Ginebra Bols: cómo nació la mítica bebida que está por cumplir 450 años
En 1575, cuando aún faltaban cinco años para que Juan de Garay se plantara en la actual Plaza de Mayo y decretara que Buenos Aires había sido fundada, una familia que por problemas religiosos había emigrado a Amsterdam emprendía una fructífera carrera en el mundo de los destilados.
Nos referimos a los Bulsius, originarios de Bélgica, quienes con el tiempo adoptaron el apellido Bols para acomodarse a la pronunciación local. Se desconoce el nombre de pila del patriarca migrante de la familia porque aún no se han hallado registros concluyentes. Se sabe que en esos años residían en la ciudad Pieter y Jeroen Bols, pero los asientos parroquiales no mencionan las actividades que desarrollaban.
Los Bols construyeron un sencillo galpón o cobertizo de madera en los suburbios, junto al Canal de las Rosas (Rozengracht). Allí preparaban bebidas espirituosas, sobre la base de tres ingredientes: comino, cardamomo y naranja.
¿Por qué se situaron fuera de los límites de Amsterdam? Porque cuando iniciaron la actividad en 1575, una ley prohibía destilerías dentro de los muros. Esa disposición se modificó en 1581, pero ya era tarde. Ellos estaban en un espacio exterior y surgieron competidores con ubicaciones más cómodas. Sin embargo, la dificultad pudo ser sorteada gracias a la calidad de los tragos.
El pequeño galpón se convirtió en un centro de reunión de marineros y también de vecinos. Aquellos primeros parroquianos, que saboreaban bebidas a base de elementos naturales, como ser frutas, flores, hierbas, raíces y semillas, se referían al lugar como "Het Lootsje", que significa precisamente "pequeño galpón" y terminó siendo el nombre oficial de la taberna.
La buena noticia llegó en 1612, pues se determinó ensanchar el espacio urbano y el galponcito de los Bols quedó incorporado al trazado interno. La austera construcción de madera no perdió su sencillez, pero al menos fue reemplazada por piedras. Así llegamos a 1640, año en que, gracias a los archivos periodísticos, se rescata el nombre de pila de uno de los Bols, Pieter hijo de Jacobs, vinculado a la popular destilería. Doce años después nació Lucas Bols, el verdadero impulsor del emprendimiento familiar.
Pudo haberse sostenido en la inercia del negocio que ya llevaba siete décadas funcionando y que había mejorado la calidad de vida de los Bols. De eso trataba el apacible transcurrir cotidiano de los burgueses. Pero el joven comprendió que los productos que elaboraban podían tener horizontes más lejanos que el humilde despacho de bebidas junto al Rozengracht.
Al nuevo representante de la familia le tocó vivir en el lugar y el tiempo exactos para expandirse. Lucas Bols figuraba entre los principales socios de la poderosa Compañía Holandesa de las Indias Orientales, con enorme influencia comercial en Asia y África. A la vez que establecía nuevos mercados, trabajaba como un avezado químico en busca de las fórmulas perfectas, aprovechando las especias y raíces que llegaban en los barcos.
Las combinaciones eran infinitas. A finales del siglo XVII, la destilería Bols contaba con un menú de unas doscientas bebidas. Pero una fórmula se destacaba por sobre el resto.
El nacimiento de la ginebra
Elaborada a partir de 1664, contenía trigo, centeno y maíz americano, más otros ingredientes, fermentados en alcohol y aromatizados con bayas de enebro (o enebrinas). La preparación era conocida como "vino de malta". Esta fórmula, con ligeras modificaciones, se empleaba como remedio para infecciones renales. Convertida en trago, se puso a la cabeza de la preferencia de los holandeses. De la enebrina que se obtiene del arbusto, la bebida tomó su nombre definitivo: jenever (en neerlandés) o ginebra.
El brebaje pasó a ser un serio competidor para los vinos y las cervezas por su alta graduación alcohólica. Se convirtió en la bebida oficial de las travesías marítimas. Eso le permitió, asimismo, llegar a puertos distantes. El envasado también tenía su sello. Bols impuso los tubos de arcilla que marcaron la identidad del producto por siglos.
Esas botellas arribaron al Río de la Plata a fines del siglo XVII, en cajas que contenían quince unidades. Desde entonces, figuró entre las bebidas espirituosas que se despachaban en las pulperías. Debemos aclarar que esos eran también los envases habituales para cervezas y whiskys.
Lucas murió en 1719 y la compañía pasó a mano de sus hijos varones, Pieter y Hermannus. El descomunal crecimiento de la firma se advierte en un registro de 1730. Allí se establece que Bols debió pagar casi la décima parte del total de impuestos que abonaron las noventa y cinco destilerías del reino. La dinastía familiar se mantuvo hasta 1816 cuando sepultaron a Lucas Bols, nieto de Hermannus y bisnieto del célebre homónimo.
