojan ambas balanzas "evidencia un peso apreciado que se sostiene gracias al ingreso de divisas por parte del endeudamiento y de la inversión financiera de no residentes".
En este contexto, un dato que revela la verdadera dimensión del boom de compras en el exterior lo marca el hecho de que, en la actualidad, los argentinos gastan mucha más plata fuera del país que en los casi 40 shoppings de Capital y el Conurbano, en los que operan más de 2.800 locales comerciales.
¿Cuánto más? Exactamente el triple.
Sin contar la compra de pasajes aéreos, los turistas y quienes utilizaron el servicio de "microimportación" puerta a puerta, terminaron gastando fuera del país casi u$s10.600 millones durante 2017.
Convertido al tipo de cambio oficial promedio del año pasado, esto representó una "fuga" de $178.000 millones.
Como contrapartida, proyectando los datos acumulados hasta noviembre, la facturación de los centros de compras finalizó el 2017 en un valor cercano a los $61.200 millones.
Es decir que el "tarjeteo" fronteras afuera terminó equivaliendo a casi tres veces los gastos realizados por los consumidores en estos casi 40 shoppings.
Para ponerlo en perspectiva, y como se observa en el cuadro anterior, en 2010, último año en el que la Argentina había registrado un superávit en la cuenta turística, la "pulseada" la habían ganado los centros de compras. A partir de allí, se revirtió la tendencia.
Gastos con tarjeta, "a full" en enero
Lo que más preocupa a las cámaras empresarias locales es que este fenómeno, lejos de haberse enfriado tras la suba del dólar por encima de los $19, siguió potenciándose.
Un "termómetro" que permite monitorear cómo evoluciona el humor de los argentinos que viajan al exterior o compran directamente desde el país con sus plásticos a través de páginas de comercio electrónico, como AliExpress o Amazon, es el saldo de gastos con tarjeta en dólares.
Según datos actualizados a la primera quincena de enero, dicho saldo acumula una cifra récord para ese período, superior a los u$s550 millones, nivel que se ubica un 26% por encima de igual lapso de 2017 (ver cuadro).
Alerta en la industria nacional"Nos preocupa el desbalance entre los argentinos que viajan y los extranjeros que llegan al país porque el déficit es fuerte", plantea el directivo de la CAME, que adelantó que para incentivar la llegada de visitantes estarán planteando a los funcionarios la necesidad de replicar los incentivos impositivos que instrumentaron otras plazas, como Uruguay, que aplicó una devolución de IVA para gastos en hotelería y gastronomía.
En diálogo con iProfesional, Pedro Bergaglio, directivo de la Fundación ProTejer, ratificó que "lo que más se compra en el exterior es ropa y electrónica".
La indumentaria, además, es uno de los principales ítems que se importan –junto con calzado- a través del sistema de envío de paquetes postales, conocido como "puerta a puerta", que desde que fue reflotado en agosto de 2016 ya generó el ingreso de 2,8 millones de encomiendas.
Según una estimación sectorial, el último año los argentinos compraron ropa fuera del país por un valor de entre u$s2.200 y u$s2.400 millones.
"Estamos hablando de un número importante. La sensación es que, en un país que debiera cuidar su divisa, se está promoviendo el gasto en el exterior, en detrimento de la industria nacional", plantea el experto, quien agrega que un dólar a $19 no funciona como un desaliento a este fenómeno.
Un dato que no se puede pasar por alto es que las empresas instaladas en el país importaron ropa a través de la vía formal, -es decir, con despacho aduanero-, por un valor cercano a los u$s1.700 millones.
Es decir que actualmente es más la indumentaria que traen los turistas en sus valijas que todo lo que ingresan marcas y cadenas internacionales, como Zara.
Bergaglio advierte que la industria textil en la Argentina "es intensiva en mano de obra. Y, por la fuerte carga impositiva y los altos costos financieros, la rentabilidad del sector es muy finita".
"La realidad es que la ropa en el país no es cara cuando se produce pero sí cuando se comercializa, por estos factores y por otras variables, como la elevada renta inmobiliaria", acota.
