El Bulli reabrirá sus puertas temporalmente, pero sólo para unos pocos afortunados
El aclamado restaurante español El Bulli reabrirá sus puertas temporalmente para unos pocos afortunados comensales, mientras el chef Ferrán Adriá entrena a los actores de una película que buceará en los secretos de su cocina, contó el mismo Adrá a The Associated Press.
El Bulli, situado a orillas del mediterráneo a unos 150 kilómetros al norte de Barcelona, sirvió su última cena en julio de 2011 después de haber mantenido casi inalterables sus tres estrellas Michelín durante una década.
Fue declarado el mejor restaurante del mundo cinco veces por la revista británica The Restaurant, con Adriá citado habitualmente como uno de los cocineros más talentosos e imaginativos del mundo.
Adriá explicó que las cenas podrían servirse en El Bulli de España o en una recreación del restaurante en Hollywood.
Sin embargo, una mala noticia para los que estaban pensando en averiguar cómo asistir a este evento: no se aceptarán reservas, cuya lista de espera solía ser kilométrica.
Los comensales para la ocasión serán seleccionados por la productora y el chef o elegidos por sorteo, aunque el sistema todavía no está definido.
"El Bulli ayudará en todo lo que haga falta, porque hemos aceptado participar en la película. Queremos que salga lo mejor posible desde el punto de vista gastronómico", explicó Adriá en una entrevista telefónica con AP.
Y agregó: "Ya veremos quién viene o quién no viene. Igual hacemos un sorteo".
La película se titulará "El Bulli". La productora estadounidense Vendome Pictures explicó el miércoles en un comunicado que relatará una historia de ficción que transcurre entre los fogones del restaurante. De todos modos, todavía no se conoce el director ni el elenco.
Pero el chef español consideró imprescindible que los actores comprendan cómo trabajaba su equipo, cómo funcionaba la cocina y cómo se servía una cena.
"Las personas que salen en la película tienen que vernos trabajar, tienen que ver trabajar a Ferrán Adriá", señaló.
Adriá, de 50 años, abanderó el movimiento de la llamada cocina molecular o "deconstruida". Es decir, manipula los alimentos y los somete a procesos tecnológicos que permiten convertir un tomate en granizado, una manzana en gelatina o, por ejemplo, mezclar sabores aparentemente antagónicos para crear una tortilla de leche con yogur.
En la carta de El Bulli, cuyo precio medio por persona rondaba los 450 dólares, se han servido platos sorprendentes como erizos gratinados, cortezas infladas de piel de bacalao, escabeche de pato al vino tinto y lomo de conejo con pies de cerdo y caracoles, entre otros.
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