Los dueños de Arpenta decidieron cerrar la casa de cambio

¿Cerró o la cerraron? Esta es la pregunta que se hacían el lunes los operadores del mercado local. La destinataria era la casa de cambio Arpenta, una de las más emblemáticas de la City porteña, que desde hace ya cuatro años sufría una fuerte caída en sus negocios.

Finalmente, terminó por pedir que se le revocara la autorización para operar. El retiro de la patente para desenvolverse en la actividad es una especie de "eutanasia" que suelen pedir las casas de cambio en la era del cepo cambiario para evitar cumplir con los altos costos de la regulación. Y el viernes, finalmente, el organismo le concedió esa solicitud.

La noticia es algo llamativa si se considera que la compañía decidió y logró conservar su licencia desde 2011 hasta hoy. Y que la resolución del Central llega a sólo ocho meses de un cambio de Gobierno en el que muchos presumen que se eliminará el cepo cambiario.

En octubre pasado, la casa de cambio Arpenta había recibido una multa de $2 millones, y sus dos directores otras de más $4 millones, y una suspensión para operar por cinco meses (que fue levantada al poco tiempo) por no contar con un local a la calle o en una galería comercial para realizar su compraventa de divisas.

Fuentes oficiales comentaron por esos días que lo que no se le permitiría a Arpenta era seguir concentrando en un mismo lugar su sociedad de Bolsa, su agente del MAE y su casa de cambio, y que se le exigiría, por lo tanto, tener divididas sus operaciones cambiarias con un local a la calle.

En la compañía, sin embargo, atribuyen el pedido de la revocatoria a la caída del negocio cambiario que provocó en toda la actividad la implementación del cepo. Y que la "sanción" del Central, publicada este viernes en su sitio web, es sólo un "paliativo" para la compañía.

Su destino es, ahora, el mismo de una larga lista de casas de cambio que murieron en la Argentina del cepo: Alhec Tour, Cambio América, Aeromar, Italtur, Cambio Norte, CambioTrade, Travel Global Exchange, Saseg, Argencamb y Libres Cambios, entre algunas decenas.

Según Ambito, la decisión oficial de prohibir la venta de divisas desató inesperadamente la mayor crisis de toda la historia argentina para las 35 casas de cambio, y redujo en sólo dos años a una cuarta parte sus negocios (desde los u$s1.600 millones a los u$s400 millones mensuales).