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Trump elogió el boom económico y dijo que Estados Unidos vive "un nuevo sueño americano"

Con un tono conciliador, el presidente repasó una a una las cifras positivas de la economía y especialmente hizo hincapié en la caída del desempleo
31/01/2018 - 20:29hs

Con un tono calmo y con expresiones que buscaron inspirar patriotismo más allá de las divisiones partidaria e ideológicas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dedicó su primer discurso del Estado de la Unión a hacer un llamado a la unidad

El mensaje se enfocó en los avances económicos que han ocurrido en el último año, y aunque atribuí­rselos enteramente a su administración resulta debatible ya que la recuperación empezó con Obama, es cierto que luego de un año en la Casa Blanca puede reclamar su parte.

Trump mencionó en algún punto a dos pequeños empresario de Ohio sentados entre los asistentes a la sesión. "Acaban de cerrar su mejor año en sus 20 años de historia", dijo de la pequeña empresa. "Gracias a la reforma fiscal, están subiendo los sueldos, contratando a 14 personas más, y expandiéndose al edificio de junto", celebró el presidente.

Los esfuerzos por calmar el clima de tensión y polarización que marcó todo el primer año de Trump ya habí­an comenzado durante el dí­a cuando el presidente mantuvo un silencio de radio total en su plataforma más combativa: Twitter. 

Una vez que tomó el micrófono en el seno de la cámara baja del Congreso, frente a todos los legisladores federales, la Corte Suprema, la cúpula de las Fuerzas Armas y decenas de invitados especiales, el mensaje de unidad fue constante y cristalino. 

"No es suficiente unirnos en los momentos de crisis y desastres", afirmó Trump y luego reiteró: "No hay un pueblo con tanta determinación como el estadounidense. (...) Todos juntos, como un equipo, un pueblo, todos compartimos el mismo corazón, el mismo destino y la misma gran bandera estadounidense".

El mandatario repitió esos conceptos una y otra vez hasta el final de su discurso y, aún cuando se permitió una chicana o tocó algún tema divisivo, nunca cayó en una de sus famosas diatribas descalificantes y agresivas. 

El giro discursivo de Trump podrí­a ser la primera prueba de que la Casa Blanca quiere cambiar su estrategia en el Congreso para conseguir más acuerdos y, por ejemplo, terminar con la inestabilidad provocada por la falta de una ley de presupuesto, que debí­a comenzar a regir en octubre pasado. 

Con un tono conciliador, el presidente repasó una a una las cifras positivas de la economí­a y especialmente hizo hincapié en la caí­da del desempleo.

"El desempleo de la población negra y de la hispana es la más baja de la historia y eso es algo que pone muy orgulloso", aseguró. 

De hecho, una parte importante de los estadounidenses coinciden con el mandatario en este tema. Según las últimas encuestas de Pew Research Center, más del 40% creo que el paí­s vive un contexto excelente o, al menos, bueno. 

En su repaso, Trump se concentró en los aspectos positivos -describió por ejemplos algunas historias personales de cómo, dijo, su reforma impositiva mejorará la vida de trabajadores y dueños de pymes-, pero no le escapó a los temas más sensibles del escenario polí­tico actual. 

Celebró la eliminación "del corazón del desastroso Obamacare", el sistema de salud aprobado por Barack Obama en 2010, reivindicó su agenda social conservadora -"La fe y la familia, no la burocracia o el gobierno, son el centro de la vida"- y ratificó sus crí­ticas a los jugadores negros de fútbol americano que se arrodillaron al escuchar el himno nacional, en repudio al racismo y abuso policial. 

También reiteró que defiende la segunda enmienda de la Constitución -el derecho a portar armas-, celebró "el final de la guerra contra la energí­a estadounidense" -un eufemismo para los lí­mites medioambientales impuestos por el gobierno anterior- y pidió una ley para financiar proyectos de infraestructura por 1.500 millones de dólares y con menores regulaciones. 

Pero sin lugar a dudas el tema que más dividió a la tribuna que llenó el Capitolio para esta apertura del año legislativo fue el debate sobre la inmigración

Trump describió una vez más su propuesta de reforma migratoria que habilita la ciudadaní­a a los más de 700.000 jóvenes inmigrantes sin papeles que fueron beneficiados por el gobierno de Obama para trabajar y estudiar, y que son conocidos como los soñadores

Sin embargo, inmediatamente lanzó una chicana. 

"Mi deber es proteger el derecho de todos al sueño americano....porque los estadounidenses también son soñadores", aseguró y sólo los legisladores republicanos estallaron en aplausos

Trump destacó que su proyecto de reforma incluirá la expansión del muro fronterizo "para que no entren más criminales y terroristas" -otra referencia que desató quejas de la bancada demócrata- y pondrá fin a la loterí­a anual que otorgaba visas de manera azarosa a ciudadanos de todo el mundo.

Ya hacia final de su discurso, el mandatario dedicó unos minutos a la polí­tica exterior.

Hizo un repaso rápido por los principales temas de su agenda: festejó el repliegue de "la amenaza terrorista de ISIS", destacó el "peligro" que representan "rivales como China y Rusia" y se quejó de la falta de objetivos claros en Afganistán, una guerra que Obama dio por terminada pero que sigue más caliente que nunca.

Defendió su alianza con Israel y su reconocimiento de Jerusalén como la capital de ese paí­s, aseguró que "no hay régimen que haya oprimido tan brutalmente a sus ciudadanos como Corea del Norte", ratificó sus sanciones "contra los regí­menes comunistas y socialistas" de Venezuela y Cuba, y prometió sólo financiar a los "amigos" de Estados Unidos. 

En medio de su repaso apurado por el mundo, Trump se tomó un minuto para hacer un anuncio, uno que dividió otra vez a la tribuna de los legisladores. 

"Hoy cumplo otra promesa. Di la orden al secretario (de Defensa Jim) Mattis para revisar la polí­tica de detención (de enemigos extranjeros) y mantener abiertas las instalaciones de la bahí­a de Guantánamo", sentenció el mandatario y borró con su sola firma la primera orden del gobierno de Obama y una de las tantas que no pudo cumplir por falta de apoyo polí­tico.

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