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En materia de productividad la Argentina ya tiene su nota: cero

Según el estudio, en la actualidad se registra el mismo nivel de eficiencia que en 1998. Las consecuencias generan preocupación entre los especialistas
14/08/2008 - 10:05hs
En materia de productividad la Argentina ya tiene su nota: cero

A partir de la devaluación del peso que tuvo lugar a comienzos de 2002, la Argentina vivió un "veranito" en términos de competitividad.

El modelo del tipo de cambio alto llevó así­ a que la variable precios fuese un elemento lo suficientemente poderoso como para ganar mercados en el exterior y elevar la barrera para el ingreso de productos importados.

En este contexto, la muy baja utilización de la capacidad instalada, junto con el congelamiento de tarifas, posibilitó que las principales variables nominales de la economí­a (básicamente, precios y salarios) no aumentaran en la misma proporción que lo hizo el tipo de cambio.

Pero este escenario, lejos de sostenerse, fue dañándose con el tiempo y dejó al desnudo las falencias de la industria: sin un aumento de la productividad, indefectiblemente surgieron presiones en los costos y precios medidos en dólares que llevaron a que la competitividad retorne a los niveles de la década pasada.

Al respecto, según un informe de Deloitte, en exclusiva para infobaeprofesional.com, para que la mejora que se logró ví­a tipo de cambio fuese sustentable en el tiempo, "resultaba imperioso lograr que la productividad también fuera más alta que durante los mejores años de la convertibilidad, lo que implicaba necesariamente la existencia de un proceso generalizado de inversiones en capital fí­sico y humano".

Sin embargo, según el informe de la consultora, "lamentablemente, dicho salto de productividad respecto a los mejores años de los años noventa no se produjo".

Sucede que, si bien la inversión bruta aumentó fuertemente durante los últimos años (ubicándose actualmente en torno al 22%/23% del PBI), los flujos no fueron lo suficientemente altos ni generalizados.

  • Así­, los niveles de stock de equipo durable por hora/hombre trabajada aún no retornaron a los niveles precrisis. De hecho, dicho ratio se encuentra aún un 6.0% por debajo del nivel registrado en 2001.
  • Paralelamente, entre el segundo semestre de 1998 y el primer semestre de 2008, la productividad media de los trabajadores cayó 0,3 por ciento.
  • En otras palabras, a seis años del epicentro de la crisis, aún no se logró recuperar totalmente la pérdida de productividad que ésta generó.

"No hay sustituto al aumento de la productividad. Para ser competitivos hay que ser productivos", explicaron de manera lapidaria desde Deloitte.

En este contexto, los especialistas destacan dos efectos negativos para el "made in Argentina". A nivel mercado interno, la falta de eficiencia en la industria genera sobrecostos que terminan impactando en el valor final del producto y, por ende, en el bolsillo del consumidor.

Por otra parte, con el deterioro del tipo de cambio debido a la suba de costos que "comió" la ventaja surgida tras la devaluación, los productos argentinos dejaron al desnudo problemas de competitividad estructurales y serios problemas a la hora de insertarse en el exterior. Así­, sectores como el del calzado, juguetes, textiles y manufacturas de cuero, muestran hoy muy magras tasas de crecimiento de exportaciones.

Otros sectores, caracterí­zados por tener presencia sólida en el exterior, como las autopartes, ya exhiben problemas en mercados clave, como Estados Unidos, mercado donde las ventas se desplomaron durante los primeros meses del año.

Un bajo nivel de eficiencia

En este contexto, la industria en general muestra que si bien invirtió durante los últimos años, hay un retraso importante y aún quedan muchas cuentas pendientes.

Al respecto, desde Observatorio Pyme destacaron que, en promedio, únicamente 3 de cada 10 empresas goza de una alta productividad.

Se trata de una cifra que, según Ignacio Bruera, economista de la entidad, "no varió considerablemente en los últimos años".

Entre los sectores más eficientes se destacan las empresas dedicadas a la fabricación de productos quí­micos (60%), Caucho y plástico (54%), Maquinaria y equipo (42%) y "Aparatos eléctricos y electrónicos".

Como contrapartida, entre los peor rankeados figuran los establecimientos dedicados a la industria maderera y del mueble, las textiles y las vinculadas con la industria alimenticia.

En este contexto, incluso la industria automotriz y autopartista se ubicó por debajo de la media. Sólo el 32% de las firmas de este sector tienen alta productividad.

Paralelamente, al analizar el nivel de equipamiento de la industria, se observan más falencias: 4 de cada 10 establecimientos tiene maquinaria antigua, mientras que sólo el 6% del total tiene bienes de punta.

El escenario actual es levemente más auspicioso que el de 2004, cuando alrededor de 5 de cada 10 empresas tení­a bienes de capital por debajo del estándar ideal.

Sin embargo, Bruera destacó que "la performance no fue ninguna maravilla, la mejora es muy lenta". Menos productivo, menos atractivo

Ante este escenario, la competitividad de la industria argentina se resintió y mucho, tal como advierte el informe elaborado por el departamento de Economí­a de Deloitte, a cargo de Luis Secco.

