Rumbo a foja cero: inflación se come al dólar y el Gobierno se queda con lo peor de la devaluación
A fines de mayo, el titular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, revelaba ante empresarios lo que en el mercado se sabía desde hacía tiempo: la devaluación de enero no obedeció a la presión de grupos económicos, tampoco a una supuesta corrida iniciada por Shell... el abrupto salto del dólar respondió a una decisión instrumentada por el propio Gobierno.
"Se definió con la flotación administrada una modificación del tipo de cambio de 21 por ciento. Fue riesgoso", reconoció el funcionario, para luego agregar que "como consecuencia de la devaluación fue que pudimos equilibrar las reservas y el tipo de cambio".
En ese entonces, algunos economistas, como Dante Sica, de Abeceb, destacaban que, independientemente de las razones que habían motivado el salto cambiario, se abría para la Argentina una ventana de oportunidad para poder capitalizar, luego de años de atraso del dólar, la súbita mejora en la competitividad frente a otras monedas.
Incluso, la propia ministra de Industria, Débora Giorgi, destacaba allá por enero que el país gozaba finalmente de un "dólar competitivo para la industria", el cual iba a permitir traccionar exportaciones y sostener los niveles de empleo.
Lo cierto es que, apenas el Central convalidó el nuevo valor del billete verde en $8, las empresas recuperaron parte del "colchón" perdido.
De acuerdo con estimaciones de Fundación Mediterránea, el tipo de cambio para las compañías nacionales en términos reales respecto del dólar -es decir, considerando la inflación argentina y la de Estados Unidos- pasó a ser similar al de noviembre de 2010. Es decir que, de un saque, se corrigió poco más de tres años de atraso cambiario.
Sin embargo, los manuales indican que, para que una devaluación sea exitosa, la clave es que el único precio que suba es el del dólar, es decir, que dicho incremento luego no sea acompañado por el resto de los precios de los bienes y servicios de la economía.
Así, en enero, la advertencia de los analistas fue contundente: si no se controlaba la inflación, entonces ese salto cambiario para corregir distorsiones no sólo no iba a servir para impulsar a la industria y recuperar terreno en los mercados internacionales, sino que incluso hasta podía perjudicar al consumo interno.
Y esto, en parte, fue lo que terminó ocurriendo: según un informe de Elypsis, la alta inflación acumulada en los últimos meses llevó a que el tipo de cambio real multilateral -es decir, respecto de las monedas de los principales socios con los que comercia la Argentina-, haya perdido gran parte de ese "colchón" logrado a comienzos de 2014.
Según la consultora, al día de hoy "ya se perdió el 61% de la competitividad ganada con la devaluación de enero", tal como se observa en el siguiente cuadro:
En diálogo con iProfesional, Luciano Cohan, economista jefe de Elypsis, sostuvo que "hasta marzo hubo una inflación muy fuerte, ahí se resignó la mayor parte de ese colchón. Luego, si bien el tipo de cambio nominal quedó relativamente quieto, la inflación se desaceleró y las monedas de nuestros socios se apreciaron, con lo cual la pérdida de competitividad no fue tan dramática, pero sí preocupante".
Acto seguido, destacó que "no es una buena noticia que, en apenas unos meses, haya quedado sólo un 40% de lo que se ganó con la devaluación de enero".
Claro que, en algunas ramas de actividad, la ecuación puede ser más negativa aun, dado que a este escenario también se suman variables como la suba de los insumos dolarizados o las paritarias, que impactan de manera directa en los costos de las compañías.
Sergio Vacca, presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, aseguró a iProfesional que "para nuestra actividad, toda esa competitividad que se había ganado con la devaluación quedó totalmente licuada".
El directivo recalcó el hecho de que, tras el salto del dólar, "a los dos meses vino la negociación salarial y tuvimos que dar un primer aumento del 18%. Después, el tipo de cambio se quedó quieto, pero nosotros seguimos sufriendo subas de insumos y materias primas. Si a eso le sumamos que en julio la mano de obra se incrementará otro 12%, entonces podemos llegar a quedar peor parados que como estábamos antes de enero".
En tanto, el presidente de la Unión Industrial (UIA), Héctor Méndez, ya había advertido días atrás que la devaluación no alcanzó para que la industria recupere terreno.
"Hoy la Argentina no es competitiva, yo como proveedor no puedo vender nada", se quejó el directivo, dejando en claro lo poco que ayudó el salto del dólar de inicios de año.
Exportaciones para abajo
Pese a la mejora del tipo de cambio y a la mayor cosecha de soja, la realidad es que, durante los cinco primeros meses del año, las exportaciones se ubicaron unos u$s4.000 millones por debajo de las del año pasado, lo que implicó un descenso del 12%, cuatro puntos por encima que la baja que sufrieron las importaciones.
Así, el superávit comercial se contrajo más del 40% (-u$s1.600 millones) respecto del mismo período de 2013.
