"La tecnología es una herramienta y tenemos que saber cómo y para qué usarla": Juan Carlos Baglietto, en conversación con Carlos Mazalán
Juan Carlos Baglietto es músico y emprendedor. Si bien le faltaron un par de materias para terminar arquitectura, vive creando. Tiene empresas y es todo un inspirador. Incluso se define a sí mismo como un especialista en asuntos generales. En esta conversación para el ciclo Rockear las Comunicaciones, hablamos sobre la inserción de la tecnología en su vida y en la música.
-¿Qué impacto tuvo la tecnología en tu vida profesional de músico?
-Empecé mi relación con la tecnología hace muchísimos años. Investigué, trabajé y di mis primeros pasos cuando las computadoras eran objetos poco asequibles. Era difícil arrimarse, no solo por el entendimiento de cómo funcionaban, sino por tratar de comprender que podía aportar a mi profesión.
Ahí entendí que no dejan de ser herramientas y, por ende, no crean música sino que son herramientas para hacer cosas, para maximizar tu capacidad y, a veces, para jugarte en contra también.
Es como decir "cuando yo tenga una buena guitarra voy a ser el mejor guitarrista del mundo". Pero no. Cuando tengas una buena guitarra, todos tus defectos se van a notar mucho más.
Eso me pasó con la tecnología. Empecé a trabajar con computadoras aplicadas a la música en el año ´84 con una Apple 2e. Soy muy seguidor y fanático de las computadoras Apple y era una computadora que prácticamente no tenía memoria RAM; tenía dos "floppy", dos "slot" donde se metían "floppy disk".
Los "floppy disk" eran los discos flexibles donde en un "slot" en una disquetera ponías el programa y, en el otro, los archivos de ese programa. Se usaba uno, creo que los "Performer". No te puedo explicar las peripecias que sufrí pero también lo que, por otro lado, me permitió hacer.
Nunca fui a un tipo que trabajó exclusivamente con máquinas. Yo tuve un estudio de ocho canales por aquellos años y esto me permitía ampliar la capacidad grabando "midi" en distintos instrumentos o distintos objetos que entregaba "midi" y no grabar los audios y ampliar la capacidad de esos ocho canales a cintas.
-La tecnología debe estar a nuestro lado para servirnos y no al revés. Tenemos que dominarla.
-Coincido, es una herramienta. Tenés que saber elegir la herramienta y saber qué es lo que querés lograr con ella. Si vos necesitás clavar un clavo, tenés que saber que la herramienta adecuada es un martillo y no una tenaza. Es importante lo que querés hacer.
-Sos un emprendedor: ¿qué hay más allá del cantante?
-Tengo una productora y aprendí a trabajar mucho con la creación de ideas, más allá de los objetos y los productos que rápidamente se vuelven obsoletos.
-Internet cambió la forma de los medios. En la música, vos naciste con el vinilo, vino el CD y hoy las canciones las escuchamos en las plataformas. ¿Qué cambió para bien y qué cambió para mal?
-A nivel de lo que es el proceso creativo, la tecnología facilitó una cantidad de cuestiones. No nos genera el mejor sampler y no va a poder imitar nunca a un violinista, la sensibilidad de un violinista tocando. Pero hoy gracias a la tecnología, el público puede escuchar con la fidelidad que los músicos lo hacemos cuando grabamos en un estudio. Eso no sucedía antes.
Otra cosa que se facilita con la tecnología es que al abaratar sus costos, ya no tenés que pagar 2.000 dólares por día para entrar en un estudio ni correr como antes para optimizar los tiempos.
El tema de las redes es otro tema muy importante, al darte la posibilidad de acceder a tu público como nunca antes.
-Y si hablamos de monetización ¿qué cambió?
-Es realmente beneficioso a nivel económico para aquellas personas que tienen un caudal de un flujo de conexión y un caudal de vistas y de seguidores que es muy importante. Si lo ves a nivel unitario, lo que te dan las redes son centavos mínimos.
Yo veo el beneficio por la capacidad que hoy tenemos de llegar masivamente a gente que en otro momento no iría a vernos.
Ahora, económicamente hay como una especie de fantasía de que si uno aparece muchas veces en las redes, te llenás de plata y la verdad que está lejos de eso. Por lo menos, está lejos para el tipo de artista que somos nosotros, de clase media popular digamos, que no somos ni obviables, ni somos tan importante como para que nos vean 60 millones de personas. Desde hace muchos años nuestra situación pasaba por un contacto directo, hoy estamos reconstruyendo ese contacto directo con la gente, y eso no lo suple ningún streaming. A nosotros nos ha ido bien con los streaming, yo no me quejo.
-Haciendo streaming, ¿qué encontraste?
-Tuve que adaptarme y entender, adaptarnos…yo trabajo mucho en lo que es la parte estética visual con el iluminador que es Hernán Interlandi, con el que elaboramos y hacemos las puestas y todo eso. Vitale en general se encarga de lo que suena y yo me encargo de lo que se ve, y cuando empezamos a hacer streaming estábamos totalmente confundidos. Por ejemplo, intentamos recrear una actuación en vivo. Luego nos dimos cuenta que ese es otro código, con otro lenguaje, con otra forma de comunicarse y que no tiene nada que ver con una actuación presencial con el público.
Por ende, quisimos emular eso y metimos luces móviles y humo y cosas y después te das cuenta de que eso es algo que queda a medias, porque uno no puede recrear la experiencia del vivo a través de una pantalla, pero puede generar un nuevo código que está más cercano a la actuación en televisión que a la actuación en vivo. Al segundo, ya empezamos a entender y el tercero, ya lo hicimos.
El streaming tiene sus dificultades y sus códigos, que jamás podrán igualar al vivo pero tienen a su vez también sus ventajas, que es el hecho de poder meterte en la casa de la gente y no que la gente tenga salir de su casa para ir a verte.
El que compra la entrada es uno que posiblemente le interesa y alrededor del dispositivo en cuestión hay tres o cuatro que no irían a verte, entonces quizás es la posibilidad de llegar a otro público, independientemente de la internacionalidad.