Golpe al "bife argentino": el precio de la carne que exporta el país cayó al nivel más bajo de los últimos 20 meses
En noviembre, la Argentina exportó 52.400 toneladas de carne vacuna, un 2,2% menos que el mes previo, en una tendencia descendente sostenida que ya acumula un retroceso de 12,1% desde julio. Pero si se mira el valor de esos despachos, el derrumbe es mucho peor: los u$s 219 millones por ventas al exterior del mes pasado suponen una caída de 18,7% respecto de octubre, y de más de 36% respecto de julio.
La razón del desfasaje es la caída estruendosa del valor promedio de la carne exportada: solo entre octubre y noviembre retrocedió de u$s 5.026 a u$s 4.183 por tonelada, un 16,9%, y quedó u$s 2.100 abajo del valor del pasado abril, cuando promedió u$s 6.300 por tonelada. Exactamente un tercio menos.
Si bien es cierto que los valores promedio de abril fueron altos, el nivel al que han caído es el más bajo en los últimos 20 meses. "En noviembre se manifestó la expresión plena de lo que se venía anunciando: ya no entraron en el precio promedio los contratos anteriores, y se evidenció la baja en su totalidad", sostienen desde uno de los mayores frigoríficos exportadores.
La industria de la carne y su excesiva dependencia de China
La razón de la caída tan estrepitosa de los precios está íntimamente ligada al también drástico retroceso de lo que, en esta segunda mitad del año, estuvo dispuesta a pagar China, que absorbe usualmente más de tres cuartas partes del total de la carne que exporta la Argentina, y el mes pasado incluso acaparó el 82% del total. Pero el gigante asiático viene enfrentando dificultades muy serias: una enorme cantidad de víctimas de Covid junto con una política sanitaria excesivamente estricta que ha paralizado muchas actividades, sumado a la inflación y la devaluación de su moneda, y una ralentización de su economía.
Hay que decir que también que, antes de que esto ocurriera, China llegó a pagar precios altísimos por cortes de carne y categorías de animales que nunca habían tenido valores interesantes, ni en el mercado interno ni en otros destinos.
Precios de la carne: la Cuota Hilton, por el piso
El otro factor ligado al derrumbe de precios fue el mercado europeo, que, en las antípodas de China, lleva las partes más preciadas de las reses bovinas, situadas en el cuarto trasero. Esos envíos van en su mayoría como Cuota Hilton, un cupo que otorga la UE libre de algunos aranceles, y una parte menor pero creciente como Cuota 481, que no proviene de novillos criados a pasto, sino a granos, en feedlots.
Hace ocho meses, el grupo de cortes Hilton más valioso (el rump & loin o RAL, formado por lomo, bife angosto y cuadril) superaba los u$s 17.000 por tonelada, mientras que ahora lucha por no caerse de los u$s 10.000. Y la Cuota 481, que el pasado abril oscilaba en los u$s 9.500 por tonelada, hoy se mueve alrededor de los u$s 7.000, el valor más bajo en dos años.
La razón de la caída de estos cortes es que se destinan a mercados de alto valor, como hoteles y restaurantes, gastos que los europeos están restringiendo, preocupados por la suba de precios de la energía y otros costos.
Un 2023, rodeado de incertidumbre
La preocupación ahora para los frigoríficos exportadores y sus proveedores (a quienes el problema les generó un también brutal retroceso del precio de sus bovinos) es que el horizonte no está claro, en medio de un mercado interno que no tracciona para nada la demanda, pese a que hace meses que los precios quedaron rezagados respecto de la inflación.
Respecto de China, por un lado, el gobierno de Xi Jinping anunció esta semana que continúa con la idea de flexibilizar la política anti Covid, lo que trajo alivio y expectativas a todos los mercados internacionales; pero, por otro lado, el país está atravesando la mayor ola de contagios desde que comenzó la pandemia, a fin de 2019, en la ciudad de Wuhan.
Según la agencia Bloomberg, la cifra real de nuevos contagios podría estar llegando a 37 millones diarios y, en los primeros 20 días de diciembre, unos 248 millones de personas (que equivalen al 18% de la población del país) contrajo el virus. Esto hace que muchas empresas no puedan operar por falta de trabajadores, a la vez que el hecho de que la gente se resguarde en sus hogares provoca que estén cerrando restaurantes.
Queda por ver qué pasará hacia el 22 de enero, cuando se dan las celebraciones por el Año Nuevo chino, cuando usualmente se dan picos de consumo, a la vez que se frenan las actividades comerciales.
Por el lado del mercado europeo tampoco se despeja la niebla: la demanda para el mayor consumo de las fiestas de fin de año ya pasó hace rato; los pedidos actuales, muy tibios, son para llegada a fines de enero o principios de febrero, y los importadores, aparentemente stockeados, no muestran ningún apuro en comprar.