La interna entre el "ala política" y el Banco Central define cómo abrirá el dólar tras el fin de semana XXL
La primera alarma sonó hace unos días, cuando Federico Sturzenegger, Nicolás Dujovne y Luis Caputo compartieron el viaje a Washington por una reunión de ministros de Finanzas y banqueros centrales del G20.
Todos regresaron con el mismo diagnóstico: el mercado internacional estaba más "pesado" de lo que ellos preveían.
Lo que no imaginaron, ya durante el vuelo de regreso, fue que el sobresalto ocurriría tan rápidamente. Y, a decir verdad, tampoco presagiaban que iba a darse de una manera tan traumática.
Tal como aseguró a iProfesional un importante funcionario del equipo económico, la corrida cambiaria fue producto de una concatenación de eventos que, al haberse disparado en forma simultánea como si hubiesen sido coordinados, provocó un shock en el mercado.
Para peor, la tensión con el dólar, la suba de la tasa y el drenaje de reservas potenciaron las ya clásicas disputas entre Jefatura de Gabinete y el Banco Central. A tal punto que fuentes de ambos lados se echan culpas por lo sucedido en estos días.
Desde uno de los costados del "ring", puntualmente desde la Casa Rosada, apuntaban que fue una suerte de "corrida autoinflingida" por el propio Sturzenegger.
"Les vendió dólares baratos a los inversores extranjeros que habían ganado una fortuna con las Lebac y decidieron levantar campamento, para llevarse la plata a otra parte", se quejaba un integrante del ala política.
Para el "ala política" del Gobierno, el jefe del Central se movió "errático" durante la crisis y uno de sus miembros da cuenta de esta cronología:
- Miércoles: el primer día de fuerte demanda, Sturzenegger quemó casi u$s1.500 millones de las reservas para sostener el tipo de cambio en $20,26 (minorista).
- Jueves: 24 horas después dejó que el billete se deslice 30 centavos para recién ahí intervenir, con ventas netas por u$s850 millones
- Viernes: volvió a frenar a la divisa. Defendió un tipo de cambio similar al del jueves, para lo cual debió subir la tasa de interés tres puntos porcentuales, de 27,25% a 30,25% anual.
Así las cosas, en una de las semanas cambiarias más calientes desde que Macri asumió el poder, el BCRA sacrificó la friolera de u$s4.400 millones.
Según la visión más crítica del accionar del banquero central, abril suele ser uno de los meses más tranquilos. Básicamente, gracias al ingreso de "sojadólares". De hecho, las consultoras de la City, en la previa, manifestaban que el mes quedaría con saldo a favor entre entrada y salida de divisas.
"Hicieron todo mal", insisten desde un despacho de la Casa Rosada.
La respuesta de los Sturzenegger's Boys
En contraposición con esas críticas, desde un importante despacho del Banco Central aseguran: "Fuimos los bomberos en medio de un incendio. Los primeros dos días actuamos con uno de los brazos atados, ya que no podíamos subir la tasa".
Desde Reconquista 266, sede del BCRA, argumentan que la crisis se generó por cuestiones ajenas al Directorio:
1. - La suba de la tasa en EE.UU.:El rendimiento de los bonos a 10 años del Tesoro estadounidense superó la barrera del 3% en el arranque de la semana.
Esto potenció la salida de fondos de inversores extranjeros. En la jerga financiera, a este movimiento se lo conoce como fly to quality (vuelo hacia la calidad), en referencia a la búsqueda de activos seguros.
2.- Impuesto a la renta financiera
En simultáneo, hizo su debut el gravamen que recae sobre inversores del exterior posicionados en Lebac.
Esto no hizo otra cosa que agigantar esa salida de fondos. Indican que hubo un efecto "Puerta 12". Una huida masiva, en manada, por parte de los inversores.
Con cierta sorna, desde el BCRA dejan picando una pregunta: "¿Fue acaso nuestra responsabilidad la de hacer coincidir este impuesto con el cambio en el humor financiero global? ¡No!"
Al respecto, desde la otra vereda, un funcionario cataloga a esos eventos como "complicados", de origen exógeno. Y entiende que la autoridad monetaria tuvo una actitud muy compasiva con los especuladores.
Según esa visión crítica, la mesa del Central debió dejar que el tipo de cambio escale y recién ahí salir a vender dólares, para que esos grandes inversores extranjeros sufrieran un impacto negativo en su rentabilidad.
