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La CGT, el "caballo de Troya" del massismo para socavar el poder del Gobierno en el Congreso

Las elecciones sacudieron el tablero político y renovaron la tribuna legislativa. Las tres CGT metieron sus diputados y Sergio Massa va por ellos
12/11/2013 - 18:32hs
La CGT, el "caballo de Troya" del massismo para socavar el poder del Gobierno en el Congreso

Clausurada la contienda electoral, el massismo puso en marcha un plan para reunificar al sindicalismo peronista.

Hacia afuera, los contactos con el sector de Hugo Moyano y el regreso de los denominados "gordos" a la CGT oficialista apuntan a defender el modelo sindical y recuperar los fondos de las obras sociales. Pero en el fondo la iniciativa contempla un objetivo mucho más ambicioso que consiste en meter una cuña en el Congreso a través de los diputados que responden a la central obrera en sus diversas vertientes, para limitar el poder de fuego del kirchnerismo y hasta promover un proyecto unificado en Ganancias, algo que hasta ahora nunca sucedió.

Uno de los consuelos que dejaron las elecciones al Frente para la Victoria (FpV) es haber retenido la mayoría en ambas cámaras. En Diputados, el bloque K ostenta un total de 132 votos según los cálculos más optimistas, por encima del piso requerido de 129 bancas para alcanzar el quórum. Son 118 legisladores propios y 14 aliados, entre los cuales habrá que ver si todos se mantienen leales.

Sin embargo, los colaboradores de Sergio Massa aseguran que el margen será ajustado y que el oficialismo no debería contar como parte de su tropa a los representantes sindicales, con quienes el espacio del presidenciable, apuesta a impulsar una agenda laboral común y abrir, como ocurriera en Troya, una brecha en las fuerzas del Gobierno.

"La mayoría parlamentaria no te da legitimidad. El 68% del país votó en contra de las políticas del gobierno", dijo a iProfesional.com el dirigente de Sanidad y diputado electo por el Frente Renovador (FR), Héctor Daer. "El Poder Ejecutivo plantea que tiene más de 129 legisladores, pero incluyen a los compañeros que son dirigentes sindicales", advirtió.

El sindicalista, que integra el grupo de los gordos junto al gremio de Comercio y Luz y Fuerza, se refirió así a Facundo Moyano, hijo del camionero y formalmente diputado del Frente para la Victoria (FpV), el metalmecánico Oscar Romero (FpV) y el metalúrgico Carlos Gdansky (FpV). En tanto que el canillita moyanista Omar Plaini accedió a su banca por la Unión por el Trabajo y la Libertad, liderada por Francisco De Narváez, y el petrolero barrionuevista Alberto Roberti por la lista de Massa.

La prioridad del tigrense es captar la adhesión de los Moyano. Por ello recibió a Facundo en su casa y visitó al titular de la CGT Azopardo en la sede de su gremio. La aventura junto al "Colorado" le redituó al sindicalista un diputado pero al precio de elegir una opción política con fecha de vencimiento, tras ser derrotado por el Frente de Izquierda en 24 de los 28 distritos del conurbano bonaerense. Y para no hundirse con el barco, el marplatense ya le dio vía libre a Plaini para manifestar la "independencia" política de su banca, en un guiño al Frente Renovador.

"Me gustaría que no haya obediencia al bloque sino a los trabajadores", ratificó su postura a este medio el canillita.

La estrategia "catchall" (atrapatodo, en la jerga politológica) del massismo emergió en el arranque de la temporada de pases dentro del parlamento, donde el ex jefe de gabinete de Néstor Kirchner sumó tres legisladores del peronismo opositor y compensó así la fuga de tres legisladores del PRO. De cara al recambio legislativo del 10 de diciembre, se prevé que contará con 19 escaños y podría formar una alianza interbloque con el chubutense Mario Das Neves, el entrerriano Jorge Busti y los hermanos Alberto y Adolfo Rodríguez Saá, para alcanzar los 25 miembros y convertirse en tercera fuerza, por encima del PRO.

La lectura que hacen en los cuarteles de Tigre es que las elecciones abrieron una grieta en el peronismo y tarde o temprano va a haber un "reamocodamiento político generalizado" que beneficiará al Frente Renovador. Por ello, abrieron los brazos a todos los sectores de la dividida CGT. "Esto es una bomba de profundidad", sintetizó el titular del sindicato de Sanidad, Carlos West Ocampo.

El primer impacto sacudió a la CGT que lidera Antonio Caló. El sindicalista fue el primero en advertirtirlo al recordar a propios y ajenos, con una metáfora peronista, la actitud "pendular" del sindicalismo. Y en la última reunión del Consejo Directivo, tuvo que digerir junto con el resto de la cúpula las críticas vertidas por el titular de la Fraternidad, Omar Maturano, el de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Roberto Fernández, y el de Obras Sanitarias, José Luis Lingeri, mientras que los gordos pegaron el faltazo, tras retornar a las reuniones de mesa chica. 

"(En las elecciones del 27 de octubre) el pueblo nos dio un verdadero cachetazo", dijo Fernández, y consideró que en la dirigencia gremial "habrá que analizar el grado de responsabilidad" porque "perdimos los espacios de poder que ocupábamos mientras que los intendentes ganaron protagonismo".