Lo más preocupante es que las exportaciones de productos industriales, que son las que más deberían haberse beneficiado con el nuevo dólar de $8, vienen barranca abajo: acumulan una caída del 12% y de los 14 principales productos, que explican más del 90% de los envíos al mundo, 12 de ellos exhiben tasas negativas de variación.
Al respecto, Francisco Gliemmo, presidente de la Unión Industrial del Gran La Plata (UIGLP), señaló que "a pesar de la devaluación de enero, el país perdió competitividad y hasta se exporte menos".
Al trazar una radiografía por rubros, el más emblemático sin dudas es el automotriz, que recibió lo peor del salto cambiario: los precios de los autos en pesos se dispararon, por el alto contenido importado, y así las ventas se desplomaron. Como contrapartida, el dólar de $8 no ayudó a impulsar las exportaciones porque el principal mercado es Brasil, que está afectado por una desaceleración de su economía.
Así, durante los cinco primeros meses del año, el sector acumula desplomes de entre el 22% y el 24% en materia de producción, ventas al mundo y patentamientos.
"Soy escéptico sobre el rol que juega el tipo de cambio en el corto plazo. En menos de un año es muy difícil ver una respuesta positiva en las exportaciones, más cuando hay un contexto inflacionario como el actual. El factor que más impulsa las ventas al exterior pasa más por la performance de nuestros socios, especialmente Brasil, que no está atravesando por un buen momento", sintetizó Cohan.
Además, aun considerando la variable cambiaria, la ecuación tampoco es favorable para la Argentina: bajo la óptica de Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central, "este año terminaremos con 50% de devaluación y 35% de inflación, esto es una mejora de 15 puntos de competitividad, pero que está lejos de los 40 puntos que nos separan de Brasil".
En el caso de las exportaciones de servicios, que tras el 2001 se dispararon gracias al tipo de cambio alto, el escenario actual no es el más positivo.
Según destacaron a iProfesional desde la Cámara Argentina de Centros de Contacto (CACC), en lo que va del año la industria de los call center "no generó ningún empleo".
"La Argentina ya perdió su posicionamiento en el mundo. Desde 2009 que vienen bajando las exportaciones sistemáticamente. De hecho, hoy se están vendiendo pocos servicios al exterior. Lo que ganás con el tiempo, lo perdés en un segundo. Por eso la devaluación de enero no ayudó a que el sector ganara más mercados", sintetizaron desde la entidad.
Cabe destacar que, en 2008, la industria llegó a tener 18.000 puestos de trabajo orientados al exterior. En la actualidad, apenas subsisten 1.000 posiciones, es decir, presenta un derrumbe del 94%.
Al analizar los efectos de la devaluación, los expertos hacen especial hincapié en el impacto negativo que la misma tiene en el poder adquisitivo, ya que termina encareciendo, en pesos, todos aquellos productos atados al valor del dólar. Y esto contribuyó aun más a la desaceleración de la actividad.
En el plano interno, entre los rubros más castigados, está el de línea blanca, que prácticamente no exporta y depende completamente de las ventas domésticas. Dado que hay productos, como los lavarropas, cuyos costos están explicados entre un 40% y un 50% por insumos importados, esto derivó en que el salto del dólar pegara de lleno en los precios de venta al público, a lo que se sumó la limitación en los planes de cuotas.
Así, la demanda de artículos del hogar, según reconocieron a iProfesional desde Garbarino, acumula una caída cercana al 25% en lo que va del año.
También en el plano interno, otro sector seriamente afectado fue el de la construcción, dado que, según Abeceb, "el abrupto incremento de costos que ocasionó la devaluación de enero perjudicó el nivel de actividad", con una caída en términos anualizados de casi 12%.
Cabe recordar que, apenas se produjo el salto del dólar, el Gobierno salió a exigirles a los grandes proveedores de materiales que congelaran los precios de insumos básicos para obras, pero con escasos resultados.
Sin margen para otra devaluación
Al trazar un diagnóstico, Jorge Todesca, titular de la consultora Finsoport, criticó los pobres resultados logrados tras el salto del dólar: "El 75% de la devaluación se fue a precios. Es decir, ha sido bastante inútil para corregir los valores relativos entre los productos nacionales e importados".
En este sentido, es de los que cree que no hay margen para resolver los problemas de competitividad por la vía cambiaria mientras exista déficit en las cuentas públicas.
Otro de los economistas que se mostró crítico ante la posibilidad de que el Gobierno repita la experiencia de enero, fue el polémico ex ministro Domingo Cavallo, para quien si hoy la administrción K quisiese subir el dólar oficial a un nivel cercano al del paralelo, "eso adelantaría los tarifazos, que todavía están pendientes, pero serían mayores a la propia devaluación".
Acto seguido, advirtió que una fuerte depreciación de la moneda local podría generar "una explosión inflacionaria".