A cuatro años de la muerte de Maradona: cómo fueron sus últimas horas
Hoy, 25 de noviembre, se cumple el 4º aniversario de la muerte de uno de los ídolos del país, Diego Armando Maradona. El capitán campeón del mundo en México 86 con la Selección argentina, referente en Boca, del Napoli y de todos los que alguna vez lo vieron jugar, partió en soledad.
El deterioro en su salud se vio públicamente el 30 de octubre de 2020, en su cumpleaños número 60, cuando Gimnasia y Esgrima de La Plata lo homenajeó en su estadio. Su aspecto preocupó a muchos y pocos días después, el 2 de noviembre, ingresó a la Clínica Olivos por un cuadro de anemia y depresión. La realidad empeoró cuando se supo que, además, fue intervenido por un "hematoma subdural" en la cabeza, el cual debió ser extraído por los médicos. Leopoldo Luque, su médico personal, el mismo que todavía hoy es el centro de la polémica por su accionar, confirmó que estaría internado los próximos días.
Cómo fue la cronología antes del fallecimiento de Maradona
El 11 de noviembre, el excapitán de la selección recibió el alta. Su recuperación la continuó en una casa que su entorno había alquilado por US$16.000 por tres meses en el barrio privado San Andrés, en Tigre. Si bien se suponía que contaría con todas las comodidades y estaría adaptada para su cuidado, más tarde se conoció que la habitación de Maradona tenía las ventanas tapiadas con durlock y un baño químico.
El problema es que los dormitorios estaban en el segundo piso y Diego no podía subir las escaleras, por lo que tomaron esas determinaciones momentáneas. Mientras tanto, Maradona seguía medicado y luchando contra su adicción al alcohol. En su casa de Tigre, justamente, estaba vigilado 24 horas para evitar que se expusiera a ella.
Si bien se creyó que mejoraba, pero llegó el desenlace fatal. El 24 de noviembre a la noche, un día anterior al deceso, su sobrino Jonathan Espósito, hijo de María Rosa, hermana de Diego, lo visitó. Este afirmó que su tío no comió ni uno de los sándwiches de miga de aquella cena. Fue el último que lo vio con vida. A las 6.30 de la mañana, Ricardo, el enfermero del turno noche, oyó que Diego respiraba y se fue a su casa.
A las siete y media llegó Gisela Madrid, la responsable del turno diurno, y como notó que se movía, decidió dejarlo dormir "un rato más" antes de darle los medicamentos correspondientes. A las 11:30, el shock. Llegaron la psiquiatra Agustina Cosachov y el psicólogo Carlos Díaz a la casa del barrio San Andrés y cuando se acercaron a Maradona se dieron cuenta de que no respiraba.
En ese momento, convocaron a los demás que estaban en la casa, llamaron a la ambulancia y empezaron a propinarle maniobras de reanimación. Pero no hubo suerte. Varias ambulancias rodearon la residencia y la pésima noticia comenzó a esparcirse. La autopsia, que se hizo más tarde, señaló como causa de muerte a un "edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada". A su vez, reveló que el exfutbolista agonizó durante doce horas y que el fatal desenlace podría haberse prevenido.
A las 12:40 llegó la policía a la casa de Maradona y 13:05 el equipo de emergencias de la ambulancia, tras insatisfactorias maniobras de RCP, lo que confirmó su muerte. Minutos después, el periodista de Clarín Mariano Verrina fue el primero que dio a conocer la noticia y la muerte del astro, a los que se hizo eco en todo el mundo inmediatamente. Las casas argentinas se tiñeron de gris y llegaron los saludos para la familia Maradona de todas partes del mundo: de presidentes, atletas, actores, fanáticos. De Italia, de España, Dubai. El entonces presidente de la Nación, Alberto Fernández decretó tres días de luto.
El cuerpo de Maradona fue despedido primero por familiares y amigos en la casa velatoria Tres Arroyos, ubicada en Av. San Martín 1500, en La Paternal. Luego, en la madrugada del 26 de noviembre, se trasladó a la Casa Rosada para que allí lo homenajearan al día siguiente cientos de miles de argentinos. La pandemia de Covid-19 quedó relegada a segundo plano y se rompieron todos los protocolos. Incluso el de las hinchadas, ya que se viralizó a un hincha de River y otro de Boca abrazarse, algo considerado inédito en el fútbol.
Al cierre de la jornada, el féretro fue trasladado al Cementerio de Jardín Bella Vista, en San Miguel, donde descansa junto a sus padres Don Diego y Doña Tota. Lo acompañó una caravana y en su tumba, la inscripción que alguna vez había pedido: "Gracias a la pelota". Desde entonces, el 25 de noviembre es recordado como un día que lloró el fútbol, el país, el deporte e incluso el mundo.