El Gobierno tuvo un momentáneo éxito en llevar calma al mercado cambiario, luego de que sus propias acciones dispararan la cotización del dólar marginal
ACTUALIDAD - 24 de Julio, 2015

Por tratarse de alguien a quien no le preocupa la cotización del dólar blue, el ministro Axel Kicillof se está tomando demasiadas molestias.

Al menos, eso es lo que indica el hecho de que el Gobierno esté usando una gran cantidad de recursos logísticos y financieros con el objetivo, justamente, de frenar la gran escapada del tipo de cambio paralelo en las últimas dos semanas.

Luego del récord de $15,09 al que llegó el martes, el ministro y el resto del equipo económico han exhibido una conducta dual. 

En la faz declarativa, las consabidas referencias al pequeño volumen y lo irrelevante del mercado paralelo. Y, por cierto, las acusaciones de actos desestabilizadores pergeñados por los bancos y medios de comunicación.

"Les pido a todos que reflexionemos. ¿A quién le afecta en su vida cotidiana la cotización del dólar? ¿Cuántos son los que están en esta rosca?", preguntó a los vecinos de Caballito, en su acto debut como candidato a diputado.

Pero, al mismo tiempo, en la faz de los hechos las cosas son bien distintas

Mientras que en el Parque Rivadavia el candidato recibía el aplauso y los saludos de los militantes kirchneristas -extasiados con sus declaraciones de desprecio al "dólar ilegal"- los funcionarios de su equipo dedicaban sus mayores esfuerzos –y unos cuantos millones de dólares en bonos- para tratar de calmar al blue.

Abriendo la billeteraLa segunda contradicción de Kicillof se observa en la actitud ambivalente hacia el mercado de "conta con liqui".

Así se llama a la operatoria de compra de bonos en pesos en la plaza local y su reventa en dólares en el exterior.

En una jornada activa, este mecanismo para hacerse de divisas puede mover unos u$s50 millones.

Frecuentemente caracterizada como una forma apenas disimulada de fuga de capitales, esta triangulación legal realizada con títulos ha sufrido reiterados ataques.

Esto, pese a que la misma ha sido la mejor aliada del Gobierno cuando ha tratado de tranquilizar al mercado.

Por lo pronto, la estrategia oficial se ha venido enfocando también en intervenir en las operaciones conocidas bajo el nombre de "conta con liqui casero".

A diferencia del conta con liqui "común", en este caso no se necesita una cuenta en el exterior. 

Se adquiere un bono en su versión en pesos y se lo revende en su versión en dólares dentro de la bolsa porteña. Es decir, el dinero no sale del país.

Sólo el miércoles el desembolso en operaciones de "dólar liqui" fue de u$s300 millones a través del Bonar 2024 y Bonar 2017.

¿Por qué le interesa al Gobierno influir en esta operatoria? Porque de la misma surge la referencia legal respecto de cuál es el tipo de cambio que está convalidando el mercado.

En otras palabras, la administración K considera que si baja el valor del "conta con liqui" -en sus dos versiones- entonces puede forzar una reducción del precio del blue.

¿De quién es este bono?

Luego de que el "conta con liqui" tocara el máximo del año de $13,58, el Gobierno apeló nuevamente a la venta de "bonos verdes" en poder de la Anses.

¿Para qué? Para que esa mayor oferta desinfle la cotización del dólar liqui (es decir, el que se obtiene comprando y revendiendo papeles). Y, en consecuencia, su baja produzca un descenso del blue, ya que éste toma al primero como referencia.  

La administración K ha sumado un condimento a esta estrategia: "Las operaciones de venta de bonos al mercado no las hace en su totalidad el organismo sino que muchas son realizadas a través de terceros", señala a iProfesional un operador de la city porteña.

El objetivo es que al mercado le resulte más difícil determinar si los títulos provienen de manos oficiales o de entidades privadas

En este sentido, la fuente consultada añade: "Antes, había una mayor certeza respecto de quién era el que estaba vendiendo. Ahora, en cambio, al no saber con exactitud quién está detrás, se apunta a reducir el volumen de operaciones" por el temor que genera quedar bajo la lupa oficial. 

De esa forma los funcionarios tratan de lograr un doble efecto: achicar la demanda al mismo tiempo de incrementar la oferta.

En consecuencia, intenta bajar el precio de los bonos y, por consiguiente, la cotización del dólar que surge de las operaciones de "conta con liqui" (ver nota: Todo lo que siempre quiso saber sobre el dólar de "conta con liqui" y nunca se animó a preguntar).

"Los bancos fueron presionados para que no compren títulos en dólares. El Central los está controlando y entonces las entidades se están autoregulando", afirma el ejecutivo de una entidad financiera de capitales españoles.

Por si todo este combo no resulta suficiente, se ha agregado un condimento adicional. 

El stock de "bonos verdes" en manos de la Anses no es ilimitado, por lo que la administración K ha recurrido a dólares de las reservas para comprar títulos en esa moneda y luego venderlos en pesos, con el objeto de bajar el precio de referencia del "conta con liqui". 

