Ideología de género: estos jóvenes transicionaron y se arrepintieron
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En muchos casos, la transición de género inicia como un proceso en el que hombres o mujeres deciden modificar su cuerpo ante la necesidad de que este se vea acorde a su autopercepción. Estos cambios son complejos e implican cirugías, terapias e inyecciones o comprimidos con hormonas, entre otros ítems.
Sin embargo, algunas personas que iniciaron con algún tratamiento de este tipo decidieron revertirlo alegando no estar conformes con los resultados; que los efectos secundarios de la hormonización son muy dañiños para el cuerpo; que han caído en una depresión o demás problemas psicológicos con los que no contaban tener que lidiar previo a la transición.
Chloe Cole: un decisión irreversible
Una de esas personas es Chloe Cole, una joven nacida en 2004 en California, Estados Unidos. Ella, desde temprana edad, manifestó incomodidad con su cuerpo y, a los 12 años, con el aval de sus tutores y profesionales de la salud mental, comenzó su transición social. A los 13 años inició un tratamiento médico con bloqueadores hormonales y testosterona, y a los 15 años se sometió a una mastectomía doble. Sin embargo, con el tiempo, Chloe empezó a experimentar dudas sobre su identidad de género y a los 16 años decidió iniciar su detransición.
Cole expresó que su decisión de transicionar se basó en información que, con el tiempo, consideró insuficiente y errónea, además cree haber sido manipulada por los lobbys LGBT. En ese sentido relató que los médicos que la trataron no exploraron adecuadamente su salud mental ni consideraron otras posibles causas para su disforia de género, simplemente avanzaron con lo que una menor confundida les pidió que hicieran: extirpar sus senos.
En la actualidad, Chloe se convirtió en una activista que advierte sobre los riesgos de las intervenciones médicas en menores y testificó ante el Congreso de Estados Unidos sobre su experiencia. Lejos de estar en contra de la comunidad LGBT, la joven afirma que la lupa sólo debe ubicarse en los menores de edad que, por su inexperiencia e ingenuidad, pueden avanzar con tratamientos y cirugías de las que podrían arrepentirse cuando sean más grandes.

Oli London: de la transición al redescubrimiento personal
Oli London es un influencer británico que se hizo conocido por someterse a múltiples cirugías estéticas con la intención de parecerse al cantante coreano Jimin, de BTS. Pero en 2022, London ganó más exposición al anunciar que se identificaba como mujer y comenzar una transición de género. Sin embargo, meses después, decidió revertir su transición y recuperar su identidad de género asignada al nacer.
Oli afirmó que su transición fue en gran parte impulsada por la influencia de las redes sociales y la presión mediática; explicó que llegó a la conclusión de que su dismorfia corporal y su deseo de ser otra persona no se resolverían con una transición de género. Actualmente, se identifica como hombre y se dedica a crear contenido en redes sociales, donde comparte su experiencia y advierte sobre los peligros de tomar decisiones médicas influenciadas por las tendencias digitales.

Otro caso reconocido en Norteamérica es el de Luka Hein, quien a los 16 años se sometió a una mastectomía doble tras recibir un diagnóstico de disforia de género. Desde una edad temprana, Hein experimentó dificultades con su imagen corporal y, tras investigar sobre la transición de género en internet, decidió que ese era el camino a seguir.
Puntualmente, declaró haberse instruido con videos de YouTube y habérselo comentado a los psicológos con los que trató previó a su intervención y diágnostico. No obstante, también en esta oportunidad, al pasar los años comenzó a sentir que su identidad no encajaba con su nueva realidad.
Luka relató que su proceso de transición no abordó los problemas subyacentes que la llevaron a sentirse incómoda con su cuerpo. A los 21 años, tomó la decisión de iniciar su detransición. Actualmente, Hein también se dedica a compartir su testimonio en distintos espacios y clama por una evaluación más exhaustiva antes de recomendar tratamientos hormonales y cirugías a jóvenes con disforia de género.
Camille Kiefel, una extirpación de sus órganos sanos
El caso de Camille Kiefel, una mujer originaria de Estados Unidos, difiere con los anteriores porque comenzó su tratamiento siendo mayor de edad. A los 30 años, en plena pandemia por coronavirus cuando las atenciones médicas se vieron reducidas ante el temor de contagios masivos, Camille acudió a varios profesionales médicos decidida a extirparse los senos porque, de acuerdo a lo que expresó en ese momento en redes sociales, no se sentía cómoda con ellos, pues se autopercibía no binario.
Según lo que relató a un medio neoyorquino, comenzó a dudar de su sexualidad con una charla que tuvo con su padre y las burlas que recibió durante su adolescencia por cómo se vestía. "Mi padre me contó cómo hablaban los hombres sobre las chicas porque quería protegerme y obligarme a vestirme de forma más conservadora", contó. "Todo eso me afectó mucho. Recuerdo que incluso tenía miedo de estar sola", reconoció y dijo que a partir de allí comenzó a vestir de manera más masculina. "No quería resaltar mis curvas. Tenía muchas molestias en los senos y las caderas", lo que terminó empujándola a hacerse una doble mastectomía.
Pero, poco tiempo después comenzó a cuestionar su decisión y se dio cuenta de que su disforia estaba relacionada con traumas de su pasado más que con una identidad transgénero genuina. "Yo era muy disfuncional y solo quería algo que me ayudara. Pensé que sería más feliz", se lamentó.

