El nuevo nombre que estudia el Gobierno para rebautizar al CCK y "borrar" el apellido Kirchner
Cualquier propuesta para reemplazar el nombre de Néstor Kirchner del centro cultural donde antes funcionaba el Palacio del Correo, que salga de la boca de los funcionarios que trabajan en Balcarce 50, sede de la Casa Rosada, se enmarca en la batalla cultural que están dispuestos a dar con el mismo entusiasmo que se lucha contra el gasto público al otro lado de la calle donde se encuentra el Palacio de Hacienda dirigido por Luis Caputo.
La batalla cultural contra las expresiones y las políticas del centro izquierda que han logrado penetrar en casi todas las instituciones públicas de la educación, la cultura, y los medios de comunicación está en marcha.
Se trata de un proceso de índole gramsciano adoptado por intelectuales socialistas o simpatizantes de las causas sociales de esa tendencia que tuvo en el pensador marxista italiano, Antonio Gramsci (1891-1937), como su principal ideólogo, para quien la cultura es "la potencia fundamental de pensar y de saberse dirigir en la vida".
Ahora bien, el gobierno libertario de derecha encabezado por Javier Milei, ha decidido plantear la batalla cultural para que las políticas establecidas por veinte años de kirchnerismo no se conviertan en una "cosa juzgada" por el paso del tiempo o se plantee una situación política de statu quo.
Néstor Kirchner, un nombre que para Javier Milei es inadmisible
Para el gobierno de Javier Milei, el nombre de Néstor Kirchner en el Centro Cultural es inadmisible y no puede formar parte de ninguna política de estado tendiente a luchar contra lo establecido por los intelectuales de izquierda que rodearon el kirchnerismo.
En este contexto, es que el vocero presidencial, Manuel Adorni, no solo anuncia el retiro del nombre del extinto presidente Néstor Kirchner del emblemático y bello edificio del Correo Central en el barrio de San Nicolás, sino que propone el del gran escritor ciego, Jorge Luis Borges, acaso la cumbre de los escritores de habla hispana del siglo XX, injustamente olvidado, por razones políticas, por el premio Nobel de Literatura.
Sin embargo, Borges es universal. Famoso por cualquier amante de la literatura en cualquier país, al igual que el Papa Francisco, nadie es profeta en su tierra y Jorge Luis Borges sigue siendo una figura polémica a la hora de homenajearlo.
Nadie duda en hacerlo en base a su trabajo con sus cuentos, ensayos y poemas, pero sí cuando se habla de política y su apoyo a los conservadores en tiempos de Juan Domingo Perón que lo relegó a ser inspector de aves en el Mercado Central. Así como Rosas tuvo su némesis intelectual en la figura de Sarmiento; Borges hizo lo propio con Juan Perón.
Por lo que la propuesta de sectores cercanos al presidente Milei de bautizar al centro cultural con la prosapia de Borges solo será un motivo más de desencuentros que el gobierno calcula como una cuestión favorable en términos de la lucha cultural en la que está empeñado librar durante su mandato.
El vocero Manuel Adorni no se refirió públicamente al tema del nombre, pero sí derribó el de Néstor Kirchner. Adorni se refirió como a partir de hoy "ex CCK" y afirmó que "no está definido, (el nuevo nombre), cuando lo definamos, por supuesto, que se los vamos a comunicar".
De hecho, a través de la cuenta oficial de X de la Vocería Presidencial, se preguntó a los ciudadanos sobre propuestas de cómo se debería llamar el ex Centro Cultural Kirchner. Una vez más surgió el apellido de Borges, pero también de Julio Argentino Roca o el sustantivo Libertad. Los usuarios que son detractores de la idea prefirieron nombrar irónicamente al ex CCK con el nombre de Conan en referencia al perro de Javier Milei.
CCK: una historia de renombramientos
Lo cierto es que fuentes gubernamentales aseguraron a iProfesional que el presidente quiere renombrar el centro cultural con el nombre propio de una figura potente de la Argentina y, por ello, no se volvería a un título insulso, por su carencia de polémica en la sociedad, como el original, Centro Cultural del Bicentenario.
