Cambio constante y nuevas tecnologías: un recorrido por la historia de las comunicaciones
¿Por qué rockear? Entre varias otras razones que se irán dejando entrever a lo largo de este conjunto de escritos, para mí rockear es salir de la monotonía, sacar lo aprendido de un lugar rígido, sacudir los viejos paradigmas y capturar la atención. Es un proceso pero también es un estado.
Rockear es saber que vivimos en una época donde Lo Único Constante es el Cambio.
Estoy sumergido en el mundo de las comunicaciones, el marketing y relaciones públicas de negocios, tecnología y entretenimiento en América Latina desde hace casi 30 años. ¡Y me encanta!.
Así como, por ejemplo, la música es una fuente inspiradora y transformadora capaz de transmitir mensajes y reinventarse constantemente, el mundo de la tecnología y su poder comunicacional es un océano inagotable.
Llevo tres décadas buceando profesionalmente en esas aguas y no me alcanzan diez más para desentrañar por completo los temas en este ámbito. Pero sé que en estos años de experiencia supe recolectar, aprender y desarrollar una serie de conceptos y herramientas que pueden ser de gran utilidad para cualquier persona que se quiera adentrar en los fenómenos tecnológicos que nos rodean e influencian.
Entre otras cosas, quiero compartir mi visión profesional sobre cómo la tecnología cambió la vida de las personas y fundamentalmente cómo modificó la forma en que nos relacionamos, comunicamos y vamos incorporando nuevos hábitos. Tengo una gran pasión por entender desde la comunicación y la tecnología de dónde venimos y adónde vamos en este mundo de cambios constantes.
Algunos recuerdos sobre cómo evolucionó la comunicación
Antes de avanzar, me gustaría comentar algunas anécdotas e imágenes que quedaron grabadas en mi memoria como puntos claves de la evolución de los tiempos y mostrarles de dónde nacen mis inquietudes, ideas y observaciones.
Cuando era chico, vivía con mis padres en el barrio de Palermo, en Buenos Aires y no teníamos teléfono. Mi abuela, que hacía unos bizcochitos riquísimos, estaba en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, a 300 km de distancia. El hecho de querer llamarla, implicaba la aventura de molestar a una vecina y pedirle permiso para usar su teléfono. Mi mamá marcaba y hablaba con la operadora de ENTEL, que –cuando tenía líneas disponibles– nos contactaba con la ciudad cuna de la bandera argentina y ahí había que esperar a que otro vecino llamara a la abuelita diciéndole que su nieto estaba del otro lado de la línea. Por cierto, si no sabés lo que es la operadora y ENTEL, la empresa Nacional de telecomunicaciones en Argentina, poniendo "Las chicas del cable" en Netflix, vas a entender todo.
Bueno, eso que cuento, era en un día normal. Si queríamos saludar en Navidad y llamábamos ese día, con suerte llegábamos a comunicarnos para Año Nuevo. Y los costos eran tan altos, que transcurrido el saludo de rigor, escucharía a mi mamá decir a los gritos "¡Carlitos corta que es caro!". Así era hablar por teléfono en los años 70 en Argentina. De ahí para acá, todo fue una evolución enorme.
En esa época, la TV blanco y negro ocupaba un lugar importante de la casa y, muy cerca, la acompañaba el Winco (tocadiscos) donde mi papá escuchaba tangos con discos de pasta a 16 rpm, mientras que yo en 33 rpm ponía la púa en los surcos de esos primeros discos coloridos de Alta Tensión, un programa de música nacional que me fascinaba.
Y aunque no hubiera globalización, compartían la misma bandeja los discos de Palito Ortega, Juan y Juan, Ray Conniff, The Beatles, Rafaella Carrá y los incipientes exponentes del rock nacional (Sui Géneris y Vox Dei), que mis primos mayores traían a casa.
Los cambios en la comunicación: un recuerdo bisagra
Un recuerdo bisagra que tengo impregnado es del año 1974. Hubo una campaña de propaganda del gobierno alrededor del Obelisco con un cartel que decía EL SILENCIO ES SALUD. Una antítesis de la libertad de expresión que hoy experimentamos. Siento escalofríos al recordarlo. Incluso vuelvo a revivir el pensamiento infantil que me llevaba a pensar que se referían a no tocar bocina y no una censura clara y directa que ejercía el gobierno de turno. En esos días, rockearla era difícil y comunicar ideas, todavía peor. Hoy, en cambio, todos nos podemos expresar con nuestra propia tribuna a través de los nuevos medios, que además facilitan la amplificación de los mensajes a un nivel impensado hace pocas décadas.
