"Super Moreno" no pudo con el mercado y el dólar blue volvió a subir, pese a sus amenazas
El dólar blue trepó 13 centavos el miércoles, último día hábil de esta semana, para ubicarse en los 8,43 pesos.
Más allá de su elevado precio respecto a la divisa oficial, cuyo valor se sitúa en $5,13 para la venta y establece una brecha con el billete paralelo de 64%, esta suba tuvo un significado muy particular, tanto desde lo político como en lo económico.
Fue una clara señal de que el mercado posee un comportamiento más complejo de lo que el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, cree.
Es decir, luego de una semana cargada de tensiones y amenazas, la plaza cambiaria "desoyó" sus desesperados intentos para controlar al dólar, y el billete verde informal siguió su escalada.
Este revés cobra mayor relevancia en estos días, ya que el "super funcionario" se transformó en la cara visible de las últimas iniciativas económicas tomadas por la Casa Rosada.
No sólo por sus intentos de controlar las transacciones del mercado cambiario marginal, sino también por el lanzamiento de la SuperCard, la tarjeta de crédito destinada a ser utilizada en los supermercados para bajar los costos financieros en las compras.
De esta manera, apunta a "comerle" a los bancos parte del negocio en concepto de las comisiones que cobran por transacciones que se realizan a través de los plásticos en estos establecimientos.
Respecto al dólar blue, Moreno chocó con una realidad: no resulta suficiente con amenazar a referentes de las casas de cambio, como por ejemplo Alfredo Piano, titular de la casa homónima, para frenar la marcha alcista de la divisa.
"El paralelo es un mercado muy atomizado y ahora está compuesto por muchos jugadores, por lo tanto es imposible controlarlo con telefonazos", dijo un experimentado cambista.
Lo concreto es que el billete estadounidense subió 1,57% en sólo 24 horas y cerró a $8,43 en el ámbito informal.
En resumen, tras dos días de virtual parálisis por las intimidaciones del secretario de Comercio (la semana pasada había advertido que no quería "ninguna cueva operando ni lunes ni martes"), las mesas de cambio trabajaron este miércoles con una fuerte demanda y no pudieron mantener la "paz y tranquilidad" cambiaria deseada por el Gobierno para Semana Santa.
Demanda mata intimidación
Según señalaron diversos cambistas a iProfesional.com, gran parte del incremento se debió a la inquietud de los inversores, que se apuraron por cerrar posiciones y cubrirse, tanto por el fin de mes como por la expectativa que genera la presentación del Gobierno ante la Cámara de Nueva York, a raíz del juicio llevado a cabo por los fondos buitre.
Otro dato de relevancia es que los mercados permanecerán cerrados hasta el próximo miércoles por los feriados de jueves y viernes de Pascuas, a los cuales se les suma dos días más porque el lunes es catalogado como puente.
Estos seis días no laborables acrecientan la incertidumbre y también generan un envión para el turismo hacia el exterior, aspecto que impulsó la demanda de dólares y, por lo tanto, la suba del precio de la divisa informal.
Este miércoles fue "un día muy particular en el que todos quisieron cubrirse para no tener sorpresas. En apenas una hora se negoció lo mismo que en todo el martes", afirmó un operador de la city.
"El conflicto con los 'holdouts' (tenedores de bonos) y los próximos feriados crean un marco de expectativa a que pudiera surgir algo imprevisto en materia económica en los días posteriores", agregó otro experto.
Según los cambistas, el precio del dólar desde el lado minorista fue aquietado por "manos amigas" del Gobierno que inyectaron divisas en el circuito informal.
Por el lado del mercado formal, entre los grandes jugadores de la plaza cambiaria se mantuvo el ritmo de avance motorizado por las intervenciones del Banco Central.
Un hecho que no escapa a ojos de analistas e inversores es que, pese al cepo cambiario y a que la entidad comandada por Mercedes Marco del Pont posee el "monopolio" de los dólares, el BCRA viene perdiendo, desde principios de año, un nivel preocupante de reservas.
En efecto, en lo que va del 2013 contabiliza una caída de casi u$s2.500 millones. Así, el nível que actualmente posee (u$s40.823 millones) representa el más bajo de los últimos 5 años. O dicho de otra manera, desde que Cristina Kirchner asumiera por primera vez la presidencia.
