Crisis del vino argentino: cerraron 120 bodegas y hay varias de remate, cae producción y consumo
“Macri no toma vino”, señalaba un reconocido bodeguero, en una mesa compartida con otros colegas y algunos periodistas, justo días después de que asumiera la Presidencia el líder de Cambiemos.
El empresario, responsable de producir cada año millones de litros y acostumbrado a estar en el top 10 de las compañías más relevantes de esta industria, mencionó este dato al pasar, pero detrás de sus palabras había un dejo de preocupación.
Su temor era que el Jefe de Estado no llegara a comprender en su totalidad, la compleja realidad que padecía el sector vitivinícola.
Especialmente, durante la última etapa del kirchnerismo, cuando la disparada de costos afectó la rentabilidad y, además, dinamitó la competitividad cambiaria, por lo que la exportación pasó a ser un negocio a pérdida en los segmentos de más bajo precio.
A un año de esa charla, iProfesional volvió a contactarse con el mismo bodeguero. Tras recordarle ese almuerzo y sus expectativas por el arribo del macrismo al poder, el empresario sintetizó la realidad del sector con una frase de un ex presidente: “Estamos mal pero vamos bien”.
Con este poder de síntesis resumió lo que muchos productores sienten en la industria: celebran que en los últimos doce meses se hayan corregido varios de los desfasajes que afectaban al negocio.
Pero, acto seguido, advierten que los esfuerzos por “normalizar” esta industria todavía no son suficientes.
¿La razón? Variables como la alta inflación, la caída del poder adquisitivo y el flagelo del atraso cambiario impidieron que esta rama de actividad clave dentro de las economías regionales vuelva a la senda del crecimiento.
Si hay un dato que sirve para ilustrar cómo en los últimos años la industria vitivinícola estuvo a la deriva, ése es el que refleja la cantidad de bodegas inscriptas en el registro nacional que están operando.
Las estadísticas del Instituto Vitivinícola están lejos de ser alentadoras: en 2010, se contabilizaban unos 984 establecimientos que efectivamente estaban funcionando.
Como contrapartida, en 2016 quedaron 864 bodegas operativas, según informa la página oficial del organismo.
Es decir que, en el transcurso de apenas seis años, unos 120 establecimientos dejaron de elaborar vinos. Esto equivale a que, en promedio, están cerrando unas 20 empresas por año.
Empresas que sucumbieron
Entre las bodegas que quedaron en el camino figuran numerosos proyectos que habían irrumpido con fuerza hace algunos años.
Algunos de ellos, incluso, estaban asesorados por grandes enólogos y prometían importantes inversiones en la compra de fincas y en equipamiento.
Sin embargo, el tiempo pasó y muchos de estos emprendimientos terminaron en el olvido.
Entre los casos más resonantes pueden citarse:
-Infiel Wines (Mendoza)
En 2012, un grupo de empresarios lanzó Infiel Wines. El proyecto parecía contar con bases sólidas: tenían unas 10 hectáreas propias en Luján de Cuyo, plantadas con Malbec. Además, estaban asesorados por dos expertos como Carmelo Patti y Pablo Durigutti.
El plan era realmente ambicioso: acababan de adquirir otras 10 hectáreas en la misma zona y hasta planeaban abrir una posada y un restaurante. ¿El monto comprometido? Más de u$s1 millón.
Sin embargo, las ventas no alcanzaron la meta esperada y el proyecto naufragó.
-Bodega Dos Andes Wines (Neuquén)
La bodega fue construida –como muchas en esa provincia- a través de los cuestionados créditos del Instituto Autárquico de Desarrollo Productivo (Iadep). Está emplazada en la zona de Añelo, Neuquén y cuenta con una capacidad para elaborar 2,3 millones de litros en tanques de acero y unos 300.000 litros en barricas de roble francés. Suma además, unas 220 hectáreas de vides.
Tras problemas financieros, fue comprada en 2012 por el holding chileno Bethia. La operación habría superado los u$s50 millones. Sin embargo, en la provincia aseguran que las instalaciones hoy lucen completamente desoladas.
“Cuando el dueño anterior no pudo sostener la actividad se la vendió a esta empresa chilena que sorpresivamente la abandonó. Dejó la viña y la bodega inactivas”, afirmó a medios locales José Brillo, ministro de Producción de Neuquén.
-Bodega Valle Perdido (Neuquén)
La bodega –que hace unos años fue adquirida por empresarios de Buenos Aires- posee unas 250 hectáreas (de ese total, 170 plantadas con viñedos), en San Patricio del Chañar, Neuquén. Además, tiene equipos de última generación con capacidad para elaborar 2,5 millones de litros de vino de alta gama.
Sin embargo, el mismo funcionario aseguró que la viña hoy está parcialmente abandonada.