El "dólar liqui", de enemigo a aliado
En definitiva, lo que se observa es que, después de haber intentado sin éxito por la vía de la represión, la administración K parece convencerse de que resulta más efectivo apelar a las "armas" del propio mercado.
Ya en el arranque de Alejandro Vanoli al frente del Banco Central, las clausuras y multas a las casas de bolsa indujeron a una baja temporal del dinero utilizado en las operaciones de compraventa de  bonos para hacerse de divisas estadounidenses.
En cada uno de estos intentos, ocurrió la consecuencia de manual: subió el dólar de "conta con liqui" por retracción de la oferta.
Además, ese incremento termina contagiando al blue, porque aquellos que no pueden obtener dólares por la vía legal terminan recurriendo al mercado marginal aunque deban pagar un sobreprecio.
La última embestida del fiscal Carlos Gonella  -quien pidió a la Corte Suprema que se declarase ilegal a las operaciones de "conta con liqui"- fue interpretada por el mercado financiero como una iniciativa del propio ministro Kicillof.
Pero lo cierto es que, cada vez que el Gobierno ha tenido éxito en reducir al blue no ha sido reprimiendo sino -por el contrario- liberando el mercado del "dólar liqui".
Nadie quiere dólares, pero…
Pero hay más contradicciones por parte de Kicillof y su equipo. 
Como la de jactarse de la existencia del "dólar ahorro" como garantía del libre acceso de los ciudadanos a la compra de divisas pero, al mismo tiempo, desalentar su uso.
En los últimos días volvieron a reportarse situaciones que hacía tiempo no se veían, como los oportunos problemas técnicos en el sistema de la AFIP para la autorización de las operaciones.
Casualmente, esta situación ocurrió en medio de un fuerte incremento de la demanda: en lo que va de julio ya se superó el récord de junio en unos u$s30 millones (el mes pasado habían salido u$s512 millones).
Pero, además, se preparó contrarreloj un anuncio de Vanoli para ahuyentar uno de los fantasmas más temidos por el Gobierno: que el dinero de cada plazo fijo que llega a su fecha de vencimiento, en vez de renovarse, se convierta a dólares.
Es por eso que el titular del Central, por segunda vez desde que asumió su cargo, impuso un nuevo piso como premio a los ahorristas, ahora del 25,6 por ciento.
La idea es darle pelea al atractivo billete verde, si bien sigue siendo una tasa que pierde contra la inflación.
Por cierto, no va a ser fácil ganar la batalla contra la dolarización, habida cuenta de que el interés ofrecido sigue estando muy por debajo de la ganancia que deja el "puré".
Así se llama en la jerga a la compra dólar ahorro a precio oficial más un recargo del 20%, para revenderlo en el mercado del blue
Ese premio, al día de hoy, se ubica en torno de 32%.
De todas formas, las medidas implicarán una mejora para ahorristas que vieron cómo quienes apostaron al dólar informal ganaron en pocos días un 15%, es decir el equivalente a ocho meses de plazo fijo en pesos.
En todo caso, lo que el equipo económico ha dejado en claro es que, por más que intente minimizar en público la importancia de la demanda de billetes verdes, es un tema que le quita el sueño. 
Y que, en buena medida, la pronunciada caída del ahorro en plazos fijos –unos $7.500 millones- se produjo por un descenso en las tasas, producto del aumento de la liquidez generada por el propio Gobierno.
Ahora, al subirlas desde un poco atractivo 18% a un nivel de 25,6% y hacer ese premio extensivo a los depósitos superiores a $350.000, aspira a frenar la sangría.
El blue, ¿sólo una obsesión de la city? 
No termina ahí la falacia del desinterés que provoca el dólar en el Gobierno. 
Porque el argumento central es que la cotización del blue es algo que sólo inquieta a la city financiera pero que no guarda relación con la economía real.
No es lo que opinan los ejecutivos de varias actividades económicas. Por lo pronto, los directivos de las inmobiliarias se lo han hecho saber al ministro Kicillof, a quien le han solicitado una reunión en carácter de urgente para analizar el desplome de su negocio.
En un mercado que históricamente se ha manejado en dólares, la estabilidad cambiaria propende a la normalidad operativa, mientras que la inestabilidad lleva a cierta parálisis. Tras haberse entusiasmado por una leve recuperación luego de años de números en declive, los profesionales del mercado del ladrillo se alarmaron al comprobar que, con la escapada del blue, los teléfonos dejaron de sonar en las agencias.
Un muy mal "timing" para que se abra un nuevo frente de problemas, justo cuando el Gobierno está celebrando la recuperación de los indicadores en la industria de la construcción.
Los empresarios inmobiliarios son apenas los primeros de una lista de gente preocupada por ese tema que, según Kicillof, no debiera inquietar a nadie.
Pero claro, resulta difícil creerle a un ministro que, a cada paso, da muestras de que no hay, para él, un tema más prioritario que la calma del dólar, en todas sus versiones. Si bien en la faz declarativa afirma todo lo contrario. 

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