Alerta: casi no se exportaron autos y la producción de enero, de las peores de la década
"El mundo nos está esperando, el mundo los está esperando", disparó Mauricio Macri dirigiéndose a una platea repleta de directivos de algunas de las empresas más importantes del país, que lo escuchaban con una mezcla de entusiasmo y expectativa.
Corría mediados de diciembre y el ya consagrado presidente de la Nacion decidió dar por concluida la conferencia de la Unión Industrial Argentina con un anuncio largamente esperado: el fin de las retenciones a las exportaciones de granos y a productos con valor agregado.
“Se abre una nueva etapa en la Argentina”, se envalentonó Macri, que fue premiado con gestos de aprobación y aplausos generalizados.
Días después, llegó el turno de que sus palabras se transformaran en hechos concretos: el Gobierno eliminó los derechos de exportación, avanzó con un salto del dólar, desarmó el cepo y premió a las automotrices con cambios en el impuestazo.
Sin embargo, los poco más de 50 días de gestión no fueron suficientes para revertir el “efecto arrastre” que dejó la administración kirchnerista en el sistema productivo.
Además, independientemente de las medidas que ya se tomaron en el plano interno, es muy poco lo que puede hacer el macrismo para revertir el viento de frente que, por estos días, llega desde el exterior.
Así como la ex presidenta Cristina Kirchner solía afirmar que debía lidiar con un mundo que se le caía encima, el actual jefe de Estado tiene la difícil tarea de poner a la industria de pie en momentos en que Brasil es el que se le está "viniendo de frente".
Hay una realidad: el Presidente inició su ciclo con el mayor socio comercial atravesando su peor crisis en décadas.
Esto no es gratuito para la Argentina, que coloca allí casi uno de cada dos dólares generados en concepto de exportaciones de bienes industriales.
La rama de actividad que más lo está sufriendo es la automotriz, que acaba de cerrar un enero realmente negro.
Las cifras son contundentes. Según datos de ADEFA, las ventas al mundo culminaron el primer mes de 2016 con una cifra que no se veía desde hace más de una década.
Se exportaron apenas 3.880 autos, lo que implicó un derrumbe de casi 50% respecto al mismo mes del año pasado.
De ese total, Brasil sólo adquirió 2.800 unidades, un nivel comparable a lo que se le vendía allá por 2003, cuando la industria argentina recién se estaba rearmando tras el colapso de la crisis que puso fin a la convertibilidad.
Para ponerlo en perspectiva, esos 2.800 vehículos despachados al país vecino:
• Equivalen al 5% de los 44.000 autos que las terminales albicelestes llegaron a venderle a Brasil en un mes récord como fue agosto de 2011.
• Representan un monto similar al volumen de 0Km que se patentan en la Argentina en apenas un día y medio.
“La situación en Brasil es complicadísima. Las ventas vienen de desplomarse un 40%, la industria está muy sobrestockeados de autos y se está importando muy poco. Esto obligó a casi todas las terminales de nuestro país a tener que frenar drásticamente el ritmo de fabricación”, señaló Gonzalo Dalmasso, economista de Abeceb.
Según informaron desde ADEFA, la entidad que nuclea a las compañías del sector, 10 de las 11 automotrices instaladas en el país, debieron implementar un receso en la producción.
Como consecuencia de la parada de plantas, se produjeron en enero apenas 17.800 unidades, un 30% menos que en igual mes del año pasado.
Más aun, para encontrar un registro similar hay que remontarse a febrero de 2009, plena crisis de hipotecas subrpime en EE.UU., que arrastró al mundo entero (ver cuadro).
Considerando los últimos doce meses, la industria automotriz nacional pasó a operar a menos del 43% de su capacidad total.
Es decir, puede producir 1,2 millones de unidades anuales y sólo está fabricando algo más de 500.000.
El panorama en la industria es muy sombrío. Desde AFAC, asociación que nuclea a los principales fabricantes de autopartes del país, su gerente, Juan Cantarella, advirtió a iProfesional que “la misma preocupación que hoy se respira en las terminales es la que están sufriendo los proveedores de componentes, porque esto se va a traducir en una menor demanda”.
“Para nuestro sector, las consecuencias del bajón serán mucho más profundas, porque las empresas de autopartes no tienen las mismas espaldas financieras que una terminal”, completó el directivo.
Para agravar el panorama, Macri estrenó el año con otra cifra para el olvido: en enero último, los patentamientos coronaron el peor arranque en más de diez años.
Según la Asociación de Concesionarios (ACARA), el mes pasado se comercializaron 56.500 vehículos, la cifra más baja para ese período desde 2005 (ver cuadro).
