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Historias que inspiran: nació sin una mano y con su innovación revolucionó el mercado de la repostería

Arte Nery es una empresa familiar que se dedica a la fabricación de moldes de silicona para diversos usos. Una verdadera historia de superación
10/08/2021 - 07:21hs
Historias que inspiran: nació sin una mano y con su innovación revolucionó el mercado de la repostería

"Nací sin los dedos de mi mano derecha. Hoy lo puedo decir porque me siento orgullosa de ser así", cuenta Nerina Zanchetta, la emprendedora luchó contra la discriminación y la adversidad, vivió en un altillo con su familia para perseguir su sueño y cuando todo parecia perdido, revolucionó el mercado de las manualidades. Una increíble y apasionante historia de esfuerzo, lucha y superación.

Arte Nery es una empresa familiar que se dedica a la fabricación de moldes de silicona para la realización de artesanías con parafina, yeso, porcelana fría, pastas comestibles, entre otros. Venden en exposiciones y a todo el país a través de su web y redes sociales. Revolucionó el mercado de moldes de silicona para manualidades y decoración de tortas gracias a sus innovaciones que permitieron mejorar los tiempos de producción de artesanas y reposteras.

Comenzó como un microemprendimiento para sobrevivir y sus productos se comercializan en más de 100 puntos de venta en todo el país. La historia de Arte Nery es la de Nerina Zanchetta, su fundadora, quien desde sus primeros días tuvo que luchar contra la adversidad y el prejuicio, pero le ganó la batalla.

Lidiar con la mirada ajena

"Nací sin los dedos de mi mano derecha. Hoy lo puedo decir porque me siento orgullosa de ser así", cuenta Nerina. Desde muy chica tuvo mucho interés por las artesanías, sus primeras creaciones fueron hechas en tallando jabón. "Hacía silloncitos y mesas para las muñecas. Le rompía todos los jabones a mi mamá", recuerda.

Su infancia fue como la de cualquier otra niña y se crió aprendiendo a saber valerse por sí misma. "El decir yo te ayudo para mi era ‘no te acerques’", explica Nerina.

Durante la adolescencia comenzó a sufrir el sentirse diferente: "Me gustaba un chico y sentía que no me iba a dar bolilla porque me faltaba una mano. Con el tiempo me di cuenta de que era yo la que tenía muchos prejuicios", reconoce.

A la hora de ir a buscar trabajo tuvo que aprender a lidiar con la mirada ajena "tenía que esconder la mano porque no sabía cómo lo iban a tomar", explica y recuerda el duro golpe que fue para ella el ser rechazada en un negocio: "Cuando le pregunté a la dueña porqué no me podían tomar ella me dijo que era porque me faltaba una mano".

Luego de esas experiencias frustrantes Nerina entró en una etapa difícil de su vida, en la que se encerró por miedo al rechazo.

Detrás de toda historia, hay una historia de amor

Para superar una adolescencia y juventud tormentosa, Nerina se refugió en la repostería y porcelana fría, donde encontró un hobbie que la apasionaba. "Hice mis primeros cursos y hacía tortas para regalar", recuerda. Nery tuvo la esperanza de formar una familia, siendo muy joven se casó y quedó embarazada, pero a los 6 meses se separó. Durante 5 años se dedicó a trabajar y a criar sola a su hijo, hasta que conoció a Diego Velazquez, su actual marido, en un chat.

"Para mí era un pecado volver a conocer a alguien a pesar de que era joven, tenía 25 años", recuerda. Le pesaba la mirada de su familia que desaprobaba que tuviera una nueva pareja teniendo un hijo pequeño. En los primeros contactos de Nerina con Diego ella eligió mentirle y trató de dilatar lo más posible el encuentro, a pesar de ello él insistió y se animó a viajar de Buenos Aires a Junín para conocerla.

"Me moví 250 km para conocer a una persona que no tenía más datos que lo que había hablado por chat", recuerda Diego. Así fue como nació una historia de amor que los ayudó a romper con sus prejuicios e inseguridades "pensaba que nadie me iba a querer pero me di cuenta que no todo pasaba por mi mano. Diego me ayudó mucho a saber valorarme", recuerda con emoción.

