Se mudó a Nueva York para vivir del diseño: "Tras emprender en Argentina, no hay barreras"
Sofía siempre trabajó mucho, y siguiendo su intuición, su deseo de innovar y de asumir riesgos en lo que hace, de desafiarse a mí misma, a los 28 años dejó de lado su profesión de abogada y se animó a cambiar su vida para explorar un nuevo camino como emprendedora en el mundo del arte y el diseño.
En 2009 participó en IncuBA, el concurso de innovación y creatividad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Fue en este contexto que su proyecto resultó uno de los seleccionados, y abrió su propia marca Sofía Willemoës Interiorismo, con un local en la calle Arenales.
Después de desarrollar la marca en su país durante 10 años y habiendo participado de ferias internacionales como el Salón del Mueble de Milán, Maison et Objet en París y 100% design en Londres, decidió mudarse a Nueva York para terminar de asentar su marca en el mundo. "Identificamos una oportunidad en las exportaciones y Nueva York era un buen lugar para crear allí nuestra base internacional", dice.
Y agrega: "Es una ciudad de negocios por la que todas las empresas pasan en algún momento del año, uno de los mercados más grandes y una de las capitales del diseño del mundo".
Sofía se fue hace 3 años a Nueva York
"Me fui hace 3 años, pero ahora estoy bastante acá porque estoy con un proyecto en la Patagonia", cuenta a iProfesional esta joven muralista que nació en Argentina y pasó gran parte de su infancia en el campo, en estrecho contacto con la naturaleza que hoy tanto la inspira.
En Argentina le iba muy bien, pero quería seguir creciendo, "por eso decidimos abrir un Estudio afuera", cuenta. Todo comenzó con apertura de un espacio en Park Avenue South y 25th Street, Manhattan, enfocándose en el mercado corporativo.
Hoy Sofía cuenta con un equipo formado en un 70% de mujeres y oficinas divididas entre Nueva York y Buenos Aires. Inspirada por misteriosos paisajes encantados, muestra su sensibilidad artística marcando tendencia con sublimes colecciones que sorprenden por su vanguardia y originalidad.
"Después de emprender en Argentina los demás países parecen no tener demasiadas barreras", asegura la artista. "Es mucho más fácil todo. Lo que lleva más tiempo quizás es entender cómo se maneja el negocio -en nuestro caso de la decoración- en un país nuevo. Los usos y costumbres son muy diferentes y eso requiere ajustes de todo tipo. Desde la materialidad del producto a la forma de venderlo y posicionarlo".
Según comenta Sofía, "emigrar es muy fuerte en todo sentido, pero lo que más me costó fue lo personal. Tiran las raíces, no importa el lugar al que te mudes. En el plano profesional es empezar de cero en muchas cosas. Requiere mucha energía".
Como contrapartida, dice, "gané una apertura mental que para mí es todo. Desarrollar intensamente el poder de adaptación todo el tiempo, desde entender cómo funciona un negocio a cómo funcionan las dinámicas de mis hijos en el colegio y así todo. Pasar por esas experiencias tan intensas hace que un problema tuviera una dimensión para mi antes de Nueva York y ahora tenga otra".
Sofía nunca deja de extrañar Argentina. Por eso, "ahora estoy acá haciendo un proyecto en Patagonia que, si bien en gran parte estará apuntado a un mercado internacional, tiene una identidad 100% Argentina", concluye.