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¿Rumbo a más dólares o a ser ví­ctimas del "Made in Taiwan"?: los riesgos del libre comercio con "peso pesado" del mundo

¿Rumbo al oasis de dólares o a ser ví­ctimas del "Made in Taiwan"?: Macri quiere libre comercio con los "peso pesado" del mundo
29/03/2016 - 09:15hs
¿Rumbo a más dólares o a ser ví­ctimas del "Made in Taiwan"?: los riesgos del libre comercio con "peso pesado" del mundo

Más allá de la inspiradora charla en la Usina del Arte, de los cautos anuncios de inversión que trajo bajo el brazo la comitiva estadounidense y de las postales de Bariloche que ofreció desde su cuenta de Twitter, Barack Obama llegó con un mensaje: facilitar el comercio y derribar las barreras aduaneras. 

Se trata más de un mensaje que de una misión concreta porque apenas le restan algunos meses para concluya su mandato.  

Sin embargo, el libre comercio con la región es un tema prioritario que está instalado en la agenda del partido Demócrata. 

De hecho, en uno de sus discursos, reconoció que tanto la Argentina como los EE.UU. comenzaron a identificar “todas las áreas donde hay trabas” que puedan estar frenando la relación comercial.

Luego, confirmó que ambos países estarán en condiciones de "elaborar un acuerdo de libre comercio hacia el final de ese proceso”.

Se trata de una declaración que caló hondo entre los sectores industriales más proclives al proteccionismo, que ahora miran a Hillary Clinton -la principal candidata a suceder a Obama- como una figura riesgosa para la industria nacional, incluso más que el controvertido Donald Trump

Además, el mensaje que trajo el mandatario en su visita dejó en evidencia el cambio de era.

Hace poco más de una década, en noviembre de 2005, la situación compartía similitudes pero el contexto era completamente diferente: el presidente que visitaba el país era el republicano George Bush y quien lo recibía en Mar del Pata era Néstor Kirchner. 

La misión con la que había desembarcado era la de concretar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Sin embargo, la resistencia del Mercosur y la resistencia bolivariana terminó por sepultar el proyecto, lo que llevó a la paralización de las relaciones bilaterales. 

"Hemos traído una pala. Porque aquí en Mar de Plata está la tumba del ALCA", fue una de las célebres frases de Hugo Chávez, entonces presidente de un país que se estaba viendo fuertemente beneficiado por la era de los altos precios de las materias primas. 

Si bien en esta oportunidad Obama no esperaba sellar una alianza, sí buscó dejar plantadas las bases para futuras negociaciones.

En este sentido, la canciller, Susana Malcorra, aseguró que un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU. es "un objetivo de mediano plazo” para el Mercosur. "Ya estamos conversando", agregó, dejando en claro el interés que despierta este tema. 

Un segundo punto imortante para Washington es el de promocionar el controvertido Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (conocido como TPP, por sus siglas en inglés). 

El pacto de libre comercio más grande de la historia incluye a doce naciones, entre las que figuran EE.UU., Australia, Canadá, Japón, Malasia, México, Singapur, Vietnam, Chile y Perú, que representan el 40% de la producción económica mundial

La polémica alrededor de este gran acuerdo se debe a que las negociaciones –que demandaron más de cinco años- se desarrollaron en absoluto secreto y a que el TPP incluye cláusulas de normas laborales, medioambientales y de propiedad intelectual, que deben respetarse y que han levantado controversias.

De hecho, recientemente, la propia Unión Industrial Argentina (UIA) expresó su preocupación por los alcances del TPP, alegando que, con el mismo, Estados Unidos se hizo "un traje a medida", porque consiguió "exportar sus normas comerciales, tanto en materia laboral y medioambiental, como en la construcción de marcos regulatorios de normas técnicas, sanitarias y fitosanitarias”. 

Argentina-EE.UU.: nueva unión estratégica Luego de su histórico desembarco en Cuba, la llegada de Obama a la Argentina marcó un antes y un después, luego de una década sin que ningún presidente o alto funcionario de EE.UU. pisara suelo argentino. 

Hay diversas causas políticas que explican su viaje a pocos meses de culminar su mandato. Dos se destacan especialmente: 

• Por un lado, para Washington era prioritario retomar los lazos con América del Sur, luego del largo hiato propiciado por el fortalecimiento de los gobiernos de corte populista. 

