Sebastián Piñera, tras las protestas que suman once muertos en Chile: "Estamos en guerra"
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, afirmó que el país está "en guerra contra un enemigo poderoso e implacable", al que responsabilizó por los disturbios que causaron al menos once muertos, más de 200 heridos y cuantiosos daños materiales.
"Estamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite incluso cuando significa la pérdida de vidas humanas, con el único propósito de producir el mayor daño posible", dijo Piñera en una comparecencia pública ante la prensa, este domingo por la noche.
"Ellos están en guerra contra todos los chilenos que quieren vivir en democracia", agregó.
"Hay que tomar partido y llamo a toda las fuerzas políticas a condenar con total fortaleza esta delincuencia. Hay algunos que lo han hecho en un espacio de ambigüedad, ellos no están contribuyendo a la paz de nuestros compatriotas", expresó Piñera, que les dio todo el "total apoyo y respaldo del Gobierno" a los casi 10.000 integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad dispuestos para la vigilancia.
Manifestó que las autoridades han hecho "un esfuerzo gigantesco" para lograr que este lunes "sea un día lo más normal posible", con la habilitación de una de las líneas de metro.
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"Mañana (por hoy) vamos a tener un día difícil. Estamos muy conscientes de que los violentos tienen un grado de organización, de logística, propia de una organización criminal", agregó Piñera.
"La democracia tiene la obligación de defenderse", completó, para luego augurar "que quede claro que vamos a ganar la batalla, no hay dudas de esto".
"El país nos pertenece a todos, y muy especialmente a los que queremos vivir en paz y libertad. Hemos hecho un esfuerzo gigantesco para que mañana sea el día lo más normal posible", apuntó Piñera.
Por eso, pidió solidaridad a los chilenos para ayudarse con el transporte.
"Les pido a todos mis compatriotas que nos unamos en esta batalla que no podemos perder, que nos ayudemos a que todos los demás tengamos mañana un día lo más normal posible y que logremos por fin empezar a ganar esta batalla. Nos vamos a permitir que los delincuentes se sientan dueños de este país", comentó.
Siguen los enfrentamientos
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Miles de manifestantes desafiaron el domingo a las fuerzas de seguridad en un sector de Santiago, Chile, durante más de dos horas bajo la vigencia del toque de queda, hasta que los uniformados dispersaron la protesta.
Los manifestantes levantaron barricadas, a las que incendiaron, en al menos cuatro puntos cercanos a la plaza Ñuñoa, en el noreste de la capital, donde los efectivos detuvieron a dos personas.
Una pintada decía "El pueblo declara estado de conciencia", en alusión al estado de emergencia (sitio) declarado por el presidente Sebastián Piñera.
Los uniformados procuraron dispersar con gases lacrimógenos a los manifestantes, que les arrojaron piedras y los insultaron antes de retirarse, alrededor de las 21.30, cantando la consigna "El pueblo unido jamás será vencido".
Allí se encontraban funcionarios del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) ataviados con chalecos y cascos amarillos, y máscaras antigás.
Explicaron a Télam que trabajaban para disuadir a los manifestantes y evitar excesos de carabineros y militares, y afirmaron que ya registraron seis querellas contra uniformados por excesos en detenciones.
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Un poco más al este, en la acomodada comuna Las Condes, pequeños grupos de manifestantes se reunían en las esquinas con banderas y cacerolas, y exhibían un cartel que decía: "No por vivir en Las Condes nos quedaremos callados".
Mientras tanto, las estaciones de metro (subte) estaban custodiadas por personal del Ejército. "Las demandas son justas pero la forma de expresarlas es incorrecta", afirmó uno de los militares, que llamó a un transeúnte a retirarse de la zona porque, de lo contrario, sería detenido.
De a poco, la ciudad fue transformándose en un desierto, sin autos ni personas, pero con las huellas de los enfrentamientos: carteles publicitarios rotos, semáforos y luminarias destrozados, y restos humeantes de barricadas que daban a Santiago un aire de guerra.
La residencia del embajador argentino, a escasos 100 metros de la emblemática Plaza Italia, tenía todo el frente pintado con consignas.
A las 23, desde balcones y ventanas cercanas a la Plaza Italia, comenzó un cacerolazo que fue extendiéndose y puso nuevamente alerta a a carabineros y militares.
El toque de queda regía desde las 19 hasta las 6, anunció el jefe del operativo de seguridad, general Javier Iturriaga.