Años más tarde, ya en el colegio secundario, tuve la oportunidad de hacer un curso los sábados a la mañana de programación en COBOL, lenguaje universal creado para usar en cualquier computadora para el desarrollo de aplicaciones de gestión de negocios. Fue la primera oportunidad de relacionarme con la informática que tuve antes de ingresar, años después, a la UTN (Universidad Tecnológica Nacional de Argentina).
En otra oportunidad, allá por la misma época, cursé un seminario de análisis crítico de la publicidad. ¡Qué maravilla! Ahí se despertó mi inquietud por la comunicación. Recuerdo a aquel profesor muy apasionado, explicando a un grupo de adolescentes los mecanismos que utilizaban las marcas cuando querían vendernos un perfume, una bebida o un cigarrillo. Cómo buscaban generar sentido de pertenencia a una clase social, cómo transmitían mensajes aspiracionales, cómo operaban a nivel subliminal… y tantos otros conceptos que tuvieron pregnancia en mí y un gran interés por entender los conceptos que se ocultan detrás del lenguaje escrito, gráfico y hablado.
Ya en la UTN, estudiando Ingeniería en sistemas de información (1986), el Carlos Tomassino, el Director de mi carrera me presentó con Juan Pablo Manchino, un editor con quien trabajé y aprendí el oficio de periodista, en una de las primeras revistas informáticas de Argentina: Manejo de la información.
Informática, comunicación y periodismo
Pasé de tener mi banda de rock y estudiar teatro a moverme en el mundo informático, la comunicación y el periodismo. Pero mi inquietud adolescente era la misma. Y si me preguntan, esa inquietud sigue intacta. Curiosidad y ganas de aprender siguen siendo impulsos permanentes en mí y lo seguirán siendo, puesto que los conocimientos son líquidos y se transforman constantemente, evolucionando y nunca llegando a una versión final. Es vivir en Beta permanente.
La tecnología cambia la forma en la que nos comunicamos, nos entretenemos, compramos y vendemos y la forma en que vivimos nuestras vidas en general. Hay distintas velocidades de adopción del cambio pero más tarde o más temprano están llegando a todo el mundo y a todas las edades.
Es cada vez más evidente que "lo único constante es el cambio" y los que trabajamos en el mundo de la comunicación tenemos que entenderlo mejor que nadie y estar permeables y adaptables. Como decía Alvin Toffler, debemos "aprender, desaprender y reaprender" para mantenernos actualizados y vigentes.
Para estar a la altura de las circunstancias, los comunicadores tenemos que entender que el contexto siempre va a ir más rápido que nosotros. Y parte de nuestro trabajo es ser tan ágiles, flexibles e informados como podamos.
Si bien transmitir un mensaje parece algo simple, en un mundo donde cada vez más gente emite mensajes y tiene acceso a sus propios medios de comunicación, captar la atención se vuelve complejo. Y sacudir las estructuras, rockear las comunicaciones, se convierte en una carrera de alta exigencia y competitividad.
Hoy, el arte de comunicar nos permite elegir no sólo las palabras sino las formas y los medios para construir los mensajes que van dentro de las historias, que queremos llevar a nuestras audiencias.
La velocidad y capacidad de reacción son esenciales. Se trata de contar historias que transmitan un mensaje, recibir el feedback, procesarlo, entender, responder y así seguir, pues, como dice el Manifiesto Cluetrain: el mercado son conversaciones.
Quiero aclarar que todo lo que comparto, lo hago desde un punto de vista positivo, entendiendo que igual que cuando uno camina por la calle o la vida, debe tener sus recaudos, cuidándose a sí mismo y a los demás. Sabiendo que la tecnología y particularmente Internet, son una gran fuente de inspiración y energía. Y que la energía puede iluminar una ciudad, pero también destruirla. Que debemos ser responsables y éticos a la hora de utilizar todos los recursos que tenemos disponibles para construir un mundo cada día mejor.
Vamos a hablar sobre conceptos relacionados con la aceleración de la curva de la transformación digital y cómo el futuro vino a visitarnos anticipadamente. Sobre los cambios de nuestra sociedad y sobre el poder de la tecnología en la transformación comunicacional.
Ojalá que las transformaciones tecnológicas en las que estamos inmersos nos permitan finalmente lograr una mejor comunicación, porque cuando realmente conectamos, nos entendemos y empatizamos somos genuinamente una sociedad mejor.
Bajo esta lente, voy a contarles cómo pasaron los años, compartir mis experiencias sobre algunas de las empresas más innovadoras del mundo, analizar las características de la evolución tecnológica que estamos transitando e invitarlos a imaginar -y construir- juntos el futuro hacia el que vamos.