Porque si hacemos historia reciente, antes que fuera CCK, los avisos oficiales hablaban del Bicentenario. Una ocasión para unir a los argentinos, como sucedió en 1810, y no para crear una nueva grieta al imponer el nombre del presidente fallecido en el año 2010.
En el año 2006 "cuando el secretario de cultura era José Pepe Nun y el kirchnerismo no era una expresión de fanáticos se hablaba del edificio del Bicentenario", afirma Jorge Porcel Jr, famoso en el delirante mundo de la farándula del espectáculo, pero con un pasado y presente de promotor cultural y experto en artes visuales.
"La administración cultural kirchnerista de la primera etapa, de Néstor, era lógica, se venía del caos del 2001 y pensaba en unir más que en separar a la población. Es una opinión, pero te la digo honestamente, creo que el Centro Cultural Kirchner debe recuperar el nombre de Centro Cultural del Bicentenario, porque es algo tan grande que nos une a todos. A Borges lo amo, pero no nos une a todos, el Bicentenario es la Nación misma."
El PRO, que como parte de Cambiemos con la UCR y la CC como principales socios, no pudo concretar el cambio de nombre, fue el primero en pronunciarse a través de la legisladora Silvia Lospennato.
"Excelente decisión cambiar el nombre del CCK y en lo personal me encantaría que se llamara CCBorges, pero mucho más me gustaría que se implementara un mecanismo transparente y participativo para elegir el nombre de un edificio público tan importante".
Darío Lopérfido, ex secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires hasta que Horacio Rodríguez Larreta lo invitó a salir de su staff por sugerir que los desaparecidos no son 30.000, expresó a Newsweek que "cambiarle el nombre al centro cultural Kirchner es algo de sentido común. Entre las muchísimas barbaridades que ha hecho el kirchnerismo, como sus políticas públicas y la corrupción, están sus barbaridades en términos simbólicos".
El problema con los nombres propios en edificios públicos es que cada cual piensa en su propio panteón de patriotas personal.
En redes sociales hay varios radicales que promueven el nombre de un ex presidente radical famoso por su honestidad y austeridad, acaso el reverso exacto de Néstor Kirchner, "Centro Cultural Arturo Humberto Illia".
Pero, también, podría haberse homenajeado a Raúl Ricardo Alfonsín por ser uno de los paladines de la lucha por el retorno de la democracia y las garantías individuales.
Cualquier nombre que se proponga no estará exento de polémica porque las luchas por reconocer a las grandes figuras de la Nación Argentina siempre fueron complejas.
Bastará señalar que Bartolomé Mitre no reconocía el aporte de Juan Bautista Alberdi o la demonización de Julio Argentino Roca de parte de sectores del populismo sin comprender que sin su gestión no existiría la Argentina con sus límites actuales tal cual la conocemos. O la polémica por la figura del "Restaurador de las leyes", Juan Manuel de Rosas, sin el cual, la brillante generación del ‘37 de Esteban Echeverría, Domingo Sarmiento, Juan B. Alberdi, entre otros pensadores y militares, no hubieran tenido un suelo donde construir las instituciones que legaron al país.
Sea como fuere, existe un consenso entre aquellos intelectuales, algunos de ellos en el gobierno nacional, que piensan que es mejor unir que separar y proponer revisitar el nombre de Centro Cultural del Bicentenario.
De hecho, cuando se conoció el fallo del jurado en el concurso internacional para resolver el destino del viejo Palacio de Correos y Telégrafos, ganado por dos estudios de arquitectura, el de la familia Bares y Florencia Schanck de La Plata y el de Daniel Becker y Claudio Ferrari de Buenos Aires, se denominó "Centro Cultural del Bicentenario" en noviembre de 2006, y se pensaba en ese nombre para la fiesta de los 200 aniversario de la Revolución de Mayo.
Sin llegar a proponer nombres de artistas populares como el de Gustavo Ceratti, que circuló en 2017 durante la gestión de Cambiemos, otra parte del gobierno piensa en nombres propios para el centro cultural de un país que ya está acostumbrado a las divisiones ideológicas.