La caída del poder adquisitivo y el recorte en subsidios imponen más cautela a la clase media
Los argentinos ya lo veían venir, pero en las últimas semanas recibieron la confirmación. El Gobierno finalmente anunció que pondrá en marcha la quita parcial de subsidios en algunos servicios.
Difundida esta noticia, los usuarios se enteraron de que la tarifa de agua sufrirá un aumento de hasta un 400%, mientras que la de gas subirá hasta un 500% para los que más consumen.
El incremento llega en un momento en el que la sociedad ya había empezado a adoptar ciertas actitudes que revelaban un mayor cuidado del bolsillo.
Y se suma a otras tantas "malas noticias" que venía recibiendo, tales como las subas en los alimentos, nafta, alquileres, colegios, transporte, medicina prepaga, entre otros servicios.
En relación con la quita de subsidios, si bien los argentinos aún no tienen en sus manos las boletas que les mostrarán cuál es el importe exacto que deberán abonar, los analistas indican que, con la llegada del frío, el "tarifazo" se sentirá aun más.
"Cuando se aproxime el invierno, se hará notar en el presupuesto familiar el impacto del recorte del beneficio que regía para el gas", destaca Guillermo Barbero, ejecutivo a cargo del área Financiamiento al Consumo de la firma First Corporate Finance Advisors, ex Deloitte.
Y agrega que "probablemente se incorporará el tema de la luz".
En este contexto, la quita de subsidios es un ingrediente más del "combo" que hoy deriva en un enfriamiento del consumo y que acentuará la cautela que actualmente impera en la clase media a la hora de gastar.
Sobre este punto, Soledad Pérez Duhalde, desde la consultora Abeceb, señala: "Calculamos que unos $10.000 millones que se destinaban a las compras este año se van a utilizar para pagar gas y agua".
La cifra cobra relevancia si se considera que representa casi la mitad del incremento total de ventas en shoppings en 2013 -en comparación con el año anterior-, que fue de $24.480 millones, según datos del INDEC.
Por otra parte, asumiendo que -tal como es de prever- no falta mucho para que el "tarifazo" se haga extensivo también a la electricidad, el impacto sería aún mayor.
De hecho, "se calcula que, de eliminarse este beneficio, durante 2014 entre $10.000 y $15.000 millones pasarán del consumo a afrontar este servicio", afirma Pérez Duhalde.
Ocurre que "esto se suma a otra serie de incrementos en bienes y servicios que tienen un impacto directo en el nivel de compras", dice Barbero.
Los funcionarios del Gobierno tienden a minimizar estos pronósticos con el argumento de que se verificará un ahorro del consumo energético y que, en consecuencia, el impacto de las tarifas sobre el presupuesto familiar no será tan grave.
Entre los economistas es un tema que todavía está en debate. Por un lado, se dice que el uso de servicios públicos tiene una "demanda inelástica", que significa que la gente mantiene sus niveles de consumo en estos rubros prioritarios, más allá de cuánto suba la tarifa.
Pero, por otra parte, muchos reconocen que es cierto que, al haberse abaratado tanto las tarifas, hoy existe cierto grado de derroche que pasará a ajustarse.
"Los funcionaros saben que, en algunos sectores sociales, una falta de cuidado en el consumo puede implicar que empiecen a llegar facturas de $500 o más, por lo que algún margen de ahorro finalmente van a lograr", plantea Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica.
Su estimación es que, por cada 100 puntos porcentuales que aumente una boleta de servicios, podría verificarse una caída de alrededor del 6% en el consumo energético. Por lo que, ante el recorte anunciado, cree factible que se logre un ahorro superior al 10%.
Por otra parte, el abaratamiento relativo que tuvieron los servicios fue, según el Gobierno, de diez veces. Esto significa que si en el año 2001 un hogar de clase media destinaba un 7% de su presupuesto familiar a los servicios públicos, hoy estará rondando el 1%.
La esperanza de los funcionarios es que, tratándose de tarifas tan bajas, una suba de 300% pueda ser menos dañina de lo que parece a primera vista. Pero es el punto que recién se empezará a verificar en los próximos meses.
Amenazas al consumo
El consumo interno -que fuera el "caballito de batalla" del modelo K desde sus inicios- este año mostrará otras características.
Y si bien se espera un relativo alivio luego de que lleguen los incrementos salariales, los analistas pronostican que en 2014 la inflación sacará algunos puntos de ventaja en su carrera contra los sueldos.
Los comerciantes advierten de esta situación y coinciden en señalar que lejos quedaron aquellos tiempos en los que la sociedad percibía que hacía negocio adelantando compras.
"El sistema funcionó en su momento porque la gente mantenía e incrementaba su poder adquisitivo", resume Fabián Castillo, presidente de la Cámara de Calzado y Afines de la República Argentina.