• También, se intentó enviar un mensaje directo hacia el electorado, de cara a las próximas elecciones presidenciales, dado que captar el voto latino se volvió clave luego de que Trump trepara en las encuestas. 

Para Marcelo Elizondo, analista y director de la consultora DNI, la razón por la cual Obama eligió la Argentina para su gira es porque “Mauricio Macri hoy se está constituyendo como el líder político de la región, especialmente porque Brasil, el país más importante, hoy está sumido en una gran crisis”. 

Y este nuevo rol de la Argentina en el concierto vecinal, según Elizondo, “está provocando un fuerte cambio en las relaciones internacionales”. 

“Hasta hace unas semanas, los funcionarios de la Unión Europea estaban muy cómodos porque el Mercosur sólo negociaba un Tratado de Libre Comercio con ellos. Pero ahora que irrumpió Estados Unidos, se podrán acelerar los tiempos”, acotó. 

Si bien destacó que la firma de este tipo de acuerdos demanda arduas negociaciones, consideró clave el hecho de que “el Mercosur esté mirando más allá de sus narices por primera vez en cinco años”.

Así, de tener una agenda internacional casi estancada, la Argentina junto con el bloque podrán ver cómo se reactivan tres frentes de negociación: el TLC con la UE, un posible pacto con EE.UU. y el controvertido TPP

Libre comercio: qué se pierde, qué se gana

En plena crisis internacional, allá por 2008, el debate sobre los TLC había quedado completamente desactivado.

Los "súper precios" de las commodities, la sólida demanda China y las bajas tasas de crecimiento de las principales potencias occidentales generaron que se perdiera interés en estos pactos. 

De hecho, Elizondo destacó que el 75% de las exportaciones argentinas terminaron redireccionándose hacia países en desarrollo. 

Pero la reversión del ciclo, para el economista Pablo Rojo, está obligando a revisar la agenda y a volver a recuperar los “contactos” de las naciones que hoy mueven la economía global. 

En este contexto, hay numerosas voces a favor de la ampliación del comercio, en sus múltiples formas, como la de la Sociedad Rural Argentina (SRA). 

Ernesto Ambrosetti, economista jefe de la entidad, afirmó que el fin de las trabas con EE.UU. “sería altamente positivo: aceleraría la inversión, permitiría un mayor ingreso de divisas y dinamizaría la economía en general”. 

Un informe de la SRA, realizado tras la visita de Obama al país, señala que, superadas determinadas barreras comerciales o sanitarias, la Argentina estará en condiciones de incrementar sus exportaciones a ese mercado por unos u$s1.000 millones anuales en el corto plazo. 

Limones, biodiesel, carne, arándanos, miel, vino, peras y aceite de oliva son algunos de los productos del complejo agroindustrial que se verían beneficiados. 

“La posibilidad de incrementar nuestras exportaciones a EE.UU. son concretas”, afirmó Ambrosetti. 

En tanto, Elizondo abordó un tema espinoso que siempre suele estar asociado a la firma de un TLC: el riesgo de un impacto negativo en el empleo. 

Para el experto, en un pacto con la Unión Europea o Estados Unidos, habrá algunos sectores que deberán ser protegidos, como calzados, textiles o juguetes

Sin embargo, reconoció que es inevitable que “un TLC ponga en riesgo empleos de algunas ramas de actividad".

Frente a esto, aclaró que también "genera oportunidades, porque se crean puestos en otras áreas. De hecho, los países que han firmado acuerdos de este tipo poseen tasas de desempleo bajas. En la vereda de enfrente, por ejemplo, está Brasil: una economía muy cerrada que hoy tiene un índice de casi 10 puntos”. 

“El balance para la Argentina sería positivo”, disparó. 

Si bien aseguró que la matriz productiva local difiere de la de Chile, puso como ejemplo al país trasandino, que lleva firmados 15 TLC. "Gracias a eso hoy tienen acceso privilegiado a un mercado de 4.000 millones de consumidores sin pagar aranceles, ocho veces más que nosotros”, señaló. 

Un informe de la Dirección de Relaciones Internacionales de Chile, que analizó el impacto del libre comercio con EE.UU. destacó que, en sus primeros diez años, las exportaciones se multiplicaron por cuatro, al pasar de u$s6.500 millones a casi u$s26.000 millones.

