Batalla por la "letra chica": empresarios apoyan espíritu de la reforma laboral pero quieren cambios
La reforma laboral cosechó en las últimas horas un fuerte respaldo del "círculo rojo", como apodó Mauricio Macri a la cúpula del empresariado.
Ahora, tras el fuerte cuestionamiento de la CGT a varios de los cambios impulsados por el Gobierno, empezó la batalla por definir la "letra chica", en la que los líderes del sector privado también quieren "meter la cuchara".
En este marco, uno de los principales directivos de la Unión Industrial Argentina (UIA), asegura que "el texto está mal escrito" y señala que habrá que detenerse en los detalles del texto para analizar minuciosamente el impacto de la iniciativa.
Así, apuntó a las ambigüedades que hallaron los abogados de empresas en el anteproyecto de ley que este lunes por la tarde volverán a discutir las autoridades con la central obrera.
"En principio, son 147 artículos que hay que interpretar", respondió un industrial al ser consultado por iProfesional.
No son pocos los empresarios que se muestran cautelosos a la hora de evaluar la iniciativa oficial y condicionan su alcance a una recuperación de la actividad.
Con una tasa de interés para inversiones financieras en torno al 28,5%, ven cuanto menos difícil que fluyan los desembolsos privados hacia la economía real y se reduzca el trabajo informal, uno de los objetivos supuestos de la reforma laboral.
El fondo de desempleo, por caso, genera incertidumbre entre los directivos de los grandes establecimientos. Se trata de un subsidio de desempleo que pagarían los propios trabajadores y la empresa, durante su periodo activo, para percibirlo una vez despedidos.
El problema es que esa modalidad - utilizada hoy día en la construcción- aumentaría los costos inmediatos en compañías de amplia dotación que no prevén despidos masivos ni afrontan bajas estacionales, o la finalización de proyectos.
Otra crítica que se reitera en el ámbito empresarial es el "gradualismo". El titular de la Bolsa de Comercio de Rosario, Alberto Padoán, si bien apoya los cambios, aseguró a iProfesional que el blanqueo laboral "no incentiva demasiado al empleador".
"Es demasiado gradual para que dé lugar a un incremento del trabajo formal", completó. La medida en cuestión establece que las empresas que regularicen a sus empleados en negro se beneficiarán:
- Con una disminución de las multas y deudas del 100%, si lo hacen en el primer semestre
- Con una reducción de las sanciones del 70%, si los formalizan en la segunda mitad del año
- Además, a los trabajadores blanqueados se les reconocerá sólo hasta cinco años de antigüedad
- La baja a las cargas patronales será también paulatina para alcanzar en cinco años a salarios de hasta $10.000 netos
Por lo pronto, los mayores cuestionamientos vienen del lado gremial. En la reunión que mantuvieron con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, los sindicalistas le plantearon los puntos que consideran "innegociables".
Además, se mostraron sorprendidos al señalar que el borrador presentado excedía lo acordado previamente con el funcionario (según la versión sindical, blanqueo laboral y las prácticas formativas), al punto de modificar múltiples aspectos de la Ley de Contrato de Trabajo.
Entre los ítems bajo la lupa gremial figuran:
- El recorte de la indemnización
- La exclusión de actividades tercerizadas de las penas por responsabilidad solidaria
- El banco de horas, sistema compensatorio de créditos horarios
Asimismo, denuncian que se altera el concepto del trabajo hacia una relación entre iguales y que el artículo 40 establece que el dependiente podrá renunciar a las mejores condiciones logradas en su contrato por sobre la ley, los convenios y estatutos.
La postura no es homogénea dentro de la CGT:
- Los sectores "duros", liderados por el camionero Pablo Moyano y el bancario Pablo Palazzo, amenazan con convocar a medidas de fuerza en rechazo a la "flexibilización"
- Los "independientes", los "gordos" y la mayoría del triunvirato ya evalúa que deberán ceder, como les exigió el Presidente en el marco de la presentación del paquete oficial de "reformas permanentes".
"La CGT esperaba un golpe más fuerte, no todos los artículos son fundamentales y algunos van a ser consensuados", adelantó a iProfesional uno de los abogados que participar de la comisión técnica de la central obrera.
Homero, cobots y conveniosMás allá de ciertas reservas, la reforma laboral generó una amplia adhesión en el mundo corporativo.
El entusiasmo se vio reflejado en la cumbre que el jueves pasado reunió a ejecutivos de todo el país en la Bolsa de Comercio de Rosario, donde se realizó el Business20 (B20).
Se trata de un foro de líderes empresarios que prepara la agenda de negocios de cara a la cumbre del G20, cuya presidencia quedará en diciembre en manos de la Argentina.
Si bien no faltó algún llamado a evitar el "excesivo optimismo", los ejecutivos de las principales actividades del país -representados por el Grupo de los Seis- se sintieron identificados con el espíritu del anteproyecto.
En este clima, llamaron a modernizar los convenios colectivos y cuestionaron el sistema jubilatorio, en un clima distendido en el que se permitieron bromas y, en algunos momentos, hasta fuertes denuncias contra el sindicalismo.
"Por primera vez el Presidente no hace lo que la gente quiere escuchar", se sinceró el presidente de Adeba, Jorge Pablo Brito, hijo de Jorge Horacio Brito y director financiero del Banco Macro.
Lo hizo al participar del panel "invitación a una agenda de alto impacto", encabezado por Daniel Funes de Rioja, chair del B20 Argentina, junto con otros representantes del G6, espacio que agrupa a Adeba, UIA, Cámara de Comercio, Construcción y Sociedad Rural.
En su rol de diplomático global, Funes de Rioja hizo una suerte de playback del discurso de Macri en el Centro Cultural Kirchner, al asegurar que "no hay que sacar sino ceder" y que "el diálogo implica una concesión recíproca".
Esa visión compartida por el resto de los comensales contrasta con la de la CGT, donde admiten por lo bajo que los empresarios se ven "totalmente beneficiados" con la iniciativa presentada por el Gobierno.
Dentro de la agenda de negocios para el G20, los ejecutivos de negocios destacaron la necesidad de adaptarse a las nuevas tecnologías que, según pronostican, generarán nuevos empleos.
"Homero Simpson está condenado al fracaso si no se califica, y a la cerveza con perdón de mis amigos los cerveceros", bromeó el vicepresidente de la UIA.
Se trata de un nuevo escenario, en el que ya hablan de una industria 4.0 y de un nuevo chiche: los "cobots", unos robots que "piensan, actúan y hablan".
En ese marco, el vicepresidente de la Cámara de Comercio, Guillermo Dietrich, pidió "modernizar a los sindicatos".
"Tenemos leyes y convenios de 1971, con eso no se puede avanzar", disparó el padre del ministro de Transporte, el hombre que cosechó más aplausos en el auditorio de traje, camisa y zapatos finos.
"El sindicalismo es exageradamente corrupto y explota al trabajador. El día que se resuelva eso no habrá más desempleo", disparó.
Sin embargo, fuera del escenario algunos directivos cuestionaron a Dietrich, al razonar que "si el sindicalista es corrupto, eso significa que alguien lo corrompe".
Otros más moderados aseguraron que la CGT mantiene una actitud "proclive" a analizar los cambios en materia laboral.
"Las cosas van a hacer aceptadas", vaticinó Gustavo Weiss, titular de la Cámara de la Construcción. Aunque deslizó que "la velocidad (de los cambios) no es la deseada".
Mientras tanto, en más de una actividad los técnicos de las entidades privadas ya se preparan para la próxima batalla, que comenzará con el inicio de la nueva ronda de paritarias.
Allí intentarán ganarle terreno a los sindicatos y materializar muchos de los puntos que la reforma laboral abre a la negociación colectiva.