La "billetera" no aguanta: el BCRA pisa importaciones y la deuda ya trepa a u$s14.000 millones
Promediando el cierre del primer semestre, el Gobierno intentó calmar los ánimos de los empresarios asegurándoles que se iba a abrir una nueva etapa: comenzaría a regularizarse la autorización de divisas para el pago de importaciones y, además, se ampliaría el cupo de dólares para diversas ramas de actividad, altamente dependientes de insumos del exterior.
Así fue como, con bombos y platillos, desde el Ministerio de Industria se anunció un incremento generalizado de la autorización de billetes verdes del orden del 30% para una amplia gama de sectores.
Además, el propio titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, salió a confirmar que se iban a ir regularizando los pagos, de modo de achicar la enorme deuda que las empresas mantienen con proveedores y casas matrices del exterior.
Desde la Consultora Ledesma destacaron que en julio y con las PASO a la vista, el Gobierno se había mostrado menos restrictivo. Si bien no se podía hablar de un “boom importador”, para los analistas, la habilitación de permisos por parte de la Secretaría de Comercio Interior y del Banco Central fluyó con un poco más de celeridad.
El objetivo de corto plazo fue minimizar las críticas del sector empresario e intentar impulsar el consumo, que estaba pegando el “faltazo” en la previa a las elecciones de agosto.
Y esta mayor flexibilidad quedó plasmada en las estadísticas. Según la Consultora Ledesma, “en julio se desaceleró el ritmo de contracción de las importaciones, ya que en la antesala de las PASO, y al igual que ocurrió en su momento con el dólar ahorro, la prioridad pasó por restringir lo menos posible”.
Es por eso que, aun a pesar del esquema administrativo implementado desde el Gobierno con el objetivo de asegurar un saldo neto de divisas positivo, el valor de las compras de bienes al exterior cayó apenas 3,7% en julio último respecto al mismo mes del año pasado, tal como informó el INDEC.
Sin embargo, una vez que pasaron los comicios, la flexibilización del “cerrojo” aduanero se terminó.
En diálogo con iProfesional, Miguel Ponce, director del Centro de Estudios del Comercio Exterior, confirmó que “la orden que bajó desde el Banco Central fue la de habilitar menos divisas”.
“Estamos muy preocupados, porque venimos dialogando con cámaras de diferentes ramas de actividad y todos coinciden con que les están autorizando menos dólares”, disparó el experto, quien agregó que “esto es grave, porque se produjo automáticamente luego de las elecciones. Y va en contra del discurso que venía teniendo el kirchnerismo, de que iba a comenzar a priorizar a la industria”.
Fuentes de la cámara que nuclea a fabricantes de electrónica de Tierra del Fuego, confirmaron a este medio que, en las últimas dos semanas, les achicaron el cupo de u$s300 millones mensuales entre un 20% a un 25%.
En el caso de las automotrices, la situación es más preocupante: el vocero de una terminal de capitales europeos aseguró a iProfesional, bajo estricto off the record, que el nivel de autorizaciones se les cayó un un 40%.
Importaciones frenadas o “cajoneadas”
Según Ponce, “a la fecha estimamos que el BCRA mantiene una deuda de u$s8.500 millones por operaciones ya efectuadas pero para las que nunca les habilitó a las empresas los dólares correspondientes”.
Esta cifra es unos u$s500 millones superior al monto que estaba pendiente de pago al cierre del primer semestre y casi un 100% más elevada que el registro de fines de 2014, lo que deja a las claras cómo se fue incrementando la escasez de divisas en la economía.
Sin embargo, esto no es lo único que preocupa a los empresarios: conforme va aumentando la tensión cambiaria y se agudiza el riesgo de una devaluación, más compañías –en general industrias, que dependen de insumos y componentes de afuera para sostener su producción- están pujando para obtener la mayor cantidad posible de permisos para poder ingresar mercadería.
Estos permisos reciben el nombre de Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación, un trámite cuya aprobación recae sobre la Secretaría de Comercio Interior, que comanda Augusto Costa.
El problema es que esa “ansiedad” por parte de empresarios, que buscan adelantarse a un posible salto del dólar, está chocando de frente contra un política mucho más restrictiva por parte de ese organismo.
Al respecto, Ponce aseguró que “sabemos que hay un monto acumulado en DJAI pendientes de aprobación por unos u$s6.000 millones”.
