Una cordobesa se fue a estudiar a Barcelona pero puso una cafetería: hoy está en el top 10 de la ciudad
Sofía Martínez es de Córdoba Capital. Se fue de Argentina hace un poco más de tres años, a una semana de haberse graduado en la Universidad de Derecho. "Emprendí viaje a España con la idea de hacer un Master en Criminalística y Ciencia Forense en la Universidad Autónoma de Barcelona", cuenta esta joven que hoy tienen 30 años y es la dueña de dos tiendas de café de especialidad en la ciudad catalana.
Según cuenta eligió España por el idioma. "A pesar de que fui a un colegio bilingüe y me comunico en inglés, creía que estudiar en mi idioma me facilitaría las cosas", explica a iProfesional. "En mi caso, mi padre tiene ciudadanía española, pero yo había quedado fuera por mayoría de edad y me vine con una visa de estudiante, la cual me permitía tener un trabajo de media jornada relacionado con mi Master y residir legalmente en España mientras duren los estudios".
Sin embargo, al llegar, todo fue muy distinto a lo esperado. "Llegué en pleno invierno y el invierno en Barcelona es bastante duro. No conocía a nadie, conseguir dónde vivir no fue tan fácil como creía y no me bastaba con esa Visa que había tramitado ya en Argentina, sino que tenía que seguir con distintos trámites aquí. Sin eso, no podía ni sacar una línea de teléfono", cuenta. "En ese momento, caí en la realidad de que estaba lejos, sola y que no todo se soluciona con un conocido o un amigo de un amigo que te haga un favor. Aquí eso no aplica".
Con el tiempo las cosas se fueron "acomodando" para Sofía. "Conseguí un trabajo en una oficina, en negro, a jornada completa, hice mi pequeña familia de amigos, vivía en un lugar que me gustaba mucho, me puse de novia, viajé un montón", narra.
"Mi idea inicial era hacer mi Máster y volverme", sigue, "No tenía en mente quedarme. Hasta que fui de visita a Argentina, en febrero de 2020 cuando ya llevaba poco más de un año viviendo aquí y me di cuenta de que había muchas situaciones que tenía normalizadas y que ya no eran tan normales para mí. Vi a la gente muy estresada, deprimida, preocupada, asustada, con miedo, incertidumbre, y decidí que esa no era la manera en la que yo quería vivir. Volví a sentir ese nudo en el estómago de cuando te bajas del auto en el centro y rogas que nadie te robe la cartera y no quise vivir más esa sensación".
Cómo nació Camelia Arte Café
"Desde que llegué a Barcelona notaba que había muchos locales, muchos restaurantes, bares, cafecitos, pero ninguno en el que yo sintiera que tenía ganas de sentarme, comer algo rico, compartir una tarde de amigas, que sea lindo, que te atendieran bien, un lugar cálido", expresa Sofía. "aquí hay muchas franquicias, locales con grandes inversiones de dinero u otros muchos lugares de paso, preparados para el turismo, donde te sirven un café horrible con mala cara, y te la tenes que aguantar porque es lo que hay".
La joven supo que un cafecito de la Sagrada Familia, creado también por dos argentinos, estaba en venta. "Mi familia se dedica a la gastronomía desde siempre y al haberme criado dentro de la cocina de un restaurant, tenía ese lado B de la abogacía que me gustaba mucho. Entonces decidí comprarlo y comenzar mi emprendimiento aquí en Barcelona".
Ella misma diseñó este espacio cálido y acogedor. Camelia Art Café es además de cafetería de especialidad (de las pocas cerca de la Sagrada Familia), un lugar donde se puede disfrutar de la lectura con tranquilidad, participar en talleres creativos, gastronómicos o simplemente pasar un buen rato con amigos. Entre muebles antiguos (Sofía viene de familia de restauradores), vajilla de porcelana vintage y una atención cercana y cariñosa, este emprendimiento que hoy tiene dos sucursales fue creciendo y hoy es elegido por muchas personas que vieron en él eso que ella no encontró en un sitio gastronómico cuando llegó a Barcelona.
