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Mentasti, sinónimo del cine: te contamos la atrapante historia de un pionero del séptimo arte en el país

El incansable Mentasti, con su poderoso olfato para los negocios, pudo percibir que en este nuevo mundo estaba gestándose un negocio de proporciones
13/03/2021 - 17:08hs
Mentasti, sinónimo del cine: te contamos la atrapante historia de un pionero del séptimo arte en el país

Cuando en 1895 los hermanos Lumiére presentaron en Paris el cinematógrafo y la primera filmación de la historia, Angelo Bautista Mentasti no podía suponer que aquel invento cambiaría su vida. Mucho menos pensar que algún día se convertiría en uno de los empresarios cinematográficos más importantes de la Argentina.

Mentasti nació en mayo de 1877 en el pueblo de Varese, cerca de Milán, Italia. Luego de recibirse de contador conoció a Virginia Forzinetti, dos años menor, con quien se casó. Fueron jóvenes padres de José Atilio, nacido en 1899, quien llevó los nombres de sus dos abuelos. Ya constituida la familia, y tentados por la promesa de progreso que ofrecía la Argentina de fines del siglo XIX, decidieron embarcarse con el pequeño rumbo a Buenos Aires.

Vivieron en Billinghurst y Corrientes, en el barrio de Almagro. El espíritu emprendedor llevó a Mentasti a desarrollar varias actividades. Primero estableció una empresa de mudanzas a la que llamó "La Confianza". Más tarde incursionó en el teatro como empresario y hasta fue propietario de una pensión.

Las proyecciones de cine se dispersaban por el mundo. En la Argentina, apenas algunas familias privilegiadas que contaban con aparatos modernos y copias que compraban a las distribuidoras en Europa, se daban el lujo de invitar a amigos a sus casas para que disfrutaran del espectáculo.

El incansable Mentasti, con su poderoso olfato para los negocios, pudo percibir que en ese nuevo mundo estaba gestándose un negocio de proporciones. Mientras trabajaba como corredor de vinos, con su clientela repartida entre Buenos Aires, Rosario y Santa Fe, Pascual Massino, gerente de la distribuidora New York Films, lo convenció de llevar algunas películas mudas junto con las muestras de vinos.

El éxito que tuvo con la distribución de estas novedades que causaban sensación, lo llevó a dejar los vinos y dedicarse definitivamente a la cinematografía.

Vinculación definitiva al mundo del cine

Tango fue la primera película sonora del país

La vocación iba afianzándose, a medida que crecían los cuatro hijos. En la Argentina, Ángel y Virginia le dieron al pequeño José Atilio, tres hermanitos: una mujer (cuyos datos desconocemos) y dos varones, Atilio José, quien nació en Buenos Aires el 26 de mayo de 1901, y Ángel Luis, nacido en la ciudad de Córdoba el 17 de julio de 1903.

Mentasti fue porgresanso y se incorporó al equipo de la International Germania Films, un compañía de renombre mundial que traía al país grandes éxitos.

De esta manera, quedó definitivamente vinculado al mundo del cine, en una relación que sostuvo con mucho entusiasmo. En 1929 se relacionó con Desiderio y Francisco Reich, propietarios de Films Reich, que se dedicaban a importar vistas alemanas.

Allí conoció a una personalidad singular, prócer de la cinematografía argentina. Nos referimos a Luis José Moglia Barth. Este director, que ya había filmado dos películas mudas en 1927 y 1928, le acercó a Mentasti la idea de pensar en el cine sonoro. Don Ángel, un alma inquieta, sin miedo a arriesgar en los negocios que lo entusiasmaban, dejó su trabajo con los Reich.

Argentina Sono Film y la primera película sonora

En 1933, junto con otros socios que aportaron capitales, creó Argentina Sono Film. "Era enérgico, dinámico, impulsivo y generoso". Así lo recordaba Carmelo Santiago, uno de sus grandes amigos y jefe de publicidad de la exitosa empresa que marcó el camino en nuestra tierra.

Trabajaron con gran empeño para obtener su producto fundacional. El 27 de abril de 1933 se estrenó ¡Tango! en el Real Cine de la calle Esmeralda. Fue la primera película sonora del país. Esto significa que no era orquestada, o adornada con música, como ocurría con el los productos del cine mudo. Se trataba de una sucesión de números musicales interpretados por personalidades ya conocidas para el público: Libertad Lamarque, Tita Merello y Pepe Arias, además de algunos jóvenes como Luis Sandrini. También aparecían en la filmación las orquestas de Juan de Dios Filiberto, Osvaldo Fresedo, Ernesto Ponzio y Juan D’Arienzo.

La respuesta del público fue contundente. A partir del gran éxito, las producciones de Argentina Sono Film se vendían antes de iniciarse la filmación. Justamente, ese era uno de los objetivos que se habían propuesto: crear una cadena que mantuviera el negocio en movimiento constante.

Mentasti se convirtió en uno de los empresarios cinematográficos más importantes de la Argentina

A ¡Tango! le siguieron otras realizaciones, pero la que marcó el destino fue Dancing, estrenada a fines de 1933, que no obtuvo el éxito esperado, a pesar de las grandes expectativas que tenían los empresarios. Contaba una historia que transcurría en un cabaret y que no conmovió al público, y menos a la crítica.

Mientras comenzaba a percibirse la falta de respuesta en la taquilla, Ángel se había volcado de lleno a la producción de Riachuelo. En medio del rodaje, y como consecuencia del fracaso de Dancing, los socios capitalistas se alejaron de la compañía. Mentasti, hombre de decisiones rápidas y de firmeza en la ejecución, no dudó y pidió préstamos a sus amigos. Aún le faltaba un monto para terminar la filmación. Por ese motivo, resolvió vender los derechos de exhibición en determinados cines. Riachuelo, que significó la consagración de Sandrini, no sólo obtuvo buenas críticas sino que fue un rotundo logro económico.

Honor a la herencia paterna

Por esos años, dos de sus hijos varones, Atilio y Ángel Luis (José, el mayor, fue perito mercantil en 1916 y luego se recibió de médico), se incorporaron a Argentina Sono Film. Ángel Luis se ocupó del aspecto comercial de la empresa, de dirigirla y de vender las películas en el país y en el exterior. Atilio, por su parte, ejerció el control directo de todas las realizaciones, fue productor.

Ángel Mentasti no le tenía miedo al riesgo. Lo que ganaba lo reinvertía en la producción de más películas. Así, su empresa creció hasta convertirse en una de las principales cinematográficas nacionales. Hasta su muerte, el 24 de junio de 1937, la compañía produjo y rodó trece películas.

Argentina Sono Film continuó el legado de Ángel Bautista Mentasti tal como fuera su voluntad. Sus dos hijos mantuvieron la calidad de las producciones y le hicieron honor a la herencia paterna llevando a la empresa a convertirse en una de las más importantes de América Latina, constituyéndose en estudio, productora y distribuidora de películas. Siempre recordando el lema del viejo Mentasti: "Si hay temple y agallas, el triunfo llega".

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