Al analizar los í­ndices se observa que:

  • Luego de aumentar un más de 100% durante el primer semestre de 2002 por la devaluación, el índice de Competitividad Multilateral de Deloitte –que tiene en cuenta los salarios nominales ajustados por productividad- actualmente se ubica un 46% por encima del nivel vigente durante el segundo semestre de 2001.
  • Paralelamente, el índice de Competitividad Bilateral se desplomó un 53% desde el primer semestre de 2002. De este modo, con respecto al dólar, la ventaja es de apenas 2,3 por ciento.

Inversiones, la gran cuenta pendiente

A la hora de buscar las causas de la pobre performance de la productividad en la Argentina, Jorge Todesca, titular de la consultora Finsoport, destacó a infobaeprofesional.com que "a lo largo del tiempo, los efectos de la devaluación fueron absorviéndose. Se dio un gran momento para recomponer productividad de cara al futuro pero esto no ocurrió. Y la razón es que si bien crecieron las inversiones no lo hicieron en la magnitud suficiente para recomponer la productividad de la economí­a argentina".

En la misma lí­nea, Mauricio Claverí­, economista de Abeceb.com sostuvo que "la principal restricción que ha tenido la industria argentina en estos años fue la inversión. La incertidumbre en la economí­a y el difí­cil acceso al financiamiento hizo complicado encarar proyectos para la compra de bienes de capital. Hay un déficit de inversiones y por eso los í­ndices de productividad no crecieron".

Al respecto, Diego Pérez Santisteban, director del departamento de Comercio Exterior de Deloitte, sostuvo que "las inversiones se dieron mayormente en los sectores de rápido recupero: puertos graneleros, industrias aceiteras, metalúrgica y minerí­a. El resto no invirtió en la medida necesaria como aprovechar el momento favorable".  

En este contexto, las perspectivas no son positivas:

  • De acuerdo a un relevamiento publicado este miércoles y realizado por el Observatorio Pyme entre más de 400 pequeñas y medianas empresas, el 38% de los industriales calificó a las condiciones actuales como sustancialmente peores que las de un año atrás (cuando esta proporción fue del 16% en abril pasado).
  • Por otra parte, casi el 80% de los empresarios considera que se trata de un mal momento para llevar a cabo inversiones en maquinaria y equipos.

"La pérdida de confianza empresaria se manifiesta en la voluntad del empresariado para encarar nuevas inversiones", explica el informe. Esto, en definitiva, enciende una luz de alerta de cara al futuro, ya que escasa maquinaria y deficiente es sinónimo de más altos costos, sobre todo en un contexto de subas salariales.

Sobre este punto, Todesca alertó que la inversión productiva no mejora "porque desde hace cuatro años hay una pregunta permanente en el sector empresario y es hasta cuánto durará el buen clima".

"Esta pregunta ya supone una confianza menor a la que se requiere para hacer inversiones a mediano plazo. Si se piensa que el crecimiento es efí­mero, se va a invertir menos y esto lleva a completar la demanda con productos importados. No ha habido una percepción de sustentabilidad a mediano plazo de este fantástico momento que le tocó vivir a la economí­a", agregó el titular de Finsoport.

Alerta por menor rentabilidad

Según Bruera, a su vez, la falta de inversión está asociada al problema del financiamiento y a la baja rentabilidad.

Frente a costos que crecen -la variación trimestral de los costos directos de producción industrial fue del 10% en el segundo trimestre de 2008-, las empresas necesitan crecer por volumen o por productividad para hacer frente a estos costos y mantener los márgenes.

Sin embargo, "un gran porcentaje no está pudiendo trasladar a los precios los mayores costos con tanta facilidad. Entonces se da una presión de costos a la rentabilidad porque no se dio una revolución en la productividad".

  • De hecho, actualmente el 71% de las pequeñas y medianas industrias estima que la rentabilidad empeoró con respecto a un año atrás.
  • Esta cifra contrasta con el 58% que se registraba en agosto de 2007.
  • Como contrapartida, hoy por hoy, apenas el 17% asegura que la rentabilidad se mantiene igual y solo 11,5% señala que su rentabilidad mejoró.

En este contexto, desde Deloitte alertaron que "si las autoridades intentasen ganar competitividad devaluando no tendrí­an éxito. Porque bajo las actuales circunstancias (alta utilización de los factores productivos disponibles, elevadas expectativas inflacionarias), una significativa devaluación nominal bilateral y multilateral terminarí­a acelerando la tendencia al aumento de las principales variables nominales de la economí­a, precios y salarios".

Esta aceleración sólo podrí­a demorarse por algún tiempo si se produce un nuevo shock positivo sobre los términos de intercambio, que eleve los recursos del Tesoro y, consecuentemente, que permita a las autoridades "pisar" (ví­a mayores subsidios) algunos precios, sin que ello implique comprometer seriamente el superávit fiscal.

Sin embargo, por estos dí­as luce poco probable que dicho shock positivo sobre los términos de intercambio vaya a materializarse, concluye el informe. Juan Diego Wasilevsky(c) infobaeprofesional.com