¿Cómo ahorrar hasta $30.000 por mes en la factura de luz y gas con este truco?
Las estrategias de ahorro en las facturas de energía eléctrica y gas van más allá de un uso responsable y eficiente de electrodomésticos, iluminación y equipos de calefacción, ya que uno de los principales factores en la economía del hogar pasa por una adecuada aislación térmica de techos, paredes, pisos y aberturas, la "envolvente" de las viviendas.
Si bien no se le suele prestar la debida atención a la hora de analizar opciones de ahorro, recursos como los burletes en las aberturas, la lana de vidrio en los techos o el poliuretano y el poliestireno expandido (conocido en la Argentina por la marca comercial "Telgopor") en muros y pisos, pueden representan ahorros significativos para un departamento y en mayor medida para una casa, un cálculo que cobra más importancia en tiempos de ajustes tarifarios.
Luz y gas: cómo ahorrar plata con una correcta aislación térmica
El profesor de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Plata y consultor de la Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes, Federico García Zúñiga, aseguró a iProfesional que con una aislación térmica eficiente "se pueden lograr ahorros de hasta un 70% en las facturas de luz y gas en lo que respecta a la climatización (calefacción y/o refrigeración) y un ahorro energético de hasta un 35% sobre el consumo total de un hogar".
De la suma de las facturas de electricidad y gas de una casa de clase media de un barrio de la Ciudad de Buenos Aires, se desprende que los ahorros pueden llegar a los $30.000 mensuales e incluso sobrepasar por mucho ese monto en el caso de locales comerciales.
Y las opciones de reformas en construcciones existentes ("retrofitting" en la jerga de la profesión) o de implementación desde el vamos en las nuevas edificaciones, no representan una inversión desmesurada. Por el contrario, los especialistas advierten que las obras de aislación térmica no significan más que un 1,5% de costo adicional en la construcción.
En ese sentido, Adriana López, de la Asociación Argentina de PVC, señaló que, del total de las pérdidas de energía por una envolvente incorrecta, el 40% se produce a través del techo, el 30% por las paredes, el 20% por puertas y ventanas y el 10% restante a través del suelo. Y agregó un concepto a tener en cuenta en tiempos de concientización del cambio climático: "ahorrar energía es sinónimo de reducir la contaminación".
Para eso, algunos aspectos difusos del ordenamiento jurisdiccional juegan en contra. Desde 2007 rige el Programa de Uso Racional y Eficiente de la Energía en Edificios Públicos (PRONUREE), pero la normativa no tiene su correlato para las viviendas particulares. Además, las leyes y decretos nacionales y provinciales deben ser refrendados por los municipios, encargados de los códigos de edificación.
Esos códigos son relativamente recientes (2011 en Rosario, 2018 en la Ciudad de Buenos Aires) y García Zúñiga señaló que "la mayoría de las envolventes de las viviendas y edificios en CABA está construida en forma previa a las nuevas reglamentaciones".
Silvina López Planté, del Grupo de Instituciones por el Etiquetado Energético de Vivienda, no tuvo rodeos al señalar que "por más que hagamos muy lindas viviendas, cada vez se construye peor y eso es directamente proporcional a cómo son energéticamente nuestros edificios", mientras que Guillermo Simón Padrós, de Argentina Green Building Council, planteó que "más del 90% de las viviendas y edificios de propiedad horizontal en el país está construidos con códigos obsoletos en términos de envolvente".
Por qué cobra importancia la transmitancia térmica
Ante las necesidades de ahorro, un nuevo concepto comenzará a hacer familiar en los hogares argentinos que quieran mejorar su eficiencia energética: el de la transmitancia térmica. Se trata de la medida de calor (o frío) que fluye por unidad de tiempo y superficie y que se expresa en vatios por metro cuadrado (W/m2). A mayor número, peor aislación térmica.
Al considerar la aislación eficiente de una ventana, García Zúñiga explicó que la transmitancia de un vidrio común, del orden de 5,80, puede reducirse a menos de la mitad (2,80) con la instalación de un Doble Vidriado Hermético (DVH).
En el caso de una losa de hormigón o un muro de ladrillo hueco sin aislación, con una transmitancia de 1,50 W/m2, se la puede reducir a 0,55 con una aislación térmica de espesores de tres a cinco centímetros.
Estas consideraciones pueden parecer extravagantes para un argentino medio, pero se van tornando habituales en países de la Unión Europea, al punto que las inmobiliarias lo incluyen en sus ofertas de venta o alquiler de viviendas como un requisito más, al igual que la ubicación, la superficie o la disponibilidad de amenities.
Así lo tuvo en cuenta Francisco Pedrazzi, del Instituto de Construcción en Seco (INCOSE) en una reciente disertación sobre etiquetado de viviendas que se llevó a cabo en la Casa de Santa Fe en Buenos Aires, donde puntualizó que si ya le prestamos atención al grado de eficiencia de los electrodométicos, "con la vivienda va a pasar lo mismo".
"Cuando alguien escriture una vivienda y esté obligatoriamente puesto en la escritura cuál es su grado de eficiencia energética, va a ver cuánto estaría dispuesto a pagar de más para tener una vivienda energéticamente adecuada y cuánto va a ahorrar con esa decisión".
Por eso estimó que "en estos momentos, cuando estamos empezando a recibir las facturas de electricidad y gas, eso cada vez se va a hacer más evidente y el público usuario va a empezar a exigir viviendas que sea energéticamente más eficientes".