El rumor es que los propietarios del emprendimiento están negociando su venta pero que no encuentran comprador.
Ave Wines (Mendoza)
Hace unos años, esta bodega era muy reconocida por expertos y sommeliers por sus vinos de altísima gama.
El proyecto nació hace más de 10 años, como resultado de un grupo de tres socios italianos que apostaron por un terruño en Perdriel, Luján de Cuyo, donde adquirieron más de 30 hectáreas.
En el momento de apogeo llegaron a producir anualmente 200.000 botellas de vinos premium. Sin embargo, el proyecto no funcionó y hace pocos meses comunicaron a clientes y vinotecas que dejaban de comercializar.
-Viale y Dujovne Bodega y Viñedos (Mendoza)
Allá por 2012, el joven empresario Nacho Viale desembarcó en el mundo del vino con bodega propia para alumbrar sólo ejemplares de alta gama.
Durante la primera vendimia produjeron cerca de 20.000 botellas. El objetivo era tener presencia tanto en el mercado local como en el de exportación.
Sin embargo, oficialmente no se han comunicado nuevas añadas desde su lanzamiento y el perfil de la bodega en redes sociales no registra actividad desde 2013.
-Cinco Lunas (Mendoza)
En 2011, el periodista Jorge Rial, presentaba en el mercado su propio emprendimiento vitivinícola.
A diferencia de muchos proyectos improvisados, Cinco Lunas contaba con el asesoramiento de EnoRolland, la consultora que es propiedad del multipremiado enólogo francés Michel Rolland.
En 2012 se informó que la bodega seguía produciendo y que tenía listos los vinos de la cosecha 2011. Sin embargo, desde ese entonces no hubo nuevos lanzamientos.
-Herbert & Helmut Ditsch Creadores de Vinos (Mendoza)
Helmut Ditsch es el artista plástico argentino vivo más cotizado. Recientemente vendió una de sus pinturas en una cifra récord de 1,5 millones de dólares.
Hace unos años irrumpió en la industria vitivinícola, de la mano de su proyecto bautizado Herbert & Helmut Ditsch Creadores de Vinos.
En 2007, la dupla había lanzado unos muy comentados Malbec, bautizados “Cuyucha Mansa“. En 2011, durante la gestión kirchnerista, el proyecto avanzó con una apuesta totalmente diferente: El Justicialista, una etiqueta “nacional y popular“, que llevaba los rostros de Perón y Evita y que generó un gran revuelo mediático durante su lanzamiento, que contó con la presencia de funcionarios K.
Sin embargo, tras ese lanzamiento, el proyecto no arrojó más novedades.
Más bodegas con el cartel “en venta” En diálogo con iProfesional, Miguel Astorga, presidente del Colegio de Corredores Inmobiliarios de Mendoza, afirmó que el nivel de bodegas medianas y grandes que actualmente se encuentran a la venta es “muy elevado”.
En julio último se contabilizaban unas 30 empresas disponibles para la compra, cuando lo normal, según el experto, es que el número no supere los 10 emprendimientos.
De ese total, en los últimos meses se vendieron unas ocho, con lo cual el número sigue siendo preocupantemente alto.
En 2016, algunas de las operaciones más importantes fueron la compra del 50% del paquete accionario de la prestigiosa bodega Viña Cobos por parte de Molinos Río de la Plata y la venta de Sottano a Familia Vicentín.
Sin embargo, para Astorga quedan muchos proyectos que están en búsqueda de un nuevo dueño.
“Estamos hablando de emprendimientos grandes, con capacidad para elaborar más de 1,5 millón de litros y con decenas de hectáreas de viñedos en zonas muy buenas, con precios que superan cómodamente los u$s3 millones”, apuntó el directivo.
Según Astorga debido a los altos valores que se manejan, más el capital que se necesita desembolsar para reactivar cada proyecto, se trata de operaciones que “apuntan casi exclusivamente a inversores del exterior”.
El problema, aseguró, es que el mercado argentino todavía no da mucha previsibilidad: “Mejoró un poco el clima de negocios pero los empresarios de afuera necesitan señales más sólidas de confianza”.
A este problema, Astorga sumó el de la baja tasa de retorno, en un contexto de alta inflación: “Es necesario que mejore la ecuación financiera, porque son proyectos a largo plazo y con una rentabilidad del 5% al 6% en dólares pero con costos en pesos que suben de a dos dígitos, el negocio no termina siendo tan atractivo”.
El vino: detrás del glamour, un negocio difícilLa industria vitivinícola enfrenta problemas en los dos frentes: tanto en el mercado doméstico como en el de exportación.
A nivel local, las bodegas deben lidiar con una torta de consumidores cada vez más chica, en un escenario en el que se han sumado más jugadores, a media que el atraso cambiario obligó a muchas firmas a abandonar sus negocios en el exterior.
