DEBATE DE EXPERTOS

Adolescentes, en la bolsa: ¿una buena idea o una apuesta arriesgada?

A partir de los 13 años, los jóvenes pueden invertir en el mercado de capitales. Sin embargo, la falta de experiencia financiera plantea interrogantes
ACTUALIDAD - 22 de Octubre, 2024

La reciente medida de la Comisión Nacional de Valores (CNV), que habilita a los adolescentes desde los 13 años a abrir cuentas comitentes para invertir en el mercado de capitales, generó un intenso debate. La noticia provocó reacciones variadas entre economistas, psicólogos y expertos en educación financiera, quienes destacan tanto los beneficios potenciales como los riesgos que conlleva esta decisión.

Oficialmente, la medida, que les permite comprar Cedears, obligaciones negociables, hacer cauciones, comprar y vender acciones, busca acercar a los más jóvenes al mundo de las finanzas y se justifica bajo la premisa de que una temprana exposición a la inversión puede promover una mayor comprensión de cómo funciona la economía y, a largo plazo, incentivar la responsabilidad financiera.

Aun así, surgen preguntas críticas: ¿tienen los adolescentes la madurez suficiente para tomar decisiones financieras que podrían afectarle a largo plazo? ¿Qué papel deberían jugar los padres o tutores? ¿Qué tan preparados están para entender los riesgos inherentes al mercado de valores?

Julieta Oliva, psicóloga graduada en la Universidad de Buenos Aires (MN 33.996), explica que los adolescentes de 13 años todavía no poseen la madurez emocional necesaria para manejar la volatilidad del mercado de valores. "A esa edad, los adolescentes están en plena etapa de desarrollo emocional y cognitivo y no tienen aún la capacidad para gestionar conceptos tan abstractos como el mercado de capitales", sostiene. Además, señala que enfrentarse a situaciones de estrés e incertidumbre, como las que pueden generar las fluctuaciones financieras, puede provocar altos niveles de frustración y ansiedad en los jóvenes, emociones difíciles de manejar sin el apoyo adecuado. "Por eso es clave el rol de los padres, pero también de la escuela, no solamente enseñando educación financiera, sino también supervisando junto a los padres", remarca.

Invertir en la bolsa no solo implica enfrentarse a riesgos financieros, sino también a las emociones que las pérdidas, e incluso las ganancias, pueden desencadenar. Oliva señala que, a esa edad, los adolescentes tienden a asociar el éxito o el fracaso en la inversión con su valor personal, lo que puede agravar los sentimientos de fracaso y frustración. "Una pérdida podría ser devastadora", afirma.

Por otro lado, las ganancias tienen también impacto emocional. Según Oliva, podrían dar lugar a un narcisismo superfluo e inflado por la autoconfianza y fomentar expectativas poco realistas sobre el futuro. "El adolescente podría desarrollar una falsa sensación de control sobre el mercado y asumir más riesgos de los que puede manejar", advierte la psicóloga. Esta ilusión de control puede ser particularmente peligrosa, ya que puede llevar a los jóvenes a exponerse a caídas abruptas que no están preparados para enfrentar.

Adolescentes, en la bolsa: riesgo de comportamiento adictivo

Uno de los puntos más críticos del debate es el riesgo de que los adolescentes puedan desarrollar un comportamiento adictivo hacia las inversiones en la bolsa, similar a la ludopatía. "Aunque no necesariamente, sí existe el riesgo de que los adolescentes busquen la emoción que generan las ganancias rápidas, de forma muy parecida a lo que ocurre con los juegos de azar", advierte Oliva. La psicóloga destaca que este tipo de comportamiento podría surgir si no se brinda a los jóvenes una educación financiera adecuada y un entorno supervisado que fomente la inversión responsable a largo plazo.

Desde una perspectiva más optimista, Mariano Otálora, director de la Escuela Argentina de Finanzas Personales, celebra la medida: "Es espectacular. Eso sí, bajo la tutela de los padres, quienes deben supervisar tanto el fondeo de la cuenta como las decisiones de inversión". Otálora destaca que esta medida es una oportunidad para que los adolescentes incorporen hábitos financieros saludables, aprendan a diversificar y comprendan los riesgos asociados a cada inversión.

"Hoy en día, los menores ya pueden tener tarjetas de crédito adicionales y billeteras virtuales. Que puedan invertir no significa que vayan a hacer un desastre financiero, como tampoco sucede con las tarjetas de crédito", subraya.

Inversiones: la importancia de una educación financiera

No obstante, Otálora insiste en la importancia de la educación financiera tanto para los jóvenes como para sus familias: "La responsabilidad sigue siendo de los padres, quienes deben acompañar a sus hijos en el proceso. En nuestra escuela tenemos programas específicos para adolescentes, enseñando lo básico para invertir de manera consciente".

En este sentido, Gabriel García Mosquera, Managing Director de Equifax Argentina, compañía global de Big Data, analytics y tecnología, también destaca la necesidad de preparar adecuadamente a los adolescentes, pero antes de involucrarlos en el mercado financiero: "Si bien algunos jóvenes muestran interés por las finanzas, su preparación varía ampliamente. Antes de invertir en bolsa, es importante tener conciencia del dinero disponible para tal fin. Asimismo, es fundamental conocer las nociones financieras básicas y poder planificar los gastos, definir prioridades y luego -según la capacidad financiera disponible- las inversiones".

García Mosquera enfatiza que, además de conocimientos técnicos, los adolescentes deben entender la psicología del inversor: "Es esencial que conozcan su perfil y se acostumbren a tomar riesgos que puedan manejar emocionalmente". También remarca la importancia de conocer las regulaciones y los impactos fiscales que podrían derivarse de sus inversiones.

Desde Equifax, apoyan la educación financiera desde edades tempranas, al considerar que esta preparación tendrá un impacto positivo a largo plazo: "Desarrollar hábitos financieros saludables desde la infancia podría beneficiar a toda la economía. Una generación bien educada en finanzas contribuirá a un mercado más estable y menos propenso a decisiones impulsivas durante crisis".

Tanto los riesgos emocionales señalados por la psicóloga Oliva como las oportunidades educativas destacadas por Otálora y García Mosquera reflejan la complejidad de esta medida. La posibilidad de que los adolescentes inviertan en la bolsa es vista como un arma de doble filo: por un lado, ofrece la oportunidad de introducir hábitos financieros saludables, y por otro, expone a los jóvenes a riesgos emocionales y adictivos.

A largo plazo, si la educación financiera se implementa correctamente, esta apertura podría generar una nueva generación de inversores conscientes y preparados, promoviendo la inclusión financiera y fortaleciendo el mercado. Sin embargo, como coinciden los especialistas, el éxito de esta medida dependerá en gran medida del acompañamiento y la supervisión familiar, así como de un enfoque educativo sólido que permita a los adolescentes comprender tanto las oportunidades como los riesgos que implica invertir en el  mercado financiero.

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