De acuerdo con el último relevamiento realizado por ProTejer, del precio final de una prenda, como un jean o una remera, el 50,3% está explicado por la carga financiera, mientras que apenas el 8,5% del total queda entre los fabricantes.
En este contexto, Cascales, de CAME, también pone el foco en los sobrecostos que pesan sobre la industria nacional: en el caso de las Pymes, un 42% de la facturación está conformada por impuestos, muchos de los cuales "no tienen equivalencia en otros países de la región, como Ingresos Brutos, que se paga en diferentes etapas de la cadena productiva y de comercialización".
Matías Bolis Wilson, jefe del departamento de Economía de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), considera que el creciente caudal de dólares que salen por la cuenta turismo "responden, entre otras cosas, a que la economía doméstica hoy está cara por el alto costo que pesa sobre las empresas".
Según datos de la entidad, una prenda hoy puede costar en un comercio porteño un 74% más que en Chile y un 105% más que en un local de Miami.
"La realidad es que, en algunos ítems, es más barato comprar afuera. Ahí se abren dos caminos rápidos: o subir el dólar, que no es una buena solución, porque es de corto plazo e impacta sobre precios y salarios; o cerrar la economía, que tampoco es beneficioso", plantea.
"La única medida sostenible en el tiempo es ganar competitividad, más allá de la cuestión cambiaria. Y esto se consigue bajando la carga impositiva y logrando estabilidad en las variables sensibles de la economía", plantea.
En este sentido, genera expectativa la pronta reglamentación de la reforma tributaria que convirtió en ley el macrismo.
¿Se agravará el déficit? En plena puja entre el Banco Central y el "ala política" del Gobierno, conformada por aquellos funcionarios del Gabinete más preocupados por darle mayor impulso al nivel de actividad que al control inflacionario, el titular de la entidad, Federico Sturzenegger, debió ceder y elevar la meta del índice de precios para este año.
Luego, retocó muy levemente la tasa de referencia. Si bien se trató de una movida que en la City se consideró una "baja testimonial", estas dos acciones motivaron a que economistas y bancos revisen sus proyecciones para dos variables fundamentales que hacen a la competitividad cambiaria: dólar e inflación.
Según el relevamiento de Focus Economics, que contempla las estimaciones de 40 consultoras y bancos, el consenso es que:
-El billete verde suba casi un 13% durante el año, hasta los $19,97.
-El índice de precios trepe por encima, cerca de un $18,6%.
En otras palabras, los expertos esperan que se vuelva a repetir un escenario de atraso cambiario, un factor que no ayudará a que la industria nacional mejore sus costos en dólares.
Sin embargo, el hecho de que se pueda repetir un boom de turismo y compras en el exterior, está íntimamente vinculado con otra variable, que es la suba salarial.
Es decir, cómo evolucionará el poder de compra de los argentinos en moneda dura.
En este sentido, el Gobierno ya anticipó a través de su ministro de Trabajo, Jorge Triaca, que pretende que las paritarias fijen este año aumentos del 15%, un porcentaje que, sostuvo, permitirá "recomponer salarios" y "puede ser pagado" por los empleadores.
Más allá de que algunos líderes gremiales rechazaron la postura oficial -como Juan Carlos Schmid, quien consideró una "fantasía" ese planteo-, una mejora de las remuneraciones en un 15% implicaría un alza levemente superior a la prevista para el dólar.
En otras palabras, los bolsillos de los argentinos no perderían poder de fuego en el exterior, de acuerdo con estas estimaciones.
"Se espera que el déficit del sector turístico se profundice en el corto plazo", advierten desde Ecolatina.
Según la consultora, en 2018 el tipo de cambio –en términos reales-, no sufriría cambios significativos, por lo que "se mantendría el atraso cambiario existente".
"Este fenómeno, sumado a un poder adquisitivo en dólares que experimentaría una leve mejora el año, probablemente contribuya a la profundización del déficit de divisas por turismo que viene experimentando Argentina durante los últimos siete años", concluyen.