“Hace ya más de una década que estamos en un proceso de disminución del volumen consumido de vinos en la Argentina, lo que lleva a un mercado donde existe cierta saturación de marcas y más bodegas compitiendo”, resumió el consultor Javier Merino, analista de la División Vinos del Banco Supervielle.
El experto agregó que este panorama se agravó durante el último año, dado que “cuando el poder adquisitivo de los consumidores se deteriora, esto tiende a afectar con más fuerza los bienes más prescindibles, como es el caso del vino”.
Según datos del Observatorio Vitivinícola, entre enero y octubre de 2016 (último dato disponible), los despachos de vinos fraccionados totalizaron 787 millones de litros, lo que representó una caída interanual del 8%, marcando el peor registro en más de una década (ver cuadro).
En los últimos años, el vino también enfrentó a un rival de peso: la cerveza, de la mano de grandes multinacionales pero también de pequeños proyectos artesanales, como Antares y Otro Mundo, que ganan cada vez más porción de mercado.
Un dato clave es que en 2016, la caída en el consumo de vino cuadruplicó a la de la cerveza, lo que dejó más en evidencia la crisis sectorial.
Lo que preocupa entre los bodegueros es la tendencia:
-En 2005, el consumo per cápita de vino llegaba a los 34 litros. En la actualidad es del orden de los 24 litros (caída del 27%).
-En el caso de la cerveza, en 2005 se consumían 30 litros per cápita pero en los últimos años despegó hasta los 43 litros actuales (suba del 43%).
Merino sumó otro problema que deben enfrentar las empresas del sector vitivinícola: las políticas de descuentos que imponen los supermercados y cadenas de vinotecas.
“La realidad es que una porción importante de vinos son hoy vendidos gracias a promociones, lo que impacta luego en los balances de las bodegas, pues los canales comerciales descuentan esos beneficios de la liquidación de compras”, explicó el experto.
“Sólo los establecimientos de gran envergadura pueden hacer frente a ese tipo de exigencias”, agregó.
Según la División Vinos del Supervielle, este “ambiente de gran rivalidad está aumentando significativamente el costo de comercialización”, que hoy representa, en promedio, el 22% en los balances de las compañías.
Frente externo, complicadoA la feroz competencia que deben enfrentar las bodegas en el plano interno, se suman las dificultades para pelear por un lugar en las góndolas fuera del país.
Según Merino, “en 2010 se intensificó en la Argentina el proceso de inflación, con algunas variables que no siguieron el ritmo, como fue el valor del dólar”.
Así, “el deterioro de la competitividad cambiaria se aceleró en los últimos años y una franja importante de exportaciones de vinos comenzaron a generar pérdidas a las empresas, muchas de las cuales discontinuaron sus envíos”, amplió (ver cuadro).
Según el experto, en los últimos años, las bodegas argentinas perdieron un negocio equivalente a las 36 millones de botellas anuales, producto de los altos costos que las dejaron fuera de competencia.
Según datos del Observatorio Vitivinícola, pese a la devaluación de fines de 2015, los envíos al exterior durante 2016 no mejoraron.
Entre enero y octubre se exportaron 219 millones de litros por un total de u$s691 millones. Esto implicó una caída del 4% en volúmenes y del 1% en divisas.
Lo más preocupante es que, considerando ese lapso, se trató de la peor performance –en términos de litros- desde el año 2005 (ver cuadro).
“podemos concluir que, para la industria del vino, la inflación ha sido muy nociva tanto en el mercado interno como la exportación”, afirmó Merino.
Como consecuencia de este doble “torniquete”, el Supervielle conluye que, en los últimos tres años, la facturación global del mercado vitivinícola se achicó en más de $3.000 millones.
“Esta cifra ha impactado muy nocivamente en la industria en general pero especialmente en las empresas de menor tamaño”, es el diagnóstico de la entidad.
La expectativa de los empresarios ahora está puesta en la recuperación del poder adquisitivo, de cara a un 2017 en el que se espera una desaceleración del índice de precios.
“Si la inflación baja y esto impacta en forma positiva sobre los salarios, entonces podemos esperar una recuperación del mercado del vino”, afirmó Merino.
La gran duda es qué sucederá con el negocio de la exportación, en momentos en que el ministro Nicolás Dujovne apunta a una mejora de la competitividad por la vía indirecta.
Es decir, bajando impuestos, mejorando la infraestructura y abaratando los costos logísticos.
"Todo eso es positivo, claro. Pero su impacto recién se sentirá en el mediano plazo. Necesitamos soluciones que tengan efecto inmediato", reflexionó el bodeguero que hace un año veía con inquietud a un presidente que no suele disfrutar de un buen Malbec argentino.