Los desafíos de emprender
"El principal desafío de emprender en un país que no es el tuyo es el desconocimiento total de la burocracia que significa poner un local aquí y más si es relacionado a la restauración", dice la joven. "En Barcelona no podes alquilar un local y poner lo que quieras, eso está regulado. Hay una cierta cantidad de locales de cada rubro por cada cantidad de habitantes, entonces tenes que pedir una licencia nueva (que en el caso de bares y restaurantes ya casi que no hay) o comprar una ya otorgada que los precios suelen ser bastante elevados".
En caso de querer pedir un préstamo bancario, "hay que hacer un proyecto con una sección gratuita que ofrece el ayuntamiento. Se llama ‘Barcelona activa’, ellos te hacen llenar un cuestionario con un montón de preguntas de cómo, cuándo, por qué y de qué manera vas a llevar tu proyecto, un excel con gastos y previsiones de ingresos y determinan si tu proyecto es viable. En ese caso te dan el Certificado de Viabilidad y con eso vas al banco para que te otorguen el crédito junto con otros documentos".
"Con el tiempo entendí que Barcelona es una ciudad que ofrece diversidad de cosas, y que no es cuestión de poner un local y ya. Tiene que ser distinto, aquí ya está todo inventado, hay muchas cosas y no a todos les va bien. Entonces ese era mi objetivo, lograr hacer de mi cafetería un lugar que se distinguiera del resto, que la gente quisiera ir, y creo que lo he logrado", expresa
Como anécdota, Sofía cuenta que empezaron a hacer chocotorta para ver qué tal les iba. "En Barcelona está lleno de argentinos así que clientes que la coman iba a haber. El primer día estaba ofreciendo los pasteles que había y escucho de atrás un señor, ‘¿Dijiste chocotorta? Por favor, servime una porción’. Cuando vino a pagar con lágrimas en los ojos, nos contó que hacía 18 años se había ido de Argentina y nunca más la había comido. Que volvió a su infancia en un bocado y que no podía más de la emoción. Hoy es el pastel que más vendemos y lo más curioso de todo es que la consumen más españoles que argentinos. Literal, los argentinos estamos invadiendo Barcelona".
La argentinidad
"El hecho de ser argentina nos da una ventaja en el sentido de que estamos muy acostumbrados a vivir sobre una base débil, inestable, entonces eso no nos asusta", menciona Sofía. "Este año particularmente con la cuestión de Covid-19 hubo mucha preocupación y desesperación a nivel económico y emocional del español. Los argentinos lo vivimos de otra manera, es una crisis, pasará y estamos muy entrenados para sobrellevarlo, ellos no".
Según ella, "los argentinos trabajamos mucho, nos reinventamos, y cuando hay trabajo no lo desaprovechamos, no tenemos día ni horario, porque hay trabajo y hay que aprovecharlo. En el español eso no aplica, no les toques las vacaciones, ni los domingos, ni sus horas de descanso, creo que la estabilidad te lleva a eso, y aunque cueste hay que aprender de ellos también".
La emprendedora está convencida de que las crisis son momentos de oportunidades. "Lo bueno de acá es que la crisis es económica (y no se compara con la nuestra), pero no tienen problemas ni de educación, ni de seguridad, ni de salud, o al menos no al nivel de nuestro país, entonces eso hace que la solución sea más rápida, solo hay que arreglar la economía", plantea.
Esta argentina arriesgada y resiliente, acaba de abrir su segunda cafetería en plena pandemia, porque como dice, "las crisis son momentos de oportunidades, el que no arriesga no gana y esto también pasará. En febrero de este año encontré un local a una cuadra de Paseo de Gracia y decidí poner otro Camelia Art Café. A pesar de que la ciudad todavía no es la misma y las cosas van lentas, se puede y hay esperanza de que todo irá mejorando".
Si bien no descarta la posibilidad de volver a Argentina, para Sofía el problema es la política. "Para volverme debería existir algún partido político que al menos empiece a encaminar las cosas, que dejen de llenarse los bolsillos y empiecen a velar por la gente, que no necesariamente tengas que ganar un dineral para poder mandar a tus hijos a un colegio privado porque los públicos se caen a pedazos, que puedas ir a un hospital público y los médicos tengan todo lo necesario para atenderte, que puedas caminar por la calle sin pensar todo el tiempo que te va a pasar algo, poder vivir con la tranquilidad de saber que este mes y el próximo con tu mismo sueldo vas a poder hacer las mismas cosas. Parece básico, pero por el momento lo veo muy lejos".