A más de 35 años de la tragedia del Challenger, finalmente se supo en qué momento fallecieron los tripulantes
El 28 de enero de 1986, 73 segundos después de haber despegado de la base aérea de Cabo Cañaveral en Florida (EE.UU.), el transbordador espacial Challenger de la NASA explotó en el aire causando la muerte de sus siete tripulantes.
Millones de personas seguían con interés por televisión las incidencias de este viaje espacial sobre el que se había creado gran expectativa porque en la nave viajaba Christa McAuliffe, la primera maestra en ser enviada al espacio exterior.
Esta docente de una escuela secundaria de Concord (New Hampshire) había sido escogida entre más de 11.000 aspirantes que se postularon al proyecto Maestros en el espacio, creado por el presidente Ronald Reagan en 1984 con el objetivo de despertar en los estudiantes el interés en las matemáticas, la ciencia y la exploración espacial.
Los siete astronautas debían pasar seis días y medio en órbita, durante los cuales debían desplegar un satélite y realizar diversos experimentos. Sin embargo, la misión se convirtió en tragedia.
Al despegar del Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral, Florida, las condiciones climáticas frías de esa mañana, combinadas con un defecto de diseño, causaron la falla del principal cohete propulsor y provocaron un colapso estructural.
El tanque de combustible externo colapsó debido a una fuga, lo que liberó hidrógeno líquido y oxígeno líquido, generando una bola de fuego gigante, eso hizo que pareciera que el Challenger había explotado.
La pregunta que muchos se hicieron desde el primer día fue: ¿qué ocurrió con los tripulantes? ¿Cuándo murieron exactamente? The Burning Blue: La historia no contada de Christa McAuliffe y el Challenger de la NASA, un libro de Kevin Cook, deja entrever la probabilidad de que la tripulación haya sobrevivido a la explosión incluso antes de caer a la Tierra. El autor señala que descubrió los "errores y los recortes de esquina que llevaron a una agencia espacial demasiado confiada a lanzar una tripulación que no tuvo oportunidad de escapar".
Se cree que el 28 de enero de 1986, cuando el transbordador espacial Challenger volaba, el piloto Michael Smith notó algo alarmante y sentado en la cubierta miró por la ventana, donde habría visto un destello gigante de luz, lo que sería de vapor o fuego. En ese momento supo que algo andaba mal, porque el cohete propulsor derecho tenía una fuga de combustible, pues en el suelo, en Mission Control, una pantalla de computadora indicaba una caída de presión y estaba goteando combustible.
De acuerdo con la revelación del autor del libro, Smith, Dick Scobee, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Judith Resnik, Gregory Jarvis y Christa McAuliffe sobrevivieron al desastre inicial, que fue la explosión, y "estaban conscientes, al menos al principio, y plenamente conscientes de que algo andaba mal".
Como se sabe, un minuto y 12 segundos después del despegue, la pequeña llama creció y solo tardó tres segundos en penetrar la piel de aluminio del tanque de combustible. El tanque se rompió rápidamente, encendiendo el combustible de hidrógeno y provocando una explosión masiva.
Dentro de los centros de Control de Misión de Houston y de Control de Lanzamiento de Florida, hubo varias pantallas de computadora alineadas con S, que indican "estática", lo que quiere decir que todo el audio y la comunicación del transbordador se había perdido. Pero la cápsula en la que estaba sentada la tripulación no explotó. Fue expulsada en la explosión y permaneció intacta, lo que indica un detalle revelador de esta histórica tragedia.
Del accidente se sabe que el Challenger finalmente alcanzó una velocidad terminal de más de 200 millas por hora antes de estrellarse contra el mar y el descenso final duró más de dos minutos.
En junio de 1986, cinco meses después del accidente, finalizó una comisión presidencial para examinar los motivos del desastre. Luego las piezas del Challenger fueron sepultadas en un silo de misiles sin usar en Cabo Cañaveral. Como dijo más tarde el director del Centro Espacial Kennedy, Bob Cabana, "era como si estuvieran diciendo: ‘Queremos olvidarnos de esto’"
Sentenciado desde este accidente, el programa del transbordador espacial terminó formalmente en 2011, después de tres décadas llevando astronautas hacia y desde la órbita terrestre baja.
Su retirada dejó a Estados Unidos sin vehículo para los viajes espaciales tripulados, labor que se ha centrado en la nave rusa Soyuz, hasta el reciente estreno de la Crew Dragon que la NASA contrata a Space X.