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Se larga la carrera por la futura conducción de la CGT: ¿Alberto Fernández conseguirá la unidad que busca?

Trabajo habilitará las elecciones sindicales. Sería antes de fin de año. Varios nombres en danza y cero chances de unidad amplia como pide el Presidente
17/07/2021 - 08:45hs
Se larga la carrera por la futura conducción de la CGT: ¿Alberto Fernández conseguirá la unidad que busca?

El Ministerio de Trabajo de la Nación confirmó que no extenderá la prórroga de los mandatos sindicales, decisión extraordinaria que tomó al inicio de la pandemia por la emergencia sanitaria y que rige hasta el 31 de agosto próximo. Esa determinación postergó, entre otras, las elecciones de renovación de autoridades de la CGT, que debían realizarse en agosto de 2020.

La CGT, principal central obrera del país, es un actor trascendente en el mapa político argentino y la pacificación interna de Azopardo es vital para manejar buena parte del humor social. Por ello la "rosca" por la nueva conducción cegetista es seguida de cerca desde La Rosada.

No es un secreto para nadie que el presidente Alberto Fernández tiene intenciones de tallar en la discusión y de reunir en Azopardo a todos los actores sindicales que le mostraron respaldo desde 2019.

De hecho lo pidió en varias oportunidades y lo repite cada vez que tiene un auditorio con dirigentes gremiales. Los quiere juntos a Hugo Moyano, Héctor Daer, Hugo Yasky y Sergio Palazzo, entre otros. De hecho con todos maneja vínculos fluidos pero por carriles distintos.

Quizás la única certeza para lo que viene es que ese anhelo presidencial no se cumplirá. Más allá de que Yasky dio un primer paso para que los gremios de la CTA de los Trabajadores que comanda regresaran a la cuna cegetista, nunca encontró el plafón necesario para plasmar su retorno. Recordemos que la CTA es una escisión de la CGT. Parece improbable que pueda concretarse su reincorporación en el futuro cercano.

Alberto Fernández tiene intenciones de tallar en la discusión y de reunir en Azopardo a todos los actores sindicales

Los que pulsean por la conducción

El primer nombre que sonó como potencial conductor de la CGT modelo 2021 fue el de Héctor Daer, el líder de Sanidad y actual cotitular. Se trata de un hombre cercano al Ejecutivo, de buena llegada a los funcionarios y respaldado por los "Gordos", gremios con mayor cantidad de afiliados del país que hoy hegemonizan la mesa directiva de la central.

Esa idea transita nubarrones por estas horas. Es que sus socios le achacan la falta de respuestas del Gobierno ante sus gestiones y lo responsabilizan por el escasísimo poder de influencia que tienen en la determinación de políticas oficiales. Por ello hicieron trascender el nombre del constructor Gerardo Martínez como Plan B. Está todo por verse.

Del otro lado de la grieta se encuentra Pablo Moyano, el número dos de Camioneros, crítico acérrimo de Daer y sus aliados, que desde hace meses teje relaciones pensando en ser una alternativa. Aunque en el último tiempo logró ampliar su base de sustentación, todavía está lejos de obtener una mayoría que pueda imponerse en una cumbre cegetista.

A sabiendas de sus debilidades y limitaciones, Moyano empezó a mostrar una cara un tanto más conciliadora. Ahora habla frecuentemente de unidad y pide apertura a los suyos.

Pablo Moyano empezó a mostrar una cara un tanto más conciliadora

Para sumarle problemas a esa encrucijada, aparecen los nombres de Luis Barrionuevo, todavía portador de un espacio de gremios que hace 5 años empujaron a Carlos Acuña como cotitular de la CGT; de Sergio Palazzo, ascendente líder de la Corriente Federal de Trabajadores; de Sergio Sasia, el ferroviario que comanda un grupo sindicatos llamados Semun; y de José Ibarra, el líder de las 62 Organizaciones Peronistas. Todos ellos en busca de ser factores de peso con influencia en los próximos 4 años.

Ante ese panorama de dispersión, algunos empezaron a esbozar la alternativa de una conducción tripartita, como la que se concibió en 2016. 

También sonó la chance de elegir cuatro Secretarios Generales, que vayan rotando en liderazgo, en pos de la unidad. Un representante para cada grupo de poder. No parece ser una solución que pueda imponerse, aunque nadie se anima a descartarla de plano.

La salida de este laberinto tiene que encontrarse en los próximos 90 días. La moneda aún está en el aire.

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