Lo que viene
Según la información que maneja Sturzenegger, los fondos del exterior tenían invertidos unos $100.000 millones en Lebac (cerca de u$s5.000 millones al tipo de cambio actual).
El BCRA evaluó que una vez extinguido este proceso de dolarización, el mercado debía volver a la normalidad, pero no fue lo que sucedió.
Al desarme de estas colocaciones le siguió otro comportamiento, que no hizo otra cosa que agravar la situación. Terminó sacudiendo al mercado y obligó a Sturzenegger a ponerse firme con las tasas de interés.
Se trató de una dolarización masiva por parte de inversores locales. Ya no solamente del "chiquitaje" que suele hacerlo, sino también de empresas.
En los despachos oficiales se preocuparon cuando, a mediodía del viernes, recibieron la información que desde algunos bancos líderes estaban llamando a sus mejores clientes para invitarlos a dolarizar sus portafolios.
Fue en ese preciso momento que Sturzenegger decidió jugar fuerte y propiciar una fuerte suba de la tasa de referencia, al 30,25% anual.
Junto con la masiva intervención cambiaria, esa movida tuvo como único objetivo desarticular la corrida de un solo golpe.
De ahora en más (según aseguró una fuente oficial inobjetable), el foco estará puesto en que se note la desinflación.
Es decir, contener la suba del dólar y priorizar el descenso del índice de precios, a riesgo de enfriar la economía y de que el PBI no crezca como lo previsto en el Presupuesto (3,5%).
Macri se comprometió con la sociedad a bajar la inflación. "Lo peor ya pasó", fueron sus palabras en la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso.
Hasta el momento, y de la mano de la recomposición de tarifas, la inflación del primer cuatrimestre resultó más elevada de lo esperado en los despachos oficiales.
El compromiso de Sturzenegger con Macri es que pondría al Banco Central al servicio de un descenso del índice.
Sin embargo, esa premisa se desdibujó a fines de 2017, a raíz de una decisión ajena a su voluntad.
El 28 de diciembre (día de los inocentes) la Casa Rosada se volcó a favor de la posición de la Jefatura de Gabinete, más propensa a una baja de las tasas de interés y a una suba del dólar.
Así, el Gobierno anunció un relajamiento de la meta inflacionaria: la llevó del 10%-12% al 15% para este año, modificación que dio lugar a un repunte del tipo de cambio.
Tras los malos resultados obtenidos y las críticas que se propagaron en el exterior, Sturzenegger recobró el poder de mando que se le había escurrido aquella jornada.
A partir de este mayor margen de maniobra, tomó la decisión de frenar la corrida no sólo actuando sobre el precio del dólar, sino también echando mano a una herramienta que le había quedado vedada: la tasa de interés.
Este viernes, el BCRA dejó en claro que recuperó el timón de mando, y que se volverá mucho más duro en la búsqueda de un índice de precios más cercano al 15% pronosticado.
No significa que lo vaya a lograr, pero sí que de ahora en más se verá a un Sturzenegger con manejo más ortodoxo de su estrategia antiinflacionaria.
Utilizará todas las herramientas que tenga a su alcance para sostener el precio de la divisa estadounidense en un nivel cercano al del cierre del último viernes.
Más aun teniendo en cuenta que, tal como informara iProfesional, mayo arranca con fuertes alzas en los alimentos de la canasta básica: en fideos, arroz, galletitas, pastas y café, por citar algunos pocos ejemplos, las remarcaciones llegan a ser del 10%.
Junto con los incrementos en este rubro, están los de otros productos, como los artículos de cuidado personal e higiene, tal como ya fuera notificado en las listas enviadas por las empresas a las cadenas de comercialización.
En este agitado contexto, una de las preguntas es si la suba de tasas resulta suficiente para disciplinar al dólar.
"Apuntamos a eso, más allá de algunos temblores que puedan volver a darse", señala a este medio un importante funcionario del Ejecutivo.
"De ser necesario, el Banco Central volverá a intervenir. Pero algo tiene que quedar muy claro: hay corridas que no pueden frenarse sin devaluar y hay otras que sí", completó.
"Esta vez, hemos podido lograrlo sin mayores consecuencias. ¿Por qué? Porque a diferencia de otros momentos, como en 1989, ahora tenemos reservas suficientes para apagar incendios. De hecho, ya lo hemos hecho", concluyó.