Argentina podría tener un enorme potencial para exportar software
Podríamos sustentar dicha apreciación en el valor que tienen sus recursos humanos desde el punto de vista de su formación o una supuesta capacidad creativa, pero, a no engañarse, este es un componente importante, pero no el único y al que tal vez haya que hacerle algunos ajustes.
Por otra parte, se sabe que el crecimiento del mercado de software en español es otra posible fuente de oportunidades de la misma manera que la demanda del mundo desarrollado por más software y que no tiene la capacidad para producir. Pero, otra vez, es solo una posible vía para un crecimiento sostenido de la industria, pero para pensar en desarrollar una industria con posibilidades ciertas, que sea reconocida en el mundo global, hace falta resolver algunas cuestiones:
En primer lugar, hace falta una visión nacional, una política de Estado que defina con claridad que una de las fuentes de crecimiento del país a va a ser el desarrollo de sistemas basados en software. Unido a esto, tenemos que definir a qué mercados vamos a apuntar y cómo nos diferenciamos de los países que son potencia en esto. O sea que lo que necesitamos es un Plan Estratégico de largo plazo en donde tres actores fundamentales se integren para alcanzar los objetivos planteados:
La universidad aliada a la empresa, el estado soportando con políticas y las empresas invirtiendo para incorporar una visión de calidad de productos y servicios sobre la base del mejoramiento de los procesos de producción y de su capital humano.
¿Que aporte concreto daría este Plan Estratégico? Pongamos un ejemplo: uno de los problemas de la industria argentina es la escala de las empresas, casi todas PYMES, a las cuales les resultaría difícil presentarse a proyectos de cierto porte. La solución a este problema podría venir por el concepto de asociatividad entre compañías para enfrentar determinado nivel de proyectos. Pero este modelo de trabajo sólo es posible si existe una base de cultura común que permita integrar las capacidades de diferentes empresas bajo una única visión de calidad.
Por lo tanto queda claro que la integración entre estos actores es lo único que permitirá generar un industria madura, de alta eficiencia y que pueda presentarse al mundo con una oferta atractiva en donde el valor del tipo de cambio sea un componente a tener en cuenta pero no el único ni el diferenciador. Pensar en competir con la India, por citar a un país exitoso en exportación de software, es una utopía, por volumen de exportaciones y trayectoria. Pero podría ser posible en un largo plazo, si hacemos las cosas que se deben hacer y no caemos en el cortoplacismo que caracteriza a nuestra sociedad y que tantos problemas nos ha traído.
Todavía tenemos una infraestructura tecnológica importante que no entró en obsolescencia, pero se debe pensar en inversiones de mediano y largo plazo para la renovación tecnológica y para implementar programas de calidad sólidos y concretos.
Hay que instalar definitivamente la visión de calidad, no sólo para exportar, sino también hacia el mercado interno. La calidad hacia fuera vendrá como consecuencia.
Estos párrafos son sólo conceptos generales, pero hay que entender por qué no hicimos esto antes, hay que hablar con claridad de cuales son los mecanismos de integración entre la Universidad y la empresa, cómo implantar prácticas de calidad en las organizaciones, con qué modelos, qué significa que el Estado dé soporte con políticas y muchos temas más.
Hoy hay organizaciones que están trabajando en este sentido y empresas que están comenzando a marcar rumbo en la industria y este puede ser el camino que no permita generar una verdadera industria del software.