En Esquel creen que la toma de tierras recién arranca y que los mapuches irán por más
La propuesta turística, la promoción de la belleza natural y el culto al esparcimiento quedaron relegados en el tiempo en este rincón de la Patagonia.
Intensificado por la desaparición de Santiago Maldonado, el conflicto en torno al dominio de las tierras circundantes a Esquel, en la provincia de Chubut, ha dado pie a un clima de crispación social que se percibe hasta en la más sencilla de las conversaciones entre vecinos.
Las respuestas de autoridades provinciales y nacionales a este escenario de agitación ampliaron la "grieta".
Están quienes entienden que el reclamo y ocupación de tierras por parte de la comunidad mapuche es una causa justa y aquellos que creen no es así y que su accionar es promovido por grupos políticos.
En esta ciudad, de algo más de 40.000 habitantes, el despliegue de las fuerzas de seguridad genera asombro:
-Más de 400 policías federales
-Un escuadrón de la Guardia de Infantería
-Un refuerzo de 100 gendarmes
-Un pelotón del Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP)
-Dos unidades especiales de 50 hombres cada una de la Prefectura
-Fuerzas policiales de esa ciudad
Para albergar a todos estos contingentes, el Ejército Argentino puso a disposición del Ministerio de Seguridad sus casinos de oficiales y otras instalaciones que funcionan en esta área del Sur.
Semejante despliegue se complementa con vuelos de helicópteros de la Gendarmería que surcan el cielo de Esquel y patrullan las 1.222 hectáreas que ocupa el Pu Lof en Resistencia-Cushamen, donde Maldonado fue visto por última vez, hoy bajo control de una comunidad mapuche.
Reminiscencias de tiempos bélicosEntre los habitantes de la ciudad chubutense predomina la certeza de que, más allá de la causa judicial vinculada con la búsqueda de Maldonado, el acopio de fuerzas por parte del Ministerio de Seguridad responde a dos cuestiones:
-La decisión de bloquear nuevas tomas de terrenos
-La campaña de "reconquista" de tierras. Esto, producto de que en noviembre concluirá la ley 26.160 que frena los desalojos judiciales contra pueblos originarios.
"Semejante movimiento no ocurría en esta zona desde los tiempos de los conflictos con Chile, allá por los años 70", cuenta a iProfesional el gerente de una de las principales rentadoras de autos de Esquel.
En relación con el presente que vive este lugar, afirma "que las sucesivas ocupaciones mantienen asustados a quienes viven en la ciudad".
"De pronto, un lugar tranquilo, donde nos conocemos todos, empezó a verse sacudido por hechos violentos en campos cercanos", relata.
Por su parte, el titular de una radio local expresa que la desaparición de Santiago Maldonado terminó alentando una militarización impensada.
"Pase lo que pase, todo lleva a pensar que este contingente de fuerzas de seguridad se quedará en Esquel, porque acá hay algo más grave detrás", intuye.
En esta dirección, la mayoría de los vecinos siente que esta ciudad ha sido elegida por dos bandos en pugna para medir fuerzas durante un espacio de tiempo imposible de precisar.
Entre los principales referentes políticos y del periodismo local, la creencia casi unánime es que los mapuches que hoy día habitan el Pu Lof en Resistencia-Cushamen, iniciarán su proceso de expansión hacia otros campos.
A esta posición adhieren figuras locales como Ricardo Bustos, especialista en la problemática originaria y uno de los comunicadores más influyentes de Esquel.
¿Cuándo se iniciaría la nueva avanzada sobre lotes? Apenas los mapuches consigan el respaldo legal para seguir ocupando las hectáreas que hoy ya dominan.
Es por eso que, según otras fuentes consultadas, el Gobierno ve a Esquel como la "zona que debe ser protegida" a como dé lugar.
Además, creen que Cambiemos -con Patricia Bullrich a la cabeza- querrá mostrar cómo se procederá en aquellos casos vinculados con el dominio de tierras por parte de las comunidades originarias.
"La seguridad se ha vuelto un tema aparte. El Gobierno nacional desplegó su accionar sin pasar por la Municipalidad", afirma a iProfesional Sergio Ongarato, intendente de Esquel.
"No tenemos el número preciso de las fuerzas que están actuando en la ciudad. Pero lo que sí es seguro es que, de continuar los cortes violentos, desembocarán en un escenario complicado para todos", añade.
Una disputa renovadaReferentes de la política local, empresarios y vecinos señalan a iProfesional que los reclamos de tierras por parte de la comunidad mapuche provienen de larga data.
Algunos consideran justo su pedido, pero una gran mayoría se opone no sólo al planteo sino también a los métodos violentos.
A modo de ejemplo, recuerdan lo ocurrido en marzo de 2015, cuando se registró el ingreso a Leleque (una de las estancias más extensas del grupo Benetton) para establecer el Pu Lof en Resistencia-Cushamen.
Situaciones de este tipo se repitieron en varios lugares, incluso con armas de fuego y actos de vandalismo (ver nota: Benetton frenó proyectos de inversión por la escalada de violencia mapuche).
Más cercano en el tiempo, ocurrió la toma de un juzgado. "Esto de venir a ocuparlo por la fuerza es algo inaudito, a lo que no estamos acostumbrados acá", comenta el administrador de un restaurante sobre la céntrica calle 25 de mayo.
