Dilma Rousseff autoriza al Ejército a reprimir un paro en Petrobras
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tomó una decisión tan drástica como controvertida.
El domingo enviará a Río de Janeiro más de 1.100 soldados y oficiales del Ejército con el objetivo de reprimir manifestaciones programadas para el lunes, cuando se privatizará la más rica área petrolera del país.
Se trata de Campo de Libra, un yacimiento de crudo ubicado frente a la Bahía de Santos con capacidad estimada de producción de 1,4 millón de barriles diarios. Esto representa nada menos que la mitad de todo lo que produce Brasil en la actualidad.
El ministro de Justicia, Eduardo Cardozo, confirmó la firma de un decreto de la presidenta que autoriza al Ejército a intervenir como fuerza de represión.
Es la primera vez, desde que el PT está en el gobierno (enero de 2003), que las Fuerzas Armadas tendrán un papel tan protagónico en cuestiones de "seguridad interna".
Los blancos del dispositivo penalizador son los funcionarios de Petrobras, que están en huelga, los estudiantes, docentes y las más variadas organizaciones de la izquierda.
El ministro de Defensa Celso Amorim confirmó, además, que el gobierno movilizó a la Fuerza Nacional, un cuerpo creado bajo el gobierno de Lula da Silva para ayudar en el combate a las mafias del narcotráfico, que operan en el país.
Al ser interrogado por los periodistas sobre los "riesgos" de movilizaciones contra la licitación, Amorim dijo: "Si no hubiera riesgo, no nos habrían llamado", según informa Clarín.
El Campo de Libra, como se denomina la mayor cuenca petrolera brasileña, pertenece a la llamada capa del pre-sal. Se trata de yacimientos localizados en el lecho marino, a profundidades que según los casos pueden llegar a los 4.000 metros.
De acuerdo con las evaluaciones de Petrobras, esa área contiene reservas de entre 8.500 y 12.000 millones de barriles. Con la licitación internacional, en la que participarán 11 grandes petroleras mundiales, Rousseff piensa recaudar 7.000 millones de dólares que, en teoría, deberían ser destinados por el gobierno a la educación y la salud. Para la Federación Unica de Petroleros (FUP), los ingresos derivados de la privatización "son apenas una limosna".
En este remate de la mayor área petrolera de Brasil, quienes están a la cabeza son los chinos. Tres grandes conglomerados petroleros del país asiático están en la lista de los 9 que confirmaron la aspiración a quedarse con el yacimiento. Son Sinopec, que concurre asociada con Repsol; la China National Petroleo Corporation y la Cnooc. También se anotó la estatal malaya Petronas, que acaba de abandonar un proyecto en Venezuela, Petrocarabobo; la francesa Total, la angloholandesa Shell y la japonesa Mitsui.
Las otras gigantes norteamericanas y británicas como Exxon, Chevron y British Peetroleum (BP) quedaron afuera del negocio a mediados de septiembre, cuando denuncias realizadas por la TV Globo News, a partir de documentos del ex espía Edward Snowden, mostraron que la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos había espiado a Petrobras. El gobierno de Brasil solicitó a estas compañías que se retiraran para evitar la suspensión de la licitación.
Según los analistas del mercado internacional, China debe "jugar" muy pesado los próximos años para asegurarse el suministro de combustible en el futuro.