Después de este replanteamiento, Kiefel avanzó judicialmente contra los profesiones que avanzaron con la quita de sus senos alegando que no le hicieron una evaluación psicológica profunda. Al igual que Cole, ahora se dedica a compartir su experiencia con el objetivo de generar conciencia sobre la necesidad de un enfoque más prudente y basado en la salud mental antes de tomar decisiones médicas permanentes.
Otro caso reconocido a nivel mundial es el de la española Susana Domínguez que, los 17 años, comenzó su transición de género creyendo que encontraría mayor bienestar en una identidad masculina. Durante su proceso, recibió terapia hormonal y se sometió a intervenciones médicas para modificar su apariencia. Años después decidió revertir la transición de género y, al igual que los sujetos mencionados anteriormente, aseguró que su decisión estuvo ampliamente influenciada por su entorno y la falta de información sobre otras formas de abordar su disforia de género.
"Dijeron que había nacido en un cuerpo equivocado y les creí", explicó Susana ante un medio europeo al hablar de los psicólogos y psiquiatras que la trataron. Después de tres años, su familia denunció al Servicio Gallego de Salud por un falso diágnostico, aunque su madre reconoce que ya no hay forma de revertir el daño.
"¿Cómo se arregla esto?", su hija ya no tiene más aparato reproductor. Pese a su delicado presente, Susana se muestra muy activa como activista en redes sociales donde, junto a su madre, comparten mensajes de concientización sobre la importancia de la contención psicológica para los niños que tienen dudas sobre su sexualidad y género.
Casos similares a estos fueron claves para que profesionales médicos como la doctora Lisa Littman realicen estudios sobre la disforia de género donde se analiza meticulosamente el entorno de las personas que se arrepienten de avanzar con un cambio de sexo. Su trabajo, al igual que el del escritor conferencista Walt Heyer, quien cuenta en primera persona cómo es transicionar y destransicionar, abrió el debate en la comunidad LGBT dado que sus integrantes afirman que estos estudios se centran en "casos aislados" que nada representan a la mayoría de las personas que transicionan.
Del otro lado está la total inestabilidad donde se encuentran los testimonios en primera persona que, sean muchos o pocos, evidencian una problemática real sobre la normalización de la hormonización y la mutilación corporal en jóvenes menores de edad; la falta de estudios meticulosos por parte de profesionales médicos y, además, el temor que estos sienten ante la posibilidad de ser denunciados o despedidos por cuestionar estas decisiones que, como demuestran los casos anteriores, no siempre corresponden a diagnósticos correctos.
Ante esto, varios países del globo decidieron avanzar con leyes que prohíben que menores de edad puedan acceder a la terapia de hormonización y cambio de sexo, sin importar si tienen el aval de su familia y profesionales médicos. En el caso de Estados Unidos, de la mano de Donald Trump, y de Argentina, con Javier Milei, las organizaciones LGBTIQ+ se mostraron en contra de tales restricciones ante la defensa de las infancias trans, aunque ello no impidió que avanzaran con tales implementaciones.