Así las cosas, si se suman la deuda que mantiene el BCRA con el sector privado y las mayores limitaciones que aplica Costa, el total de importaciones que registran problemas alcanza la friolera de u$s14.500 millones.
Esta cifra equivale a compras al mundo a lo largo de tres meses, lo que pone en evidencia el altísimo impacto que estas trabas o demoras tienen en la cadena productiva.
Para Ponce, “el comercio exterior se ha transformado en una verdadera carrera de obstáculos: la Secretaría de Comercio Interior demora las DJAI; cuando se las obtiene, muchas veces el BCRA luego no autoriza la entrega de dólares. Así es como bicicletean a las empresas”.
Acto seguido, agregó que “hay un tercer actor que entró en juego: la Aduana. Del histórico 5% o 6% de operaciones que mandaba a canal rojo, ahora aumentó a un 40%, algo inédito”.
Cabe destacar que cuando un contenedor queda en "canal rojo", significa que debe atravesar un control mucho más intensivo, lo que termina demorando el ingreso de la mercadería al país.
Crece el riesgo de default Desde Coface Argentina, una de las firmas líderes en la gestión de riesgos de crédito y con presencia en más de 60 países, confirmaron a iProfesional que “la deuda que las compañías locales mantienen con sus proveedores y casas matrices constituye un riesgo de impago”.
“En este caso, se trata de un riesgo de default técnico, porque no se debe a un problema de insolvencia de las empresas, sino a un evento político”, afirmó a este medio Salvador Pérsico, subgerente general de Coface Argentina.
Tal como explicaron fuentes de la industria fueguina, en general, los créditos que brindan los proveedores de insumos para la fabricación de celulares o televisores LED, "tienen cobertura de seguro".
¿Cuál es el riesgo? Que entren en juego las aseguradoras. Es que, si finalmente deciden ejecutar las deudas impagas, entonces se caerán automáticamente todos los embarques y la industria se quedará sin componentes para “bancar” la producción.
Además, si se declarase el default, a las empresas argentinas les llevaría mucho tiempo reconstruir las líneas de crédito, lo que podría derivar en un problema de abastecimiento en el mercado interno.
Desde la consultora Ledesma advirtieron que “la autoridad monetaria continúa restringiendo el acceso a las divisas, a costo de encarecer las operaciones de comercio y giro de fondos al exterior, una situación que, a la larga, no sólo impacta negativamente en el desenvolvimiento del nivel de actividad local y el nivel de precios sino que, además, incrementa el costo del ajuste futuro, al impulsar y profundizar los descalces de monedas a lo largo y ancho de la economía local”.
“A todas luces, se trata de una falta total de prudencia por parte del BCRA, que es quien con su normativa debe promover la solidez financiera y cambiaria, impidiendo justamente que ese tipo de descalces se generalicen”, completaron.
El BCRA, sin poder de fuego
A la hora de analizar por qué el Gobierno está restringiendo al máximo las importaciones, todas las miradas se dirigen a las reservas del Central, en momentos en que el blue toca niveles récord y que el mundo asiste a una “guerra de monedas”, con devaluaciones en los principales socios comerciales de la Argentina.
Si se dejan de lado el swap y los pasivos monetarios, los activos netos de la entidad suman menos de u$s12.700 millones, según estimaciones de la Consultora Ledesma.
Esta cifra equivale apenas al 40% de las reservas brutas e implica un deterioro de casi u$s3.500 millones respecto del cierre del año 2014.
Si esto se contrasta con el crecimiento del dinero circulante, “esto está dando por resultado una pérdida de la capacidad de fuego con la que cuenta el BCRA para sostener la estabilidad cambiaria”, alertaron desde la consultora.
Para agravar el panorama, la última gran fuente de divisas que quedaba en pie, el superávit comercial, hoy luce completamente anémico: en lo que va del año aportó tan sólo u$s1.400 millones y se espera que, al cierre de diciembre, apenas alcance los u$s3.500 millones.
Todo un testimonio de cómo el Gobierno está concluyendo este ciclo.
Sucede que ese saldo no sólo se constituiría en el peor resultado de toda la era K, sino que también sería el más negativo desde el año 2000, es decir, antes de que estallara la crisis que le puso fin a la convertibilidad.