La razón de este desplome obedeció a una conjunción de factores que terminaron opacando los cambios en el impuestazo, una medida que venían pidiendo desde hacía mucho tiempo las terminales.
El salto de los valores de los 0Km por la devaluación, la continuidad de las políticas de sobreprecios, la falta de stock hasta que se normalicen las importaciones y el encarecimiento del crédito fueron las variables que impactaron de lleno en el mercado interno.
Empleo y actividad industrial, en la miraEl problema que enfrenta la industria nacional es que para este 2016 no se espera una reactivación de la demanda doméstica.
El 2015 finalizó con 643.000 vehículos comercializados y, para este año, las terminales están trabajando con un piso de 590.000 unidades, proyección que sólo subirá en función de variables como precios, poder adquisitivo y nivel de oferta.
En el plano externo, Brasil seguirá dando la nota: debido al real débil, destrucción de puestos de trabajo y niveles de consumo en baja, la Argentina sólo podría exportarle unas 170.000 unidades.
A efectos comparativos, en un año récord como 2011, ese mercado había demandado casi tres veces más (410.000 autos). Es decir que las terminales nacionales en los últimos cinco años estarán viendo cómo se les destruyó un negocio equivalente a un cuarto de millón de 0Km.
Sin dudas, son proyecciones adversas para compañías que recién iniciaron o están por arrancar con la producción de renovados modelos pensados para la exportación:
• Chevrolet está avanzando con la presentación del nuevo Cruze.
• Renault realizó fuertes inversiones para comenzar a fabricar la última generación de Logan, Sandero y Sandero Stepway.
•Toyota viene de dar a conocer la última Hilux.
• Mercedes Benz lanzó un modelo con la mira en los mercados externos, la Vito
• Nissan confirmó un desembolso de u$s600 millones para tener su propia pick-up nacional.
Con una demanda que no para de desplomarse en ese destino, las filiales de estas compañías en el país vecino no están en condiciones de absorber gran parte de esa producción argentina.
Ford Brasil, por ejemplo, anunció que parará su planta de Bahía desde el 8 al 29 de febrero; General Motors, en tanto, suspenderá las actividades de sus dos plantas durante tres semanas, mientras que Fiat programó vacaciones colectivas para la mayoría de sus empleados desde el 27 de febrero al 15 de marzo.
Estas medidas tienen como objetivo achicar los stocks de vehículos sin vender –que ya equivalen a 40 días de patentamientos - y adecuarse a la nueva realidad: el mercado brasileño ya no puede aspirar a alcanzar las 4 millones de unidades vendidas, como estuvo a punto de lograrse en 2012.
Atrás quedó el “milagro económico” en épocas de Lula. Este año, Anfavea, la entidad que nuclea a las terminales verdeamarelas, estimó un mercado de 2,4 millones de 0Km.
Es decir que en apenas cuatro años se habrá evaporado un negocio equivalente a 1,5 millón de autos.
En este contexto, Enrique Alemañy, presidente de ADEFA, afirmó que el descalabro de Brasil puso de manifiesto la necesidad de desarrollar nuevos mercados de exportación”.
Dalmasso coincidió: la única posibilidad de que la industria nacional evite una crisis mayor y se pague con menos empleo será abriendo nuevos destinos para los autos nacionales.
Según el experto, para compensar el bajón en Brasil y la falta de reacción en el mercado interno será necesario colocar un total de 100.000 vehículos en países de América latina, Europa y Asia. Todo un desafío, dado que es casi el doble de lo que se les vendió en 2015.
Cantarella advirtió que el “efecto achique” que experimentó esta industria ya se pagó con pérdidas de puestos de trabajo en el sector autopartista.
“Desde 2011 se destruyeron unos 7.500 empleos en este sector. Si este año las ventas y las exportaciones siguen cayendo, entonces habrá un efecto negativo adicional”, afirmó.
En paralelo al sector autopartista, automotrices y fabricantes de carrocerías suprimieron casi 4.000 puestos desde comienzos de 2013.
Según un reciente informe de la Universidad de San Martín, un descenso del 10% en la fabricación de autos repercute en una contracción de 0,3 puntos en la economía argentina.
En tanto, la elasticidad empleo-producción es muy elevada, dado que por cada punto nuevo de caída en el volumen de autos fabricados se genera un deterioro del 0,5% en el nivel de empleo, ya sea a través de suspensiones, despidos o cantidad de horas trabajadas.
Así, mientras que el macrismo avanzó con un combo de beneficios y con un "shock de competitividad" para poner de pie al "Made in Argentina", el mayor socio comercial, hasta el momento, no hizo más que boicotearle los planes.