El "Lado B" del acuerdo con el FMI: ¿le pedirá al Gobierno que deje flotar al dólar y dé punto final a las metas de inflación?
La ansiedad es la tónica del momento. Apenas cortó la comunicación con Christine Lagarde, Mauricio Macri instruyó a Nicolás Dujovne para que ese mismo día se subiera a un avión que lo dejara en Washington.
Tomó el primer vuelo que consiguió, con escala en Boston. Esa urgencia tiene su razón de ser: el Gobierno necesita dar una clara señal de certeza al mercado antes del próximo martes.
Ese día vencen nada menos que $674.000 millones en Lebac, de modo que será una prueba de fuego, en medio de la tensión cambiaria.
El equipo económico (y toda la administración Macri) se enfrenta a un alto riesgo: que los inversores no se vean tentados ni siquiera con una tasa de interés del 40% y que prefieran dolarizar sus carteras antes que mantenerse en un activo en pesos.
Contrarreloj
El primer paso de ese camino se dio ayer, miércoles, después de las cinco de la tarde: "La Argentina pedirá un acuerdo financiero stand by de alto acceso", comunicó el Palacio de Hacienda tras el encuentro entre Dujovne y Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario.
"Fue una primera reunión introductoria para discutir los próximos pasos en el proceso de negociación", aclararon desde Hacienda.
"Estos procesos duran típicamente cerca de seis semanas", destacaron. No obstante, la idea de la Casa Rosada es mostrar un avance concreto en esas negociaciones... antes del próximo martes.
Hace tan solo un mes, en la última licitación mensual de Lebac, el Banco Central logró colocar $512.482 millones (sobre un vencimiento total de $587.000 millones).
En aquel momento, la tasa de más corto plazo (28 días) era de "apenas" 26,3% anual. Otra Argentina, otro mundo, a pesar del escaso tiempo transcurrido.
La lógica aspiración oficial para la semana que viene es acercarse lo máximo posible a aquel 87% de renovación de hace un mes.
El mercado financiero también se centrará en el resultado: una menor renovación implicará mayor cantidad de pesos dando vueltas que, dado el actual contexto, irán directamente a la compra de dólares.
Es por eso la celeridad del Gobierno, los viajes, las urgencias. Son días clave y el equipo económico juega contrarreloj.
El oficialismo pretende mostrar avances concretos en la negociación en Washington, también en un intento por recuperar la confianza perdida.
El ida y vuelta con el Fondo
"Todavía el FMI no pidió ningún condicionamiento. Este es otro FMI...", fueron las palabras del jefe de Gabinete, Marcos Peña, este miércoles.
Puede que sea así y que el organismo sea diferente al que conoció la Argentina durante la crisis que estalló en 2001.
Pero eso no implica que le hará "el favor" al país de prestarle plata si no cumple previamente con las condiciones que exige el organismo.
En otras palabras, si el Gobierno quiere contar con el dinero -aun a modo preventivo-, tendrá que comprometerse a avanzar en varias cuestiones.
Precisamente, de eso se tratan los acuerdos conocidos como "stand by". Esta línea de financiamiento implica:
- Un préstamo que se activa por un monto global
- Con desembolsos que se realizan de a tramos
- Siempre y cuando el Gobierno cumpla con lo firmado.
El hecho de que sea un "stand by de alto acceso", como refirió Hacienda, significa que "habría metas trimestrales, un programa que puede ser de hasta tres años pero que en este caso sería menor", señala a iProfesional un ex negociador argentino de reconocido prestigio.
"Alto acceso refiere a que será un crédito abierto bastante superior a la cuota de la Argentina y, probablemente, front loaded. Es decir, con un desembolso inicial superior a lo proporcional", añade.
iProfesional ya adelantó que la intención oficial es que el monto del acuerdo escale a los u$s50.000 millones, si bien trascendió la cifra menor de u$s30.000 M (ver nota: Quizás sean más de u$s30.000 millones: ¿cuántos miles de millones de dólares pedirá el Gobierno al FMI para calmar al mercado?).
Ese dinero no llegará de una sola vez. Estará disponible en distintos tramos, en caso de que el Gobierno así lo decida.
El mercado, en ese contexto, debería reaccionar positivamente, a sabiendas de que la Argentina dispone de dólares suficientes como para cancelar sus compromisos y enfrentar corridas cambiarias.
Desde el Gobierno son claros: "El gradualismo no se negocia". Tiene que mantenerse porque la sociedad no resistiría un ajuste de golpe.
Ya lo hizo saber el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y esta posición es la que también será defendida por los funcionarios que viajaron a Washington.
