"Maldita brecha": el dólar blue sigue alejándose y se teme por el impacto en la economía
A esta altura, ya ni sorprende: el hecho de que el dólar blue rompa récords empezó a formar parte de la rutina argentina.
El nivel actual del dólar paralelo es el que muchos economistas creían que alcanzaría recién a fin de año, y el precio parece burlarse de los análisis que, basándose en datos macroeconómicos, concluían que no había motivos para que siguiera subiendo.
Por cierto que el pedido de Guillermo Moreno -realizado a finales de marzo- de llevar la cotización del blue al nivel de $6 quedó reducido a uno de los peores vaticinios del año y, además, deja al descubierto la impotencia oficial para dominar un mercado al que se había despreciado por su pequeño volumen.
Es así que el arsenal de argumentos para explicar la escapada del dólar paralelo está agotándose.
Primero la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, había planteado la cuestión estacional: todo era un efecto de la demanda de los turistas, que se acumula en los dos primeros meses del año.
Pero pasó enero, pasó febrero, pasó la Semana Santa y su fin de semana superlargo... pero el blue no detiene su carrera alcista.
Luego se recurrió a la teoría conspirativa, ese recurso al que el kirchnerismo es tan afecto. Sin embargo, la sanción a casas de cambio y el aumento de los controles no fueron suficientes.
Entonces, la tesis conspirativa corrió el foco desde la city porteña hacia las silobolsas: para el kirchnerismo, era obvio que los productores de soja -en una mezcla de naturaleza especulativa y ánimo desestabilizador- retenían sus stocks de soja.
No quedaba muy claro el eventual beneficio de esta política, porque la perspectiva del precio del "yuyito" es a la baja. Pero para los guionistas del "relato", era evidente que había una presión de la corporación sojera para forzar una devaluación.
Finalmente, en abril llegó la ansiada lluvia de sojadólares...pero lejos de significar un alivio, el blue siguió subiendo.
"Después de haber tenido una pérdida neta de divisas durante todo el primer trimestre, el Banco Central empezó a tener una entrada neta de dólares que, en la primera mitad de abril, llegó hasta u$s1.400 millones, una cifra que quedará superada por la segunda quincena", afirma Nicolás Dujovne, ex economista jefe del Banco Galicia.¿La soja por la culata?
Algunas estimaciones hablan de una liquidación de u$s800 millones sólo la semana pasada. Aunque hay que reconocer que la velocidad de liquidación viene más lenta que otros años.
"Lo típico es que, para esta fecha, el agro haya volcado al mercado divisas equivalentes al 45% de su exportación, pero recién vamos por un 30%", afirma Belén Olaiz, economista de la consultora Abeceb.
La duda reside en si esta lentitud perjudica al Gobierno, como argumentan los funcionarios K, o si, por el contrario, hace que el problema del blue sea menos grave.
Y es que lo que está quedando en evidencia es que se cumple el pronóstico de muchos economistas, aquel que decía que el ingreso de los sojadólares contribuiría a agrandar la brecha cambiaria y no a reducirla.
A primera vista, la explicación parecía contraria al sentido común, pero tenía una lógica irrefutable: el Banco Central debía emitir pesos para comprar los billetes verdes que recibía el sector rural por la venta de su cosecha a otros países. Esos pesos -al estar imposibilitados de ir a la ventanilla del dólar oficial- terminarían engrosando la demanda de blue.
A no ser, claro, que el Gobierno utilizara parte de esos dólares para venderlos disimuladamente en el mercado informal.
"Para que los dólares de la soja hagan caer la cotización del blue, se necesita que exista un vaso comunicante entre el mercado oficial y el paralelo. Y eso sólo podría generarse a través de manos amigas del Banco Central. No es lo que se está viendo", señala el economista Federico Muñoz.
Lo que no queda del todo claro es si esto ocurre porque el Gobierno ha decidido priorizar el mantenimiento de las reservas -y en consecuencia se resigna a ver el blue en carrera ascendente- o si es que, aunque lo intente, ya no logra controlar al mercado cambiario.
"Suele decirse que el dólar marginal maneja un volumen muy pequeño, pero la verdad es que resulta muy difícil controlarlo. Primero, porque no es tan pequeño, y segundo porque es muy informal, y no abarca solamente a las cuevas, sino que está lleno de amigos y parientes que se venden entre sí. No estoy tan seguro de que el Gobierno pudiera influir a la baja", sostiene Dujovne.
En todo caso, en lo que el gremio de los economistas coincide es en que la suba tiene una causa de fondo, y que va más allá de qué tan rápido se exporta la soja: la cuantiosa emisión de pesos.
Tras el breve lapso de "sobriedad" de comienzos de año -que no llegó a compensar la emisión de $40.000 millones de diciembre-, el Banco Central volvió a poner a velocidad máxima la "maquinita", con un nivel de expansión de 38% interanual.
"No se ve voluntad del Gobierno de esterilizar parte de ese dinero mediante la emisión de títulos, porque eso implicaría una suba en las tasas de interés, y es algo que quiere evitar, porque supone que enfriaría la economía", observa Dujovne.Controles con eficacia decreciente
La fuerte escalada del blue plantea otro interrogante. Tal como señala Jorge Vasconcelos, director del Ieral, habría que preguntarse si, "esta altura del siglo XXI resulta conveniente mantener el control de cambios, en un país como la Argentina, sofisticado financieramente".
En realidad, el planteo viene dado por el temor que genera el hecho de que cuanto más se extiendan las restricciones cambiarias, mayores pueden ser las consecuencias negativas para la Argentina.
Porque si bien se trata de contener la salida de divisas, el problema es que también impide que entren dólares al país.
Por el lado de los particulares, hace que los argentinos no vuelquen al circuito financiero -ni a la economía consumista- los miles de millones que tienen bajo el "colchón".
Por el lado de las empresas, traer dólares a la Argentina, liquidarlos a poco más de $5 para luego tener que pagar costos a valor blue salarios que suben al 25% y encima no poder girar utilidades no es, precisamente, algo que resulte muy atractivo ni fácil de explicar en casas matrices.
El "caso testigo" sobre este último punto es lo sucedido con la empresa brasileña Vale.¿Blue caro o barato?
"Quien tiene un dólar encuentra pocos incentivos para venderlo. Los que lo demanden ya no pensarán que es caro, como hace unos meses, y así tienden a validar cualquier nivel de precios", expresa la consultora Analytica.
Es un punto central, porque ante cada escapada del blue se replantea si su cotización es cara o barata. Y son conceptos que con el paso del tiempo se van relativizando.
"Hace unos meses se pensaba que el blue a $6,50 era caro y hoy, sin que nada fundamental en la economía haya cambiado, si estuviera a esa cifra, parecería barato", afirma Eduardo Levy Yeyati, ex economista jefe del Banco Central.
Al respecto, los analistas encuentran algunas "curiosidades". Por ejemplo, la de cuál sería la cotización del oficial si hubiese acompañado el ritmo inflacionario desde 2008.
"Si al tipo de cambio del orden de $3,50 de años atrás se le aplica la inflación acumulada, da poco más de $8. Más que un valor altísimo, luce más bien realista", remarcan desde la consultora de Carlos Melconian.
Por cierto, el saber que el cepo se mantendrá, que las paritarias se están negociando a un 25%, que la inflación merodea esa cifra y que la Argentina no tiene crédito externo hace que resulte difícil pensar en un billete informal que -a un año vista- pueda mantenerse en el valor en el que está ahora."Maldita" brecha
En la medida en que la brecha se acentúa, se acrecienta uno de los problemas más graves que enfrenta la economía: la distorsión de precios relativos.
La importancia de este mercado informal de la divisa estadounidense excede largamente los volúmenes que se negocia a diario ya que, con sus vaivenes, ejerce cada vez más influencia sobre las expectativas de las familias, empresarios e inversores.
Dichas expectativas son un factor determinante en el comportamiento de la sociedad, ya que tiende a modificar los hábitos de compra y a fomentar la especulación, habida cuenta de que muchos comerciantes -al no saber el costo al que repondrán la mercadería- buscan armarse de un "colchoncito". Y esto se expande a toda la cadena de distribución.
"El punto no es menor, porque la actual inflación, y la proyectada, ya está cerca del límite que le permite al Gobierno administrar razonablemente los precios relativos", señala Ricardo Delgado, de Analytica.
El impacto ya se hace evidente en algunas actividades, como la inmobiliaria o la construcción. Pero un mercado desdoblado no sólo afecta a estos sectores, ya que influye en todo tipo de decisiones de inversión.
El factor confianza
Pasaron las vacaciones, se aumentaron los controles en la city, se empezaron a liquidar los sojadólares y el blue aun así sigue batiendo récords. ¿Habrá forma de que el Gobierno pueda revertir esta tendencia?
Es uno de los grandes debates entre los economistas. Y la sensación es que, a medida que pasa el tiempo, las herramientas se agotan.
Por ejemplo, acelerar la suba del dólar oficial, que podría haber sido la solución cuando la brecha era pequeña, ya no es visto por nadie como una salida. Más bien, al contrario, algunos opinan que hasta alimentaría el apetito por la divisa marginal.
Hay, algo todavía peor. Se supone que la resignación del Gobierno ante la escalada del blue es el precio a pagar por priorizar el nivel de reservas del Banco Central. Sin embargo, se están observando resultados negativos en ambos planos al mismo tiempo.
"Estábamos esperando que la liquidación sojera pusiera fin a la caída de las reservas, que fue de 3.000 millones en el primer trimestre. Pero llegamos a un punto en el que la soja ya no alcanza, porque se redujo drásticamente el ingreso de dólares financieros por créditos e inversión externa", observa Federico Muñoz.
En definitiva, la idea que cobra fuerza es que, para "domar" al blue, se requiere de algo mucho mayor a una buena cosecha de soja: la confianza del mercado. Tanto como para estar dispuesto a desprenderse voluntariamente de sus dólares, aunque fuera al precio del mercado paralelo.
El Gobierno también sabe que esa cuestión es de extrema importancia. Al punto que, cuando en plena campaña electoral de 2011 se observaba una fuerte fuga de capitales, los funcionarios K se esperanzaban con que era provisoria y que la gente volvería a hacer girar los billetes verdes.
"En un período en que se recambia presidente, gobernadores, intendentes, puede ser que algunos decidan ahorrar más que lo corriente. Pero realmente no estamos viviendo un escenario muy preocupante respecto de lo que es decisiones de inversión y consumo", diagnosticaba Roberto Feletti, entonces viceministro de Economía.
Y pronosticaba una rápida normalización: "Mucha de esa gente que llevó los dólares a una caja de seguridad, va a mirar y después los devolverá al circuito económico".
No fue, precisamente, su momento más profético.