Hoy, claramente, el panorama es otro. Según Barbero, "un conjunto de factores afecta el consumo y hace que se advierta una mayor prudencia y cuidado al gastar".
Uno de los rubros en el que impactará con fuerza el recorte de beneficios es en indumentaria.
En palabras de Horacio Lazarte, analista sectorial de la consultora Abeceb, "este año sorprende al sector textil con un deterioro de las condiciones que habían propiciado un ciclo de crecimiento".
En medio de este escenario, Eduardo Elsztain, presidente de IRSA, la dueña de los principales centros comerciales del país, realizó un pronóstico poco favorable al reconocer: "Me imagino el 2014 con un consumo no cayendo pero sí con un amesetamiento".
La pelea por el precio
No sólo los compradores este año sufrirán el impacto de pagar más por sus facturas de servicios. También los dueños de comercios tendrán que hacer frente al encarecimiento que el "tarifazo" va a generar en su estructura de costos.
Y, en este punto, todo hace prever que estas subas se trasladarán inevitablemente a los precios de la mercadería.
"Si el mes que viene, a los locales se les encarecen los gastos, esto se va a notar en los importes que paga el cliente", reconoce Castillo a iProfesional.
Esto ocurre en un contexto en el que los productos ya venían subiendo. Principalmente, porque "hubo un fuerte aumento en las materias primas y eso va directo al artículo", dice el empresario.
Por otra parte, destaca el hecho de que "las prendas de invierno también son más caras".
Sin embargo, ante la caída en ventas, antes de remarcar los precios los comerciantes deben pensarlo dos veces, ya que saben que se enfrentan a clientes con mayores restricciones presupuestarias.
En palabras de Castillo, "en momento de vacas gordas, la gente compra casi sin fijarse cuánto cuesta, pero hoy se autoimpone un tope y no está dispuesta a pagar lo que sea por un producto".
Es por eso que los empresarios se ven obligados a elegir entre subir los precios y resignar facturación o reducir sus ya alicaídos márgenes de ganancia.
"Muchos optan por resignar rentabilidad para vender algo más y liquidar stock", cuenta Castillo.
En el contexto actual, un factor clave es la capacidad que tengan los comerciantes para "aguantar" el temporal. "Se está vendiendo menos y la posibilidad de sostener el negocio depende de las espaldas financieras de cada empresario", apunta Barbero.
Las compras anticipadas, en retiradaOtro de los efectos de la quita de los subsidios será la acentuación de un cambio que ya se viene evidenciando en lo que hace al timing de las compras.
Con bolsillos más flacos, la clase media ya no se da el lujo de adelantar consumos, es decir, anticiparse a los incrementos de precios.
Este comportamiento, que era muy frecuente en los rubros más "pegados" al dólar, hoy empieza a dejarle el lugar a la postergación de todas aquellas compras que no revistan alta necesidad o urgencia.
La adquisición de un 0Km (que antes eran vistos como refugio del dinero) o la contratación de paquetes turísticos (que durante un tiempo fueron considerados una forma de acceso a un dólar oficial atrasado) también sufren los embates del nuevo contexto.
"En 2013 muchos cambiaban el auto y aprovechaban para viajar", indica Barbero. Y señala que ahora este tipo de operaciones "se piensan dos veces".
El factor incertidumbre
A las mayores restricciones presupuestarias y caída del poder adquisitivo, se suma otros "condimentos" que tiran hacia abajo el consumo: la incertidumbre con respecto a la evolución de la economía y el mayor temor a perder el empleo.
En este punto, los analistas explican que las expectativas juegan un rol central en la propensión a gastar y que el pesimismo actúa como un fuerte freno a la hora de consumir.
Sucede que "hay una cuestión psicológica que incide en las compras y si la gente no está segura de lo que pueda ocurrir con su empleo y su salario, entonces gasta menos", señala Castillo.
Por lo pronto, existe un fuerte deterioro en este aspecto, según lo indica el índice elaborado por la UCA y TNS Gallup, lo que también produce un mayor cuidado del dinero.
Frente a este escenario, los comerciantes sufren las consecuencias que se evidencian en locales más vacíos y confiesan que están viviendo un momento muy complicado.
"El mercado está retraído y a eso se le agrega la preocupación de la gente", dice Castillo.
Y resume que "lo peor que nos pasa hoy -a los empresarios- es la incertidumbre, que se traduce en menores ventas".
Por otra parte, los argentinos esperan que, más temprano que tarde, se anuncie la quita parcial de subsidios a las tarifas de luz, lo que producirá un impacto aun mayor.
En este contexto, los comerciantes buscan "dar batalla" en un año complicado. "Estamos tratando de pelearla y ver cómo los productos que comercializamos se pueden hacer más vendibles", concluye Castillo.