También es sabido que un acuerdo "stand by", como el que se está negociando, implica sí o sí condicionalidades ineludibles para el FMI.
Alejandro Werner, nacido en la provincia de Córdoba pero ciudadano mexicano, suele repetir el mismo speech cada vez que defiende su postura a favor de la libre flotación de las monedas.
Es decir, es partidario de que los bancos centrales no respondana los ataques especulativos -como el que ahora sufre la Argentina- con fuertes intervenciones en el mercado.
"No hay que tener miedo a que el dólar flote", insiste. Y da su explicación: "México aceptó flotar libremente cuando entró en crisis y superó el trance rápidamente. Se benefició".
"Lo mismo Brasil, en su momento: optó por la libre flotación, superó el shock inicial y también salió fortalecido. No hay que temer. Hay que flotar libremente", argumenta Werner.
Dujovne podría argüir que Argentina es un caso aparte. Una excepción a la regla por laalta dolarización de los ciudadanos y por la funcionalidad bimonetaria de su economía. También, que aquí el traslado a precios es muy relevante y más rápido que en otros países.
Lo que se sabrá en las próximas jornadas, entonces, es si el acuerdo con el Fondo incluye esa condicionalidad cambiaria.
En otras palabras, si el organismo le "sugerirá" al gobierno argentino que avance en un sistema de dólar libre, en el que flote libremente y que su cotización sea el resultado del libre juego de la oferta y la demanda.
"Tenemos que acostumbrarnos a movimientos del tipo de cambio", señala Peña cuando se le pregunta por el traslado de la devaluación a los precios.
Además, hace referencia al acuerdo para mantener vigente el plan de "Precios Cuidados", que incluye una nómina de 391 productos, durante los próximos cuatro meses.
Obviamente, con un dólar que ya superó los $23, la presión sobre los precios se incrementó a lo largo de las últimas jornadas.
Tal como anticipó iProfesional, varios fabricantes de alimentos ya remarcaron sus listas en dos oportunidades en apenas dos semanas.
En algunos casos, como en aceites, la suba acumulada superó el 15% (ver nota: Efecto dólar en alimentos: proveedores de supermercados demoran reposición y ajustan listas de precios).
¿De qué condicionalidades se habla?
"Nos van a mirar más, nos van a pedir más, nos van a exigir más", resumió Marcos Peña. Así, da por sobrentendido que se vienen condiciones desde Washington.
"Hay muchos rumores dando vueltas, debemos tener cuidado. Por ahora hay conversaciones técnicas en un marco de transparencia", señaló.
Una típica condición del FMI para sellar un acuerdo refiere a la cuestión fiscal. Hoy en día, esta es la fortaleza de Dujovne.
El ministro puede mostrar méritos en el manejo de las cuentas públicas, algo que -de hecho- fue elogiado durante la reciente visita de Lagarde al país.
El Palacio de Hacienda viene mostrando sobrecumplimiento en las metas del déficit primario y Dujovne acaba de anunciar una reducción todavía mayor al número aprobado en el Presupuesto.
Se comprometió a un déficit primario equivalente al 2,7% del PIB, medio punto menos que el aprobado, que ya incluía una reducción respecto del año pasado.
También será relevante la postura del FMI sobre la política monetaria. En la City dan por hecho que los técnicos del organismo reclamarán el fin del programa de "metas de inflación", bastión de Federico Sturzenegger.
En cambio, financistas con acceso a los pasillos del Fondo en Washington ven posible un nuevo esquema con objetivos monetarios, que redundaría en una caída en los niveles de crédito de los bancos a los ciudadanos (hipotecarios incluidos).
La política, detrás del acuerdo
Aunque los funcionarios lo niegan, el pedido de auxilio al FMI (demasiado apresurado a ojos de varios expertos en negociaciones internacionales, como Martín Redrado o Daniel Marx) tiene también un "lado político".
¿Cuál es esa arista? Concretamente, la intención oficial de demostrarle al "mercado" que la Argentina cuenta con fondos suficientes como para financiar el 2019, año de las elecciones presidenciales.
"Sería una manera de ponerle límite a la corrida y el único que puede costear esas necesidades es el FMI", sugiere un reconocido consultor económico que transita los pasillos de Casa Rosada.
Como fuera, los detalles de las negociaciones serán conocidas mientras transcurran, de acuerdo a los dichos de Peña.
En ese largo camino -de un mes y medio-, la primera estación se llama Lebac. Se arribará el próximo martes. En vista de lo acontecido en las últimas dos semanas en la Argentina, el resto es largo plazo.