La final de la Copa América tendrá 4.000 personas en las tribunas: no habrá venta de entradas y pedirán PCR negativo
El mítico estadio "Maracaná" es acondicionado para recibir hasta 4.000 personas, la mitad de ellos argentinos residentes en Brasil, cuando el próximo sábado se enfrenten Argentina y Brasil por la final de la Copa América, según acordaron la Conmebol y el Gobierno de Jair Bolsonaro.
De hecho, según detalló el cónsul general argentino en Río de Janeiro, Claudio Gutiérrez, le habían encomendado la tarea de cursar esas invitaciones para los 2.000 argentinos que serían privilegiados de poder estar en el encuentro decisivo, acompañando su ingreso con un testeo PCR (hisopado) negativo.
El público que esté en el estadio será al margen de aquellos involucrados en la organización, cuya habilitación llegó a través de un pedido de Conmebol que aceptó el ministro de Salud de Brasil, Marcelo Queiroga, porque la Copa América "no incidió en la pandemia".
En ese sentido, según los reportes de la casa madre del fútbol sudamericano, hubo hasta el momento 166 personas contagiadas vinculadas a la Copa América -incluidos empleados de empresas prestadoras de servicios-.
El pedido de Conmebol, hace cinco días, fue para el público en general e incluía la posibilidad de ocupar un 50 por ciento del aforo total de 78.000 espectadores con el que cuenta el estadio "Maracaná".
En un comunicado de prensa, la intendencia de Río de Janeiro dijo que rechazó el ingreso de público en general, pero aclaró que la Secretaría de Salud "estudia" dar entradas de cortesía y con un diez por ciento máximo de ocupación del estadio "Maracaná".
"Fue solicitada la posibilidad de permitir un público estricto en el estadio con personas registradas y testadas para Covid-19, garantizando el distanciamiento entre los lugares y con menos del 10% de la capacidad del Maracaná. Se está analizando la solicitud", explicó el comunicado.
Ésta solicitud fue similar a la que realizó y logró la Conmebol en enero pasado, cuando en el mismo escenario para la final de la Copa Libertadores entre Santos y Palmeiras, que finalmente tuvo un 10 por ciento del aforo.
Desde bien temprano, los medios brasileños dieron cuenta de esa solicitud, que quedó también a expensas de la decisión de la Prefeitura de Río de Janeiro, que tenía que dar las garantías de seguridad.
Los equipos se preparan para la gran final
Por otra parte, la final entre Argentina y Brasil está siendo una de las más esperadas y las más polémicas.
Luego de atajar ante Colombia, algunos pidieron a la Conmebol que el arquero argentino Emiliano Dibu Martínez no juegue en la final por su comportamiento.
A su vez, Neymar enfrentó a los brasileños que hinchaban por Argentina en esta final, sosteniendo que debían hinchar por su propio país.
Ángel Di María quedó ante una nueva posibilidad de tomarse revancha de finales perdidas por Argentina en las que vio limitadas sus participaciones por distintas lesiones, ya que pelea un lugar con Nicolás González para ser titular en la definición de la Copa América ante Brasil, el sábado en el estadio Maracaná, mientras Cristian Romero será probado para ver si puede volver al equipo.
El plantel argentino realizó el jueves su primer entrenamiento en Río de Janeiro en horario vespertino, en el estadio de Fluminense, donde volverá a practicar el viernes por la tarde.
Los futbolistas realizaron ejercicios en espacios reducidos divididos en tres grupos y al anochecer retornaron al Windsor Barra Hotel, donde se hospedan, en la exclusiva zona de Barra de Tijuca.
Si bien no hubo ´"fútbol once", un dato relativamente positivo fue que Cristian Romero volvió a practicar a la par del resto de sus compañeros y, aunque los trabajos no fueron de una exigencia extrema, le abre una ventana de expectativa al técnico Lionel Scaloni para reponerlo como titular frente a los brasileños.
Claro que como contrapartida está el hecho de que el "Cuti" hace más de 15 días que no compite y una lesión de rodilla, en este caso una distensión en la derecha, siempre es traicionera, lo que implicaría un riesgo si llega a incluirlo y no puede responder como cuando estaba en plenitud.
Es que Brasil tiene un ataque poderoso, por más que no pueda jugar el suspendido Gabriel Jesús, y una falla de un marcador central puede derivar en un gol que deje a Argentina sin título, por lo que Scaloni se encuentra ante la disyuntiva de insistir con Germán Pezzella en ese lugar o reactivar al cordobés, que es una de sus debilidades y por eso lo va a esperar hasta último momento.