Además, esa nación escaló más de diez puestos como proveedor de ese mercado. 

Sin embargo, el analista internacional Julio Burdman puso reparos sobre los beneficios para la Argentina: “Cuando se trata con países poderosos es muy chico el margen para negociar. Con Estados Unidos podría pasar que se termine importando más si es que sus bienes agropecuarios quedan protegidos”. 

En diálogo con este medio, el analista Jorge Castro también advirtió que podrá haber riesgos para el sector productivo nacional: “La industria argentina, como la brasileña, tienen un nivel de competitividad muy bajo. Este es el problema de fondo. Negociar implica discutir la transformación estructural manufacturera”. 

En una línea similar se expresó José Ignacio de Mendiguren, ex presidente de la UIA, actual diputado y próximo titular de la Comisión de Industria de la cámara baja, quien afirmó a iProfesional que “la integración puede ser positiva, pero la Argentina tiene que garantizarse las mínimas condiciones para competir”. 

“La globalización no es ni buena ni mala. Salir del aislamiento en el que estuvimos es importante, pero tenemos que reingresar al mundo con nuestro propio DNI, con un proyecto. Hoy no podríamos abrir el mercado y pretender pelear de igual a igual con empresas radicadas en EE.UU. que pueden comprar bienes de capital a 10 años y con tasas subsidiadas”.

TPP: una sigla, muchos interrogantes

En numerosas intervenciones, Macri dejó en claro sus intenciones de que la Argentina forme parte de la Alianza del Pacífico. Esto, a mediano o largo plazo, podría derivar en una negociación para integrar el Acuerdo Transpacífico, de mayor alcance. 

De hecho, el secretario de Comercio, Miguel Braun, recientemente en una gira por Washington afirmó que la estrategia del Gobierno es “abrirse a socios estratégicos”, como Estados Unidos que, justamente, impulsa el TPP. 

Los números que rodean a esa megazona de libre comercio, asombran: “Representa el 40% del PBI mundial y el 25% de las exportaciones totales”, resumió Nicolás Grimaldi, sociólogo y analista internacional del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS). 

En términos puramente comerciales, el TPP generó la supresión o reducción de aranceles para un total de 18.000 productos. Es una cifra que va más allá de los límites para una Argentina que hasta hace unos meses se debatía entre el cambio o continuar apostando por el “vivir con lo nuestro”. 

Una de las ramas de actividad que quedarían más expuestas, sería la automotriz –de hecho, las terminales de Argentina y Brasil siempre se opusieron al TLC con la Unión Europea-. 

Según Grimaldi, “incluso Ford de Estados Unidos protestó contra el Acuerdo Transpacífico porque pasaron a competir de igual a igual con empresas de Vietnam o Singapur, que tienen costos laborales mucho más bajos. Y, en el caso de que eventualmente se sume la Argentina, no sería la excepción”. 

De hecho, The Wall Street Journal publicó un duro informe en el que estimó que el TPP provocará un aumento del déficit comercial del sector automotor de EE.UU. del orden de los u$s55.800 millones anuales de cara al mediano plazo. 

Considerando una fórmula de 6.000 puestos perdidos por cada u$s1.000 millones de déficit, la publicación concluyó que hay en riesgo 330.000 puestos laborales en ese sector. 

Otro de los capítulos polémicos del acuerdo está vinculado con el rubro farmacéutico, dado que se restringe el comercio de medicamentos genéricos y se extienden los plazos de la exclusividad de las patentes de las compañías. 

En este nuevo reordenamiento geopolítico, Miguel Ponce, director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior destacó también sería riesgoso volver a apostar por el aislacionismo: "El 80% del intercambio global se realiza a través de las cadenas de valor, que se ven favorecidas por tratados de esta naturaleza. Si no tenemos ninguna participación, quedaremos más al margen". 

En un documento, la UIA alertó que toda nación que comercie con algún país del TPP pero no integre dicho pacto -como la Argentina hoy- "es posible que se va afectada por la desviación de comercio e inversiones", dado que todos los marcos regulatorios "implican una alta barrera de entrada". 

Sin embargo, ingresar implicará competir de igual a igual con empresas no sólo de EE.UU., sino de Malasia, Vietnam, Taiwan o México, mercados conocidos por sus bajos costos laborales. Por eso muchos han denominado al TPP como el "ALCA de Obama".