Su viuda, Anna Margaretha Luderus (con Lucas habían tenido dos mujeres, Anna y Sophia), puso en venta la destilería, pero bajo la condición de que se mantuviera el nombre de Lucas Bols. La adquirió Gabriël Theodorus van't Wout, de una poderosa familia de Rotterdam. Continuaron la actividad bajo el nombre Erven Lucas Bols (erven significa herederos en neerlandés). Lo curioso es que el "Lucas" mencionado en la marca no es el impulsor del negocio, sino el bisnieto.
El aporte del nuevo clan fue determinante para afianzar la compañía. En 1868, tuvo lugar un nuevo pase de manos. La familia Moltzer fue quien tomó la posta y tampoco se durmió en los laureles. Ellos le dieron un impulso de gran magnitud al asociarse a distribuidoras de todo el mundo y apuntaron al comercio internacional aún con más énfasis que sus predecesores. Fue en aquellos años que se afianzaron productos tales como el Curacao, el Anisette, la Crema de Moca, la de Menta y el Bitter de naranjas.
Bols y su historia en la Argentina
El crecimiento marchaba con paso firme. Pero la Primera Guerra Mundial los puso en alerta. Comprendieron el peligro que representaba concentrar la elaboración en Amsterdam. Resolvieron esparcir destilerías por el planeta. Además de Schiedman (sur de Holanda), donde existen los antiguos molinos de viento más grandes del planeta, empleados precisamente para la elaboración de ginebras, fueron sumándose fábricas en Francia, Polonia, Suiza, Canadá, Sudáfrica, Bélgica y España. ¿Eso fue todo? No, también arribaron a la Argentina, sin imaginar la importancia que tendría.
La planta de Bols en Bella Vista (provincia de Buenos Aires) fue inaugurada el 31 de agosto de 1936, como parte de las celebraciones por el cumpleaños de la reina Guillermina de Holanda. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un punto estratégico de producción, ya que la compañía, con todas sus otras destilerías comprometidas, pudo continuar elaborando licores en medio de la contienda mundial. El encargado de llevar adelante el proyecto argentino fue Jan Moltzer, nacido en Amsterdam, uno de los directores de la empresa y protagonista de un sonado romance.
Carina Ari, nacida en Estocolmo en 1897, tuvo la oportunidad de crecer en el terreno de la danza gracias al sacrificio que hizo su madre por brindarle un mundo con las oportunidades que ella no había tenido. Carina se transformó en una destacada y talentosa bailarina, atractiva y seductora. En 1939 viajó a la ciudad termal de Aix les Bains con la excusa de un dudoso reumatismo. Al ingresar a un restaurante, provocando una conmoción por su vestuario y su físico, recibió la invitación de un hombre elegante pero simple. El caballero, que sintió que Cupido lo había atacado con todas sus flechas, era Jan Moltzer.
Con Carina vivieron en Buenos Aires, primero enfrente del Hipódromo de Palermo y luego se mudaron a San Isidro. Carina se dedicó a hacer esculturas. Ambos murieron en la Argentina. El empresario en 1951 y la bailarina y escultora en 1970.
De regreso al mundo comercial, la ginebra Bols ha sido publicitada desde comienzos del siglo XIX. Ya en aquel tiempo, una de sus fortalezas era su antigüedad. En nuestro país anunciaron desde 1880. Más adelante, en la década de 1930 solían organizarse concursos del tipo "cuántos granos de maíz hay en esta botella de nuestra ginebra". También se apoyaban en figuras de la ciencia y las artes para promocionar el producto.
Pero nada supera a la creación de Hugo Casares que figura en los anales de la publicidad argentina. En 1970, en una noche de muchas copas en Santiago de Chile, el creativo inventó la palabra "esmowing". Luego grabó al arquero Hugo Gatti tomando un vaso de ginebra Bols "para tener esmowing" y hacer un gol de arco a arco.
Para terminar, si bien la marca se asocia de manera inmediata con aquellas botellas de arcilla, hay otra que definió una época. Nos referimos a la campana de vidrio que contenía en su interior, además de licor, una bailarina que, al darle cuerda por debajo de la botella, giraba con gracia en un simpático pas de deux, al son del vals Danubio Azul. Fabricada en 1950, rindió homenaje en vida a la espléndida primera dama de la firma, Carina Ari.
En 2025, el proyecto iniciado en el galpón de madera en los suburbios de Amsterdam cumplirá 450 ininterrumpidos años.