Construyó un imperio con la churrería Manolo pero fue asesinado por su ex suegro: qué se sabe del asesinato
Las dos personas que la mañana del 18 de diciembre de 2018 se cruzaron con Miguel Ángel García (70) en el edificio Boghoss II de Mar del Plata no notaron ninguna actitud extraña. Una de ellas se topó con él en el ascensor y la otra lo vio en el estacionamiento, arriba de su camioneta Peugeot Partner, con la puerta abierta. "Le dije buen día y me devolvió el saludo", detallaría luego la mujer, sobrina del empresario gastronómico Juan Manuel Santurian (64), dueño de la famosa churrería Manolo. Lo que pasó luego hizo que esos pequeños intercambios cotidianos entre vecinos no quedaran en el olvido.
Minutos más tarde, García advirtió la presencia en el estacionamiento de Santurian, su ex yerno. Se le acercó y le disparó a quemarropa. No hubo discusión ni forcejeo. La víctima no tuvo tiempo de defenderse. Murió tras recibir tres tiros. El asesino volvió sobre sus pasos y se suicidó de un disparo en el pecho.
El crimen conmocionó a la ciudad balnearia, donde los churros elaborados por Manolo son un clásico gastronómico. Las versiones sobre el móvil detrás del crimen incluyeron reclamos económicos y reproches por el final de una relación. Sin embargo, la Justicia cerró rápidamente el expediente por "extinción de la acción" penal.
En otras palabras: el fiscal a cargo del caso consideró que no era necesario continuar la investigación porque el autor del crimen había fallecido y no había indicios de que hubiera intervenido una tercera persona.
Los Santurian, descendientes directos del español que fundó la marca en 1930, siempre se mantuvieron en silencio. Ante las recientes versiones periodísticas sobre un posible conflicto en torno a la herencia, aclararon que mantienen esa postura. "Nuestra familia no dará notas", explicaron ante la consulta de iProfesional.
Crimen del dueño de Manolo: "El asesino estaba tranquilo y sabía lo que hacía"
Las cámaras de seguridad ubicadas en las cocheras del edificio de Libertad 3302 determinaron que el asesinato fue cometido a las 8.50. García emboscó a Santurian mientras el empresario intentaba subirse a su Mercedes Benz para ir a trabajar y le disparó a corta distancia con una pistola calibre .40.
García falló el primer tiro pero los otros tres dieron en el cuerpo de la víctima: uno en el cuello, otro en el tórax y un último en la base del cráneo.
Tras cometer el crimen, apoyó el caño de la pistola en su pecho y volvió a apretar el gatillo. Cuando llegaron los empleados de seguridad, alertados por las primeras detonaciones, encontraron a ambos muertos.
"Las personas que hemos indagado han dado cuenta de que no notaron nada extraño en García esa mañana, estaba tranquilo y por la secuencia en que se dieron los hechos sabía lo que hacía", resumió ante los medios el fiscal Alejandro Pellegrinelli, a cargo de la investigación.
La forma en la que el asesino ejecutó el ataque no se correspondía con una acción espontánea. Quedaba claro que García había planificado matar a su ex yerno en el estacionamiento del coqueto edificio que ambos compartían, donde un departamento de dos ambientes costaba cerca de 200.000 dólares.
La pregunta era por qué. Aunque no hay una respuesta definitiva, la principal hipótesis apunta a un conflicto económico y personal luego de que Santurian se separara de Romina, hija de García, con quien tenía una hija de 14 años.
Crimen del dueño de Manolo: separación, mudanza y sospechas
El divorcio entre Santurian y Romina García, a quien el gastronómico había conocido mientras ella trabajaba en uno de los locales que tiene la firma Manolo en Mar del Plata, ya era un hecho consumado.
El empresario gastronómico repartía sus días entre el departamento que tenía en el edificio Boghoss II y sus propiedades en Miami, donde se instaló tras la apertura de un local de Manolo que durante los mundiales se convierte en punto de encuentro de cientos de argentinos. En esa ciudad estadounidenses también vivían sus dos hijas mayores, nacidas durante su primer matrimonio.
A pesar de que la pareja ya se había separado, el padre de Romina seguía viviendo en el edificio construido por Santurian, quien también se dedicaba a los negocios inmobiliarios. Por esa razón, una de las hipótesis que manejaron los investigadores apuntó a un pedido del empresario nacido en Uruguay para que su ex suegro abandonara esa propiedad.
Otras versiones plantearon un conflicto económico vinculado al final de la relación y hasta un reproche de García por una supuesta infidelidad de su ex yerno. Los contenidos de llamados y mensajes previos entre ambos, requeridos por la Justicia, nunca trascendieron, en línea con la hermética postura familiar.
Crimen del dueño de Manolo: la herencia de un imperio comercial que sigue creciendo
El restaurante familiar fundado en la ciudad española de Burgos por Don Manuel Benito se transformó, varias décadas después y luego de instalarse en Uruguay, en una cadena gastronómica con sucursales en Costa Rica, Perú, Panamá, Argentina y Estados Unidos.
"Siempre con el equilibrio constante de grandes expectativas y sabores característicos, las recetas han sido transmitidas de generación en generación; asegurando que nuestro nombre, Manolo, siga esforzándose por mantener siempre una línea excepcional, cumpliendo las expectativas de nuestros clientes, brindando la mejor calidad de producto y un servicio impecable", destaca la página de la empresa.
En Argentina, la marca se impuso desde las playas de Mar del Plata, donde se instaló en los 80. Los churros se transformaron en una parada obligada para los turistas. Ya en el siglo XXI, la expansión comercial quedó a cargo de los hermanos Juan Manuel y Claudia Santurain, nieto del fundador.
Juan Manuel hizo pie en Estados Unidos instalándose en Miami. En la ciudad balneraria la cara visible de la empresa familiar pasó a ser Avedis Haig Sahakian, esposo de Claudia y directivo de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de Mar del Plata.
La familia sumó a sus inversiones el rubro inmobiliario, con la construcción de edificios y galerías comerciales.
La herencia de Juan Manuel quedó en manos de sus tres hijas. Los bienes que le correspondían a la más chica quedaron bajo custodia de su madre, ya que al momento del crimen era menor de edad.
Las versiones periodísticas sobre un presunto conflicto en torno a ese reparto no encuentran eco entre los Santurian, quienes se mantienen lejos de los medios. A más de cuatro años del crimen, nunca hablaron públicamente del tema.