Temores y expectativas de los inversores
Esta progresiva escasez de divisas en las arcas oficiales, más las constantes medidas políticas y económicas tomadas por el Gobierno (como, por ejemplo, la reciente tasa del 20% aplicada a las compras de productos y servicios al exterior), generaron una mayor incertidumbre entre los inversores.
En tanto, temen que el Poder Ejecutivo avance con nuevas medidas cambiarias que restrinjan aun más las operaciones del mercado.
Entre ellas, crece el rumor en el sector financiero de que surjan iniciativas para limitar las operaciones de contado con liquidación, mecanismo a partir del cual se fugan divisas vía compra de bonos y acciones en la bolsa. En este sentido, se habla de que podría extenderse de 72 horas a 5 días el lapso mínimo para liquidar los papeles adquiridos (lo que incrementaría el riesgo de la transacción).
La incertidumbre no sólo crece en el plano financiero. En el ámbito rural hay preocupación de que la Casa Rosada cambie las actuales reglas de juego para así lograr que los sojeros liquiden más rápido la cosecha.
Tampoco se descarta que haya nuevas medidas en lo que se refiere a turismo y a recargos en las compras de algunos bienes, como autos premium importados.
Lo concreto es que el blue concita la atención de todo el mercado y modifica el comportamiento de los particulares.
"Se genera una suerte de circulo vicioso: si el dólar marginal sube, los particulares lo que hacen es ajustar sus expectativas día a día", sostuvo el ex economista jefe del Banco Central, Eduardo Levy Yeyati.
Y agregó: "Por eso, es fundamental que el Gobierno diga qué quiere hacer o a dónde quiere ir. De lo contrario, esas expectativas se van acomodando a las noticias de ayer".
"Para revertir la disparada se necesita una gran dosis de confianza", sostuvo el analista internacional Agustín Cramo, quien además señaló que se requiere de un plan económico integral. "Ambos hoy brillan por su ausencia", acotó.
"No hay certidumbre, y si esto no se revierte, el actual escenario se irá tornando cada vez más difícil de sobrellevar", concluyó.
Muchos temen que la iniciativa de Moreno de frenar al blue por unos días -en la previa de Semana Santa- haya sido un intento para ganar algo de tiempo hasta el próximo miércoles, fecha a partir de la cual el Gobierno "de a luz" nuevas medidas oficiales de relevancia.
Según fuentes consultadas por iProfesional.com, esta semana corrió en la city un rumor muy fuerte sobre una oficialización del desdoblamiento cambiario. No obstante, los analistas señalan que, de avanzar en este camino, sería después de las elecciones de octubre.
Pero los rumores, si bien son solo eso, a veces resultan difíciles de frenar. Más en este contexto, en el que se evidencia que la política económica enfrenta serios problemas: inflación alta, un atraso cambiario inocultable, las reservas del Banco Central que no dejan de caer y un dólar blue reticente a bajar.
Por lo pronto, para evitar mayores costos políticos en un año electoral, los asesores económicos de Cristina parecería estár abocados a una tarea difícil: "devaluar sin devaluar". O, mejor dicho, "desdoblar sin desdoblar".
Es decir, tomar medidas que logren un impacto similar a la de implementar un sistema con múltiples tipos de cambio pero sin adoptar ese régimen formalmente, sino de manera indirecta.
Días atrás el analista Federico Muñoz señalaba a este medio cómo las iniciativas que supuestamente tenían el objetivo de contener la fuga de capitales no estaban logrando su cometido.
"Mientras el atraso cambiario se sigue agudizando, el Gobierno no atina a otra cosa que a endurecer las restricciones. Para algunos, el alivio vendría de la mano de la cosecha de soja, pero estamos convencidos de que su aporte distará mucho de ser una salvación", afirmaba.
Es en ese contexto en el que abundaban las especulaciones sobre medidas "ochentosas".
"El menú es conocido, casi un Plan Primavera siglo XXI con los beneficios de la soja y la debilidad del dólar a nivel mundial", escribía el economista Guillermo Kohan en un artículo periodístico.
Y arriesgaba que, como en aquella ocasión, se buscaría "acelerar la devaluación del dólar oficial y habilitar una franja libre desdoblando el mercado con un dólar comercial y otro financiero, como en los ‘80".
Lo que resultaba evidente y ampliamente previsible era que llegara algún tipo de restricción al turismo, como efectivamente ocurrió con la implementación del recargo del 20% a las compras de pasajes aéreos, reservas hoteleras y uso de tarjetas en el exterior.
A fin de cuentas, para un Gobierno que debió vender u$s7.300 millones por conceptos turísticos, era insostenible la idea de seguir subsidiando un tercio del valor de los viajes.
En cambio, lo que no se tenía en claro era la forma en que se intentaría corregir esa situación. Y lo que interpretan los economistas es que se está buscando minimizar el costo político al desdoblar el mercado cambiario sin que se note.
Algunos calificaron la estrategia como "devaluación fiscal".
Es el caso de Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica, para quien la medida de encarecer un 20% la compra de paquetes turísticos "inicia el camino de las devaluaciones tributarias".
Y arriesgó que las próximas medidas podrían apuntar a aumentar ese porcentaje de adelanto en el cobro del Impuesto a las Ganancias, y eventualmente extenderlo a otras operaciones.
También consideró que una probable medida de "devaluación fiscal" podría consistir en incrementar los reembolsos a los exportadores industriales que hoy tienen problemas de competitividad. Y señala que ello podría ser financiado, en parte, gracias a la propia recaudación que consiga Ricardo Echegaray con el recargo del 20%, ya que una gran mayoría de los argentinos nunca lo reclamará a la AFIP.
En otras palabras que, tal como sucede en una devaluación, se produzca una transferencia de recursos desde quienes demandan divisas hacia quienes producen en pesos.
Sin embargo, los economistas se manifiestan escépticos a que este tipo de iniciativas sea beneficiosa para el país.
Diana Mondino, docente de la UCEMA, señaló que "poner impuestos no soluciona el problema de fondo, porque la cuestión a resolver no es el turismo, sino la brecha entre el paralelo y el oficial".
"Es un error creer que la gente no modifica su patrón de consumo. Y aun más equivocado es suponer que si un insumo se encarece sólo afecta a un rubro. Es decir, buena parte de la sociedad dejará de consumir otras cosas para poder irse de viaje. Es un análisis muy primitivo el que hace el Gobierno", concluyó Mondino.Desdoblar o no desdoblar, esa es la cuestión
La cuestión que debaten en este momento los economistas -tanto dentro como fuera de la administración kirchnerista- es si desdoblar el mercado cambiario de manera explícita, como se hacía en los años '70 y '80, es lo mismo que "desdoblar sin desdoblar".
Y las opiniones, incluso entre aquellos que no gustan del esquema de tipos de cambio múltiples, es que la estrategia de hoy día es peor.
"La teoría de un esquema de desdoblamiento es que se dejan de usar reservas del Banco Central. El que quiere dólares para viajar los va a buscar al mercado libre. En cambio, la situación actual no libera al Central de seguir financiando al turismo", observa el economista Enrique Szewach.
En tanto Lorenzo Sigaut (h), analista jefe de la consultora Ecolatina, señala que un desdoblamiento explícito, por lo menos "tendría la ventaja de que aparecería gente dispuesta a vender billetes verdes, que es lo que hoy escasea en el mercado blue. Claro que en este momento adoptar esa medida sería algo complejo y arriesgado".
En la misma línea, Joaquín Berro Madero, analista de la Fundación Mediterránea, califica al desdoblamiento cambiario formal como "la mejor de las peores alternativas".
"Las experiencias de tipos de cambios múltiples de los '70 y '80 fracasaron ya que terminaron generando una puja de reclamos. Siempre alguien buscaba que se modificase el tipo de cambio por el cual se liquidaban las operaciones de exportación, pasando del segmento comercial al financiero", recuerda.
Este efecto, para algunos analistas, ya empieza a notarse informalmente, tal como lo evidencia la lentitud de los productores rurales en la liquidación de su cosecha.
Al respecto, Andrés Méndez, director de la consultora AMF, afirma: "El control cambiario propicia comportamientos elusivos. ¿Qué actitud se espera que adopte un exportador que debe desprenderse de su producción para que se la liquiden a un tipo de cambio de $3,32 y encuentra una brecha de más del 100% frente a la cotización del blue?".
"Lo que trata de hacer, añade, es comercializar un mínimo por el mercado oficial y, si puede, se ‘sienta' encima de los excedentes".