En los pasillos de Alsina, algunos creen que Caló recibió gran parte de las esquirlas del proceso electoral. "Al secretario general de la central obrera le fue muy mal en Tres de Febrero y Quilmes y encima tuvo que poner la cara", señalaron los gordos, en alusión a los intendentes de orígen metalúrgico Hugo Curto y Francisco "Barba" Gutiérrez, respectivamente, cuyas listas sucumbieron frente a las de Massa. La excepción fue Gdansky, que se hizo de una banca, aunque gracias a su perfil político antes que por su raigambre sindical.

En conclusión, el Smata fue el único sindicato oficialista favorecido por el reparto de cargos en las listas. Romero, el diputado electo, consiguió algo que sólo había logrado el anterior secretario general del gremio, José Rodríguez, en 1985 y 1991, en una época que el sindicalismo llegó a conseguir una docena de representantes en el recinto. Con todo, la dirigencia del gremio automotriz también comenzó a ensayar un apoyo "crítico" del modelo.

"El gobierno acompaña pero hasta ahí al movimiento obrero, en nuestro caso acompañamos al modelo industrial y otros no acompañan", reconocieron a iProfesional fuentes sindicales.

El futuro de la CGT

Mientras tanto, "todos dicen te quiero" en los pasillos de las CGT pero lo cierto es que la unidad de las centrales lideradas por Caló, Moyano y Barrionuevo, todavía está lejos de concretarse. Es más, por los crecientes cortocircuitos, hay más chances de una fuga de sindicatos en la central oficialista, antes que el nacimiento de una confederación única.

Hasta ahora, la alianza antimoyanista forjada a fines del 2011 entre la UOM, Smata, el gremio de los albañiles (Uocra), estatales (UPCN), transporte (taxis, tranviarios, ferroviarios y marítimos) y los gordos se sostuvo principalmente a partir de una estrategia de diálogo con la Casa Rosada, para defender el empleo, la negociación salarial, el reclamo por Ganancias y el reintegro de los fondos a las obras sociales, que hoy administra el Estado.

Sin embargo, el distanciamiento de los gordos y las críticas de algunos gremios del transporte, sumados al traspie en las urnas, terminaron por reforzar la impresión al interior de la central obrera de que la "pasividad" no trajo los frutos esperados.

En la industria metalúrgica, automotriz, electrónica y frigorífica se extendieron las suspensiones. Los retoques en Ganancias quedaron lejos de compensar lo perdido en los últimos años y se prevé que empeorará en los próximos meses. Y por si fuera poco, los reintegros al sistema de salud sindical fueron a cuenta gotas y selectivos.

Con todo, el mayor desafío que tiene por delante el grupo de Caló son las paritarias del 2014. Por un lado, deberá soportar la presión del Gobierno para moderar los reclamos salariales, que este año llevó a gran parte del sindicalismo a aceptar aumentos del orden del 24%, en hasta tres cuotas y por debajo de la inflación anual estimada en forma privada. Y, por otra parte, tendrá que enfrentar las crecientes demandas de sus propias bases y sindicatos aliados.

Sin ir más lejos, en mayo pasado, la seccional cordobesa de la UOM, una de las más importantes, rechazó el acuerdo salarial alcanzado por el líder metalúrgico y se quejó por el impacto del "impuesto al salario". Ahora la incertidumbre se extendió a otras seccionales y reconocen por lo bajo que la falta de respuestas puede haber influido en las elecciones legislativas.

"Algunos reclamos de Ganancias y seguridad han hecho que tengamos ese resultado (electoral)", dijo a este medio un metalúrgico de un distrito bonaerense importante.

La onda expansiva detonada por las elecciones no sólo hirió a los sindicalistas K. En la CGT de Caló, apuntan contra La Cámpora, a la que responsabilizan por la pérdida de adhesiones y una militancia más alejada del folklore territorial.

"Aca viene una apertura más peronista, de trabajar con mas unidades básicas y prestar un servicio a la comunidad. Hoy está La Cámpora y se ha perdido un poco la raíz del peronismo", señalaron desde uno de los principales sindicatos industriales alineados con la CGT oficialista.

Ganancias

Con el fin del período legislativo en puerta, el Congreso recién retomará sus actividades en marzo del año que viene. No obstante, los cambios en su composición a partir del 10 de diciembre pronostican un campo de batalla en el que la agenda sindical podría colarse de nuevo con el reclamo por Ganancias a la cabeza.

Todas las centrales coinciden en que el debate sobre el impuesto sigue pendiente. Y tanto desde el massismo como el sector de Moyano no descartan la posibilidad de presentar en marzo, cuando se reinicien las sesiones ordinarias, un proyecto unificado con el resto de los representantes sindicales.

"Bienvenido Oscar Romero, Hétcor Daer y los otros legisladores en el interior. Es muy importante que nos pongamos de acuerdo", dijo Plaini.

Este año se presentaron cerca de 50 proyectos relacionados con Ganancias, que tuvieron estado parlamentario, pero por orden del Gobierno ninguno llegó a ser debatido, incluido el del oficialista Héctor Recalde y el disidente Facundo Moyano. En su lugar, el Ejecutivo prefirió actualizar por decreto en agosto las deducciones especiales que elevaron el mínimo no imponible a 15.000 pesos brutos ($12.450 de bolsillo) y un 20% para los asalariados que ganan entre $15.001 y $25.000.

En tanto, para lo que resta de las sesiones de 2013, Recalde adelantó a iProfesional que tendrá prioridad la extensión de las licencias por maternidad o paternidad y reveló que el proyecto para recomponer las alícuotas de las contribuciones patronales, reducidas en los '90 bajo la gestión del entonces presidente Carlos Menem, quedó finalmente fuera de la agenda kirchnerista.