Nery creó un producto revolucionario

Surge la verdadera Nery

Seis meses después, Nery con su hijo Ramiro se mudaron a Capital Federal con Diego. A pesar de continuar con su hobbie, Nerina no se animaba a desarrollarlo como una actividad laboral.

"Mi suegro me decía que me podía poner un puestito en el Parque Centenario y le decía que no", confiesa. Pero al año, la situación cambió. La empresa donde trabajaba Diego cerró y con la indemnización decidieron instalar una empresa de alarmas en la ciudad de Paraná. El negocio no prosperó y no pudieron concretar lo que habían soñado. El fracaso de ese emprendimiento se convirtió en una chispa que despertó a Nery aunque solo se tratara de buscar una manera de sobrevivir. "Yo era de la idea de que la mujer no tiene que trabajar. Pero a medida que pasaba el tiempo me di cuenta de que estaba equivocado" reconoce Diego. Y fue él quien la impulsó a ofrecer sus creaciones en el cotillón del barrio.

"Pensaba que nadie iba a querer mis productos, pero me animé. Fui con mi cajita de zapatos con todos los adornos y volví feliz habiendo vendido todo", recuerda Nery. Al ver la aceptación y la demanda que comenzaron a tener sus productos, su actitud cambió y empezó a surgir la verdadera Nerina.

Quedarse sin nada

A pesar de contar con un nuevo ingreso, la situación de la familia seguía siendo delicada. La indemnización se estaba agotando y la venta de adornos no alcanzaba para cubrir los gastos. Estaban entrando en una situación límite, sin futuro y sumado a esto, Nerina queda embarazada de Agostina.

"Surge una propuesta en Buenos Aires de trabajo y viviendo resolviendo todo lo que nos estaba faltando" cuenta Diego. "Vendimos todo y nos mudamos con tan solo una caja de cartón. A los 15 días volvimos a Paraná porque todo se frustró", recuerda Nery.

Lo que iba a ser la solución se convirtió en un problema más grande. Al verse sin nada, no tuvieron más remedio que mudarse a Junín a la casa de la hermana de Nerina. "Cuando llegamos a la casa de mi cuñada, pagamos la mudanza y nos quedaron 50 pesos y yo salí a buscar trabajo", recuerda Diego.

Apostar al proyecto propio

Los siguientes años tuvieron cierta estabilidad y Nerina continuó fabricando y vendiendo sus productos hasta que un pico de estrés lo obligó a Diego a renunciar a su empleo pero en vez de lamentarse, salió en busca de una solución.

"Logré cobrar el sueldo y recorriendo la ciudad veo un local. Se lo muestro a Nery y le digo que teníamos que poner un local de sus productos", cuenta Diego. Pero Nerina no se animaba y rechazó la idea.

De todas formas, Diego confiaba en ella y decidió alquilarlo sin consultarle. "Iba negada, pero cuando entré al local dije ‘Sí, esto es lo mío, vamos’" reconoce Nerina. Apostaron sus últimas fichas y se jugaron todo por el negocio. Fue muy difícil ya que estaban muy mal económicamente y llegaron a tener que vivir en el altillo del local.

Crecer a base de esfuerzo

Tenían el local lleno de mercadería pero no contaban con dinero para pagarla, así que tuvieron que hablar con los proveedores y explicarles que todas las semanas le iban a abonar lo que lograran juntar. A pesar de no disponer de capital económico, Nerina contaba con el apoyo de su familia que trabajaba a la par y la empujaba a para adelante.

"Yo hacía souvenir, adornos, tortas y si venía alguien y me pedía arreglos de salones yo le decía que si también. El que se tenía que subir a la escalera a colgar todo mientras yo lo dirigía era Diego", recuerda Nery.

El negocio crecía de a poco y a base de esfuerzo, pero Nerina comenzó a notar que no estaba lo suficientemente capacitada ya que siempre había sido autodidacta por lo que decide perfeccionarse haciendo cursos y seminarios.

"Gracias a estos cursos conozco a Mariela que es la que me hace conocer los moldes de silicona" explica. Esta persona le permite conocer una veta de productos totalmente desconocida por Nerina, y empieza a llevarla a exposiciones.

"No sabía de qué se trataba y me encontré con un mundo que era mi salsa. Dejaba con 0 pesos en la caja y compraba insumos en las exposiciones sin saber si los iba a vender", cuenta Nerina. Mariela le recomienda que haga el curso para realizar los moldes pero

Diego tenía sus dudas ya que implicaba un gasto de dinero con el que no contaban. "Ella insistía, incluso lo hacía a escondidas. Me decía que íbamos a vivir de esto", reconoce Diego.

Convertir el deseo en acción

Nerina estaba convencida que quería vivir de los moldes de silicona, por lo que convirtió en acción su expresión de deseo. "Logró vender el negocio que levantó con nada y con eso pagó sus cursos y la materia prima para empezar su nuevo proyecto" explica Diego. Comenzaron a fabricar sus primeros moldes y a su vez realizaban adornos para tortas en fibrofacil.

Usando un Falcon viejo de la madre de Diego empezaron a viajar a diferentes pueblos a ofrecer sus productos en los cotillones. A su vez Mariela llevaba los productos de Nery a las ferias del sector en Buenos Aires y los vendía hasta que una conocidas les ofreció compartir un stand. Así empezó a exponerlo en público. "Al principio vendíamos poco. Era todo a pulmón. Me iba en micro con una caja y un carro", recuerda Nery.

La situación era difícil y sentía que necesitaba un producto que le permitiera hacer un salto de ventas.

"Pensé que necesitaría yo si estuviera trabajando en un cotillón. Y ahí creé el primer molde multifunción", explica Nerina. Desarrolló una propuesta innovadora con la cual, no solo se puedan hacer productos en serie sino que también se puedan realizar distintos modelos en base a ese mejorando los tiempos de producción y costos de producción.

Ser pionera

La innovación que Nerina Zanchetta introdujo en el mercado tuvo un éxito inmediato. "Me encontré que había 20 o 30 personas queriendo el mismo molde. La gente se tiraba sobre los moldes y yo había llevado tan solo 20 porque pensé que no se iban a vender", cuenta. Rápidamente la demanda creció por lo que tuvieron que producir en mayor cantidad. Arte Nery tiene un catálogo de 450 moldes y de cada uno de ellos ofrece la posibilidad de crear infinidad de figuras.

"La gente no puede creer que con un solo molde se puede hacer todo. El límite es la imaginación", explica.

La vida de la familia cambió de un día para el otro y al fin lograron prosperar, pero para Nery, quién en su adolescencia hacía todo lo posible por ocultar que le faltaba una mano, el cambio fue aún más significativo.

"Cuando inventamos los multifuncion me proponen hacer videos tutoriales para explicarle a la gente cómo se armaban. Diego me propuso contratar a alguna persona para que los muestre, pero yo le aclaré que los iba a hacer yo", aclara Nerina.

Diego temía que al subir los videos a las redes sociales podrían aparecer mensajes agresivos y burlones, pero Nerina estaba preparada y no le importaba lo que pudieran decir.

No bajar los brazos

Toda la familia se abocó a la fabricación de moldes de silicona y Arte Nery se transformó en uno de los puestos más visitados de las ferias del sector, sumando más de 100 puntos de ventas en todo el país y vendiendo por internet. También sumaron la realización de cursos en todo el país en donde también ofrecían sus moldes. Ante la pandemia del 2020 las ferias cerraron y se les hizo imposible viajar a brindar los cursos por lo que se enfrentaron a la posibilidad de terminar con su negocio. Pero en vez de eso se afianzaron en la modalidad online.

"La gente está acostumbrada a comprar en las exposiciones, pero pronto se dieron cuenta que podían comprarnos por las redes sociales. También hicimos sorteos y promociones consiguiendo nuevos clientes y distribuidores", explica Nery, la emprendedora que con su ejemplo nos demuestra que las verdaderas limitaciones son las que uno se impone.

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