"Alboroto en las Pampas": así define el Financial Times la crisis argentina
Desde el resto del mundo comenzaron a evaluar cómo está la economía argentina, y los dichos no son buenos.
De acuerdo al Financial Times, el país está en un breve default.
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Por un lado, el bono a 100 años de Argentina fue un de las mejores historias de regreso a los mercados de deuda globales. Un país con antecedentes de defaults que discutió durante 15 años con los acreedores por una deuda de miles de millones de dólares llegó a un acuerdo, volvió a los mercados y emitió un extraño bono a un siglo.Los críticos que se burlaban de la implícita predicción de estabilidad de un siglo dirán: "te lo dije". Los grandes fondos de bonos, confiados, invirtieron en la colocación de u$s 2.750 millones de 2017. Razonaban que el bono con rendimiento a 7,9% cubriría la inversión inicial en una década aproximadamente. Pero dos años –ni hablar de 10 años- es mucho tiempo en la economía sudamericana.Argentina prorrogó el pago de los bonos a más corto plazo, lo que Standard & Poor’s define como "un breve default". La caída del peso consume las reservas en moneda extranjera, que llegaron a cerca de u$s 10.000 millones. Eso hace que para Argentina sea difícil planificar los pagos de la deuda soberana por u$s 101.000 millones que busca reestructurar.
Lo que salva la situación es que el rescate récord de u$s56.000 millones que le otorgó el FMI el año pasado le brinda al país un incentivo para cumplir con el próximo pago de deuda, aunque esté tratando de demorar el pago. El FMI sabe que si lo posterga sería visto por los mercados como una señal segura de que se agrava el perfil de default argentino. El peso se hundiría aún más.Alberto Fernandez, el rival del presidente Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de octubre, sugirió que Argentina podría canjear bonos por títulos atados al crecimiento económico, como ocurrió en 2005 y 2010.
Eso sólo funcionaría si la economía del país tiene probabilidades de recuperarse –algo que requerirá del apoyo del FMI. Y si los inversores hubieran querido cuasi-capital, lo habría comprado en otro lugar. Aprendieron de mala manera que cuando se invierte en Latinoamérica, el cortoplacismo es una virtud, no un vicio.