• 20/12/2025
ALERTA

No aprendemos nada. Y eso es lo que más duele

La humanidad se ha repetido a sí misma un patrón triste y brutal: dominar, controlar, exterminar lo que no se comprende o lo que se teme
24/04/2025 - 13:35hs
pensamiento

Mañana es Yom HaShoá. El Día del Recuerdo del Holocausto.

Y no hace falta ser judío para que esto duela.

Hace falta ser humano.

Porque lo que ocurrió no fue solo un crimen contra un pueblo.

Fue un crimen contra nosotros mismos, contra todo lo que podríamos ser.

Seis millones de personas fueron exterminadas por el solo hecho de existir.

Pensalo bien: mujeres, niños, abuelos, familias enteras que fueron arrancadas del mundo como si su vida no valiera nada.

¿Y sabés qué es lo más desesperante?

Que no fue la primera vez.

Ni fue la última.

Ni fue la más grande.

Desde antes y desde entonces, la humanidad se ha repetido a sí misma un patrón triste y brutal: dominar, controlar, exterminar lo que no se comprende o lo que se teme.

Lo hicimos en nombre de religiones, de ideologías, de patrias, de banderas.

Y seguimos haciéndolo.

Hoy, con un clic, vemos en tiempo real cómo se bombardea una ciudad.

Cómo se ejecuta a una persona.

Cómo mueren niños en los brazos de sus padres.

Y a veces… no hacemos nada.

Porque ya nos acostumbramos.

Porque parece que recordar no alcanza.

Porque no aprendimos.

Un maestro budista dijo alguna vez:

"No hay camino hacia la paz. La paz es el camino." – Mahatma Gandhi

Pero seguimos creyendo que la guerra se combate con más guerra.

Que la violencia se cura con más balas.

Que el enemigo es el otro.

Cuando en realidad el enemigo vive adentro:

es nuestro miedo, nuestro ego, nuestra incapacidad de vernos en el otro.

Y eso es lo que más me duele.

Porque tenemos la capacidad de hacer algo diferente.

De elegir la paz, incluso cuando el mundo arde.

De criar hijos que no repitan las heridas.

De mirar a los ojos y decir: "yo no quiero seguir por este camino".

Recordar la Shoá no es solo rendir homenaje.

Es preguntarnos qué hacemos con esa memoria.

Y aunque no tengamos el poder de cambiar el mundo, sí tenemos una parcela de influencia.

Y ahí es donde empieza todo.

¿Qué podemos hacer?

Podemos elegir no alimentar discursos que dividen.

Podemos detenernos antes de compartir algo que genera odio.

Podemos hablar, escuchar, preguntar sin imponer.

Podemos enseñar a nuestros hijos e hijas que no hay un solo punto de vista.

Que nadie tiene toda la razón.

Y que elegir el respeto, aunque duela, es un acto de coraje.

A veces, la paz empieza por callarse a tiempo.

Por respirar antes de responder.

Por no sumar más leña al fuego.

No hace falta ser héroes.

Hace falta ser humanos.

Y elegir distinto, aunque sea en voz baja.

Alan Hecker es instructor de mindfulness, coach ontológico, escritor y maratonista. Cofundador de Armonía Mindfulness, donde acompaña a personas y equipos a cultivar bienestar y calma en medio del caos cotidiano.

Más en: www.armoniamindfulness.com

Escuchá meditaciones y cuentos en Spotify: https://open.spotify.com/show/3Kc5dGfoOcWPc89hHCXRJe?si=0cbdcf3e886e40d1

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