COVID-19: ¿qué produce una respuesta inmunitaria más fuerte, la infección natural o la vacuna?
Reino y Estados Unidos iniciaron ya su programa de vacunación masiva contra el coronavirus con la vacuna de Pfizer/BioNTech.
En Reino Unido, los primeros en recibir la dosis inicial de las dos necesarias para alcanzar la inmunidad completa son las personas mayores de 80 años, los profesionales de la salud en primera línea, así como los trabajadores de las residencias de ancianos.
Pero quienes aún dudan de aplicarse la vacuna cuestionan ¿qué genera una respuesta inmune más fuerte: la infección natural o la vacuna?
Hasta el momento, la pregunta no tiene una respuesta unívoca. "Hay algunas enfermedades donde la vacuna protege más que la enfermedad y otros casos donde la enfermedad brinda más protección que la vacuna", le explicó a BBC Mundo Carlos Rodrigo, vacunólogo y Director Clínico de Pediatría del Hospital Germans Trias i Pujol, en Barcelona.
Dice que con el sarampión, la varicela o las paperas, la infección natural es la que otorga una inmunidad más prolongada. Una vez que las has tenido, nunca te vuelves a enfermar. Pero en el caso de las infecciones provocadas por neumococos o meningococos (dos tipos de bacterias) o por el virus del papiloma humano (VPH) la situación es exactamente opuesta.
En el caso del VPH, por ejemplo, la vacuna genera una respuesta inmune más potente que la inmunidad natural, ya que esta última es particularmente débil. Esto se debe a que, entre otra cosas, el virus emplea varias tácticas para evadir al sistema inmune, le explica a BBC Mundo Maitreyi Shivkumar, profesora de Biología Molecular en la Facultad de Farmacia de la Universidad De Montfort, en Reino Unido.
"Muchos virus, entre los que se incluye el VPH tienen proteínas que bloquean la repuesta inmune o simplemente mantienen un perfil bajo para no ser detectadas" afirmó la experta. En cambio la vacuna, "contiene una concentración alta de una sola proteína —la que sobresale de la superficie del virus y la que detecta el sistema inmune— en su forma más pura", y por eso genera una respuesta inmune más fuerte.
Además, la vacuna permite que, "de cierta forma, el sistema inmune no se distraiga con otros trozos del virus (como ocurriría en una infección natural)", añade la experta, aunque aclara que son pocos los casos donde la inmunidad generada por la vacuna es mayor a la que suscita la infección natural.
¿Cómo se posiciona la el COVID-19 en este sentido?
Dado que se trata de una enfermedad nueva y de que los estudios sobre la vacuna fueron diseñados para determinar su seguridad y eficacia más que para evaluar la longevidad de la inmunidad, no sabemos con exactitud por cuánto tiempo se extiende el efecto protector de ninguna de las dos.
Lo que sí sabemos es que, a diferencia de la infección natural, de la que podemos recibir una dosis viral variable (alta, mediana o baja) que produce diferentes niveles de inmunidad, "cuando te suministran una vacuna, recibes una dosis predeterminada que sabemos provoca una respuesta inmune fuerte y apropiada, capaz de prevenir la infección en un gran porcentaje de los casos", dijo a BBC Mundo Jennifer Gommerman, inmunóloga de la Universidad de Toronto, Canadá.
"Hay muchas similitudes: las dos cosas generan anticuerpos neutralizantes e inmunidad celular", el proceso que activa entre otras cosas a las células T, "pero una de las grandes diferencias es que las vacunas no provocan el daño colateral de una respuesta inmune extremadamente robusta, que en mucha gente puede ser perjudicial y causar daño en los pulmones", explicó la experta.
Sin vacuna, dice Carlos Rodrigo, atravesar la enfermedad es "una aventura, un azar, una ruleta rusa: mientras que a algunas personas no les ocasiona ningún problema, a otras les causa problemas gravísimos. Y a otras no tan graves pero persistentes en el tiempo, e incapacitantes".
Por último otra de las ventajas de la vacuna es que al suministrar una dosis fija, "se garantiza una respuesta imunitaria estandarizada en toda la población. Es una forma de controlar la respuesta y no dejarla al azar", añade Shivkumar.
¿Deben vacunarse quienes tuvieron COVID-19?
Respecto de si quienes ya sobrepasaron la infección natural de COVID-19 deben o no recibir también la vacuna, Gommerman considera que primero deberían ser inmunizados quienes no la tuvieron, ya que los que se infectaron con el nuevo coronavirus deberían tener memoria del virus y por lo tanto capacidad para combatirlo. Luego de ello, si será importante que se vacunen.
"Cuando nos llega gente que piensa que ha tenido COVID-19 y se les hace la prueba de anticuerpos, no siempre dan positivo porque en realidad no han estado expuestos al virus". Esa ya es una buena razón para darse la vacuna. Pero por otro lado, "hasta donde sabemos, no hay consecuencias negativas de darse la vacuna después de haber tenido el virus. Es como reforzar tu respuesta inmunitaria", señala la experta.
Y, tercero, "tu respuesta inmune pudo haber sido muy buena o no, dependiendo de a cuánto virus estuviste expuesto, y como esa carga es variable, no sabrás en que parte del espectro te encuentras, por lo tanto, es mejor darse la vacuna".
Rodrigo tiene una visión similar, aunque recomienda hacer un test primero para verificar si la persona aún tiene anticuerpos. Estas personas "no serían prioritarias, pero es posible que al cabo de unos cuantos meses, la inmunidad natural no sea suficiente".
"Habrá que evaluar si todavía tiene anticuerpos, porque en casos que los haya, la vacuna es inútil", sentenció.