Días atrás, un grupo de la comunidad de Vuelta del Río, integrada por 34 familias, se instaló durante varias horas para exigir la renuncia inmediata de Guido Otranto, finalmente apartado de la causa por la desaparición de Santiago Maldonado.
Por su parte, los mapuches que iniciaron la toma de las dependencias se quejaron del accionar violento de las fuerzas de seguridad.
"Los policías maniataron a cuatro integrantes de nuestra comunidad. A uno le forzaron el brazo y lo dejaron tirado durante tres horas afuera de su casa", asegura Marcelo Calfupan, uno de los habitantes de Vuelta del Río.
La situación en el juzgado, según pudo presenciar iProfesional, culminó apenas se ordenó el despliegue de efectivos de la policía federal.
"Muchos vemos este tipo de incidentes como salidos de la televisión, que ocurrían en otros lugares y que a nosotros nos llegaba con el noticiero del mediodía", comenta el encargado de uno de los bares que funciona en las inmediaciones del lugar.
Además de lamentarse por lo que ocurre en estos días en Esquel, afirma con preocupación: "No queremos que todo esto que está pasando termine cambiando el rasgo pacífico que siempre tuvo esta zona".
Otro de los comentarios que recorre las calles, es que quienes están llevando a cabo la toma de los terrenos en los alrededores de la ciudad, no pertenecen a este ámbito de Chubut.
También se impone la creencia de que las acciones de las comunidades de resistencia son motorizadas por organizaciones políticas que se oponen a la gestión departamental y provincial.
"La mayoría de los referentes que salen en medios televisivos no son de Esquel, ni siquiera de lugares cercanos. Jones Huala, por ejemplo, viene de la zona de Bariloche", cuenta a este cronista la dueña de una de las principales agencias de turismo.
"Hay voceras que se presentan hablando de esta región y en realidad provienen de Río Negro o Neuquén. Acá no se hacen diferencias con muchos de los mapuches, hasta nos conocemos entre familias. Pero quienes están en los campos que han sido tomados son personas que recién vimos por primera vez a partir de los incidentes", asegura.
En la miraEn la vereda de enfrente, quienes habitan Resistencia-Cushamen creen que la escasa empatía de los vecinos de Esquel es producto de los medios de comunicación que buscan demonizar el reclamo territorial.
Aun sin contar con el "favor popular", aquellos que vienen ejecutando las ocupaciones (como la concretada sobre tierras que el Estado reconoce propiedad de Benetton) anticipan que habrá una nueva avanzada en pos de dominar una mayor porción de territorio.
De hecho, en torno a la localidad de El Corcovado (de alrededor de 2.000 habitantes, departamento de Futaleufú, a 90 kilómetros de Esquel), Moira Millán viene encabezando la ocupación de 11 hectáreas, siendo uno de los predios perteneciente a la policía provincial.
Fuentes esquelenses aseguraron a este medio que dicha acción lejos está de representar un movimiento aislado.
En simultáneo, Fabián Millán, hermano de Moira, hace poco incursionó en 30 hectáreas en Gualjaina (departamento de Cushen, con 1.300 habitantes, a casi dos horas de Esquel).
"Se quedó con tierras de un propietario pequeño. Pero no se contentó con el lote: a poco de haber tomado posesión, interrumpió el caudal de un río y lo desvió hacia sus tierras. Dejó al resto de los vecinos sin agua", asegura una fuente que pide reserva de identidad.
En Esquel señalan que, además del interés en las estancias de Benetton, los mapuches reclaman espacios que ya tienen "entre ceja y ceja", como varios establecimientos que la familia Ochoa Paz posee en proximidades a El Corcovado.
Se trata de algo más de 170.000 hectáreas destinadas mayormente a la ganadería.
Siempre dentro de la provincia de Chubut, otras superficies que generan interés son las 80.000 hectáreas que Grupo Burco, de capitales belgas, controla también en inmediaciones de El Corcovado.
Además, en la ciudad hacen referencia a lotes linderos a Lago Rosario y los espejos de agua La Plata y Vintter.
"No hay que descartar ocupaciones que puedan darse con más intensidad en Trevelín", indica otra fuente consultada.
En ese sentido, sobresalen las casi 50.000 hectáreas de las estancias propiedad de la familia Schajman.
Especulaciones al margen, lo concreto entre los pobladores de esta zona de la Patagonia es que la lucha por el territorio forma parte de un proceso ya en marcha.
En desmedro de los cultores de una Esquel sin sobresaltos, el devenir anticipa cruces inevitables entre quienes reclaman tierras para nuevas comunidades y un Gobierno que, acumulación de fuerzas de seguridad mediante, ya hizo saber que no hará concesiones.
Por lo pronto, en noviembre, si se cae la ley 26.160, Cambiemos tendrá luz verde para avanzar sobre instalaciones como el Pu Lof en Cushamen.
Desde la comunidad anticipan que resistirán con todos los medios que tengan a su alcance.
Base de operaciones de policías, gendarmes y cuerpos especiales frente a reclamos de los mapuches que se multiplican.
Esquel respira el aire pesado, producto de una confrontación que se aleja por completo del perfil turístico que el